Dos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Santa Cruz de Tenerife afirmaron este miércoles que el acusado de quemar viva a una mujer en un piso de Tenerife no tenía alteradas sus capacidades mentales de conocimiento y voluntad (cognitivas y volitivas) cuando presuntamente mató a la víctima. Así lo expresaron en el juicio con Tribunal de Jurado que se desarrolla estos días contra Abraham Z.A. por la muerte violenta de Ramona J.S.A. el 23 de septiembre del 2020.

Los peritos Ruth Abrantes y Miguel Ángel Fraga coincidieron en que, en base a la información que les refirió el implicado, los que constan en el atestado de la Policía Nacional y los que aparecen en el informe de Urgencias del Hospital, no existen datos que apoyen la hipótesis de que, en el momento de los hechos, tuviera pérdida de conciencia por la ingesta de alcohol que le impidiera saber lo que hacía.

En el historial clínico del único sospechoso del asesinato consta que, a lo largo de su vida, consumió alcohol, cannabis, benzodiazepinas y cocaína. En la época en que ocurrió el asesinato de Ramona, Abraham aseguró a dichos forenses que consumía alcohol y marihuana, pero no cocaína. En un par de informes sanitarios fechados en diciembre del 2019 y en mayo del 2020, constaba que "estaba mejor".

A los profesionales del Instituto de Medicina Legal les consta, de forma objetiva, que trató de suicidarse una vez a finales de junio del 2018. No obstante, el acusado explicó en su declaración en la sala de vistas que ha tratado de quitarse la vida en varias ocasiones.

Abrantes y Fraga explicaron que el implicado padece un trastorno de personalidad mixto, es decir, por comportamiento antisocial y de inestabilidad emocional, lo que le lleva a comportarse de forma agresiva, con engaños, carece de remordimientos y tiene falta de empatía. Además, según apuntaron los forenses, la inestabilidad en las emociones le genera impulsividad, alteración de la percepción de sí mismo en su relación con la sociedad y a tener conflictos con los demás.

También se considera que tiene un trastorno depresivo, que le puede provocar tristeza, sentimiento de impotencia o falta de iniciativa.

No obstante, ambos peritos aclararon que estas personas "saben lo que hacen y las consecuencias", a la vez que tampoco pierden la capacidad de autocontrol. Además, son capaces de decidir si comportarse bien o mal. En junio del presente año, a Abraham Z.A. se le reconoció una discapacidad del 69 por ciento, que había solicitado desde el 2017.

El abogado defensor preguntó si la mezcla de alcohol y benzodiazepinas podía alterar el comportamiento del implicado. Abrantes y Fraga comentaron que, en cualquier caso, la combinación de bebida (ron y cervezas) con los citados fármacos lo que produce es somnolencia y relajación.

En la sesión de este miércoles también intervinieron los dos médicos forenses del Instituto de Medicina Legal que realizaron la autopsia al cadáver de la víctima, así como el que efectuó el levantamiento del cuerpo en el hospital. Todos coincidieron en que la causa principal de la muerte de Ramona fue la gravedad de las quemaduras de segundo grado profundo y de tercer grado que sufrió en un 85 por ciento de su superficie corporal.

La víctima tenía 50 años, medía 1,57 metros y pesaba entre 50 y 55 kilos, explicaron dichos peritos. El fuego que la mató llegó hasta un metro y medio de altura. Los forenses admitieron que no se sabe en qué parte del cuerpo empezó antes el efecto del fuego.

Las quemaduras de tercer grado (las de mayor gravedad) fueron localizadas en el tórax y en la espalda. Las lesiones de segundo grado profundo afectaron a la cabeza, el cráneo, los brazos, ambos muslos (sobre todo el izquierdo) y la zona genital.

La fiscal preguntó si la víctima podía haberse salvado si hubiese tenido una atención hospitalaria más rápida. La respuesta de los médicos forenses fue: "probablemente no" , debido a la gravedad de las lesiones. Los responsables de la realización de la autopsia aclararon que, al sufrir unas quemaduras de estas características, la persona se queda sin piel, por lo que pierde gran parte del plasma, el líquido y las sales, con lo que se genera una deshidratación muy grave.

En estas circunstancias se produce una alteración metabólica que genera "el fallo de todos los órganos". El ADN del acusado fue localizado en varias uñas de la víctima. Pero, al existir una supuesta relación entre la víctima y el acusado, se desconoce si esos restos genéticos de Abraham llegaron a las uñas de Ramona durante la agresión mortal o en otro momento.

Los profesionales del Instituto de Medicina Legal aseguraron que la mujer tuvo "un sufrimiento muy grande", sobre todo antes de llegar al Hospital, donde fue sometida a un coma inducido.