El pasado sábado, el Ministerio del Interior deportó al activista musulmán Mohamed Said a Marruecos, acusado fomentar y expandir el radicalismo islámico en las comarcas de Tarragona y ser un peligro para la seguridad nacional. Afincado en Cataluña desde hace más de 30 años, Said ha recibido el apoyo de numerosas ONG, varios partidos políticos, y administraciones como el ayuntamiento de Reus o la Generalitat de Catalunya, que ha denunciado este caso ante la Comisión Europea. Desde la residencia de sus padres en el norte de Marruecos, Said reprocha que se han vulnerado sus derechos más fundamentales y que no ha podido defenderse de unas acusaciones que tilda de "falsas" e "injustas". Dice que los policías de la demarcación de Tarragona, así como los agentes marroquís, le dan la razón. "Han usado mi figura para aleccionar a las personas musulmanas que defienden los derechos de la comunidad en España", afirma, manifestando que su deportación tiene que ver con motivos políticos.

¿Dónde está y como se encuentra? 

Estoy en Marruecos, en casa de mis padres. Estoy digiriendo esta situación tan injusta, me siento impotente. Espero poder volver a España lo antes posible.

¿Su familia sigue en Reus? 

Sí. Mi mujer, mis hijos, mis sobrinos, mis hermanos... están muy afectados. Mis hijos y mi mujer van a reunirse conmigo para poder estar juntos. El pequeño, de 5 años, no ha estado nunca en Marruecos y mi hija de 14 hace diez años que tampoco viene. Van a verse obligados a cambiar su escuela, su entorno... Hay otro idioma, otra cultura, otro sistema radicalmente distinto a lo que estaba acostumbrados en Catalunya. Me preocupa mucho como se encontrarán.

¿Cuantos días ha estado en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona? 

30. El trato del director y los agentes de la Policía Nacional fue muy cordial. Me propusieron un módulo aislado, con ducha y lavabo propio, y acepté. Así que no he convivido con los otros internos. Supongo que ya les iba bien, por miedo a que pudiera movilizarles. Pero sí me sorprendió un perfil de internos que deberían estar en unidades psiquiátricas, los agentes no entendían porque los jueces los mandaban al CIE. Había un chico que madrugada que no para de gritar desde una celda de aislamiento, incluso de madrugada.

Usted se fue el viernes 18 de noviembre. 

A las once de la noche me sorprendió la Policía. Me enmanillaron y me llevaron directamente a la terminal 4 del aeropuerto de Barajas (Madrid). A las cinco de la madrugada nos quitaron las manillas y nos metieron en el avión. Nadie pudo reaccionar a esas horas de la noche para hacer presión y evitar la deportación. Lo hicieron de escondidas porque nadie se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. Llegamos a Casablanca (Marruecos) sobre las 8 de la mañana en un avión solo con 13 policías.

¿Cómo ha sido el trato de las autoridades marroquís? 

Cordial y amable. Se sorprendieron del despliegue policial. Los agentes nos dijeron que nunca lo habían visto. Desde el primer momento ya me dijeron que no se creen el relato de la Policía Nacional, que mi caso tiene trasfondo político y social. Me lo dijeron tal cual, que han usado la radicalización como una excusa para echarme del país. Aquí me interrogaron y me dejaron en libertad. La Policía Nacional no ha aportado ni una sola prueba de que soy un yihadista. Pero además, no he tenido derecho a defenderme dignamente. No me he podido expresar, no ha habido ningún juicio.

¿Es yihadista? 

Quien acusa es quien tiene que aportar pruebas. Las administraciones con las que he trabajado lo saben: siempre he promovido la convivencia y la apertura de las comunidades. Cada dos o tres meses, en la mezquita recibía a los Mossos, la Policía Nacional y la Guardia Civil. Les contamos todo. Me sorprende que los agentes de Madrid digan que soy un radical, faltando a los policías de la provincia de Tarragona que me conocen.

¿Ha hablado con esos policías con los que colaboraba? 

Todos me dan su apoyo y dicen que esto es muy injusto, hasta los de la Policía Nacional. Es falso que yo adoctrinara a los jóvenes en las actividades de la mezquita. Lo único que he hecho es reclamar los derechos de los musulmanes: que tengamos cementerios para enterrar a nuestros difuntos según marca el islam, que haya menús 'halal' en hospitales, escuelas y centros penitenciarios, que las mujeres que quieran libremente puedan llevar el velo en la universidad o el trabajo. Que los ayuntamientos no pongan trabas al empadronamiento de los inmigrantes, que no haya identificaciones policiales por perfil racial... Solo he denunciado las vulneraciones de derechos contra la comunidad musulmana y migrante que cometen las administraciones.

¿Por qué dice que su caso es político?

Han usado mi figura para aleccionar a las personas musulmanas que defienden los derechos de la comunidad en España. Me quieren sacar de en medio y que esto sirva de ejemplo. Pero no tenemos que pasar página, seguiremos luchando para reivindicar los derechos básicos en el Estado español y esta deportación, como tantas otras, es un ejemplo de que no se cumplen.

¿Cuáles son sus próximos pasos?

Tengo que hablar con mis abogados pero sin duda emprenderemos un proceso judicial porque se han vulnerado mis derechos. Se me acusa de algo muy grave sin una sola prueba y no me he podido defender ni dar explicaciones.