El cambio climático es la mayor amenaza que sufrirá la humanidad este siglo. La mayoría de las informaciones sobre este fenómeno hablan de las dificultades que está teniendo la comunidad internacional para conseguir cumplir los objetivos climáticos. Fundamentalmente, Naciones Unidas ha impuesto dos grandes logros: la contención del incremento de las temperaturas y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel planetario.

Todos los acuerdos e informes establecen 2050 como fecha límite para alcanzar la mayoría de las metas. Sin embargo, la cada vez mayor presencia de catástrofes climáticas, unida al desánimo por no "estar haciendo lo suficiente», pueden alentar la inacción, la parálisis, el rechazo o el derrotismo en la ciudadanía. La cumbre mundial del clima que se está celebrando estos días en Egipto pretende, entre otros fines, abordar la relación con las diferentes minorías para fomentar la participación y no dejar a nadie atrás en la transición climática.

Con el propósito de informar sobre este problema, exponiendo los errores, pero también los aciertos, El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, organizó un encuentro en el hotel H10 Puerta de Alcalá en Madrid para hablar sobre los pasos que estamos dando y qué hitos faltan todavía por recorrer. Bajo el título 'Crisis climática, ¿y ahora qué?', el evento, patrocinado por Acciona, contó con un plantel de voces expertas sobre el medioambiente que abordaron los desafíos que, como civilización, afrontaremos durante las próximas décadas.

Logros viables

"Nos encontramos a 0,3 grados del límite deseado", señaló Francisco Doblas-Reyes, autor del sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), profesor de investigación en ICREA y director del departamento de Ciencias de la Tierra del Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación. El investigador indicó que, cuando se publicó el último trabajo del IPCC, la temperatura se encontraba 1,1ºC por encima de la era preindustrial. "Ahora nos estamos acercando a un calentamiento global de 1,2ºC", explicó.

El Acuerdo de París, firmado en 2015 por 195 países y que sustituyó al Protocolo de Kioto suscrito en 1997, establece como objetivo global mantener el calentamiento mundial «por debajo de los 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5ºC». Como señaló Doblas-Reyes en el encuentro, la temperatura actual se encuentra muy cerca del límite impuesto por la comunidad mundial.

Con estos datos, surgió la pregunta de si es viable conseguir un límite de las temperaturas por debajo de esos márgenes. "El covid nos ha demostrado que la humanidad en momentos de crisis es capaz de tejer alianzas; creo que es el momento de mostrar esa solidaridad de nuevo para acometer las consecuencias del cambio climático", apuntó Isabel Garro, gerente global de Liderazgo en Sostenibilidad en Acciona. "Creo que estamos haciendo muchas cosas y las estamos haciendo bien. Ya hay más de 3.900 empresas en todo el mundo que han establecido objetivos climáticos basados en la ciencia. En España son 82, la mayor parte grandes corporaciones", explicó Javier Molero, director de Proyectos y Agenda 2030 en Pacto Mundial de la ONU España.

La COP27

La Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático está celebrando su vigesimoséptima edición en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij (COP27). La cumbre mundial del clima reúne a más de 35.000 participantes y es la cita obligada en la que se acuerdan las estrategias para el futuro del planeta.

La mesa de expertos debatió acerca de la importancia de contar con este espacio en el que países de todo el mundo buscan puntos comunes con los que luchar contra la crisis climática. "¿Qué ocurriría si no tuviésemos la COP? Sería un desastre, no sabríamos qué hacer", opinó Doblas-Reyes. "Imaginad una comunidad de vecinos con 197 personas. Cualquier negociación, en la que hablamos de intereses y futuros distintos, es complicada", señaló Garro. "Entiendo el escepticismo de la sociedad civil, pero sin este tipo de foros no habría un punto de encuentro para negociar y reforzar determinados compromisos climáticos", indicó Molero.

La emergencia medioambiental está afectando especialmente a los países en vías de desarrollo, que no cuentan con tantos recursos para enfrentarse a las amenazas y las catástrofes. La celebración de la cumbre climática en Sharm el Sheij, una ciudad emplazada en la península del Sinaí y famosa por la firma de acuerdos de paz entre Israel y Egipto, está cargada de simbolismo. "Se estima que África ha contribuido entre un dos y un tres por ciento a las emisiones globales. Sin embargo, casi la mitad del impacto ambiental lo están sufriendo ellos", apuntó Garro. "El mensaje principal que lanza Egipto en esta COP es ambición y acción", agregó.

Javier Molero indicó que el papel de los países en desarrollo es muy relevante y una de las prioridades del Acuerdo de París. "El compromiso que se hizo en 2009 obligaba a trasladar unas inversiones para 2020 de 100.000 millones de dólares. De momento no se ha producido y llevamos ya dos años de retraso". Molero se refirió a la COP15 celebrada en Copenhague, que acordó ese volumen de financiación de la comunidad internacional para ayudar a los países más vulnerables en la lucha contra el cambio climático.

Prioridad en la agenda

"Yo no creo que sea posible que el cambio climático salga del debate", señaló Garro ante la importancia que abarca este tema en la opinión pública. "No somos conscientes, pero todo está interrelacionado: la crisis ambiental implica un impacto en las costas, en los cultivos, en cambios en las corrientes de viento", añadió. "Europa es un ejemplo a nivel mundial del compromiso político que hay sobre el medioambiente y la conciencia de la sociedad", indicó Doblas-Reyes.

Esta importancia que tiene en la agenda no implica solo a los Estados. El sector privado también cuenta con un rol destacado en la transición ecológica. "Ya el debate no es llegar, sino quién será el primero. La clave es generar ventajas competitivas para ese momento", indicó Garro. "La diferencia que yo veo de la investigación aplicada con empresas a la básica es que hay una voluntad real y concreta de solucionar un problema. Se busca crear una ventaja competitiva y generar puestos de trabajo", apuntó Doblas-Reyes. "La reducción de costes y la política estratégica para el futuro son argumentos de peso para convencer a las empresas", agregó Molero.

El papel del tejido empresarial no puede olvidar la importancia de contar con las Administraciones. Sin una adecuada política, las acciones de ambas partes pueden estar desorganizadas y mitigar esfuerzos conjuntos. "Es difícil comparar el sector público con el privado. Cuando hablas de la acción de los Estados, la necesidad de que estén todos protegidos te obliga a mirar de derecha a izquierda y tiene menos posibilidad de riesgo. El papel de ambos actores es diferente y, por eso, creo que la colaboración público-privada puede ayudar a que el sector público haga las preguntas necesarias y el privado dé las respuestas", valoró Isabel Garro.

En este sentido, dentro del tejido económico, los mensajes lanzados son distintos dependiendo de si se corresponden con las grandes corporaciones o con las pymes."A nosotros nos cuesta convencer a las pequeñas y medianas empresas. No lo ven como un nexo de oportunidades y un ahorro de recursos a largo plazo", explicó Molero. El director de Proyectos y Agenda 2030 en Pacto Mundial de la ONU España explicó que las líneas de actuación son distintas: "Cuando hablamos con pymes, nos centramos en la reducción del agua, la reorientación de sus productos o un plan de ahorro de costes, mientras que en las grandes corporaciones el problema se encuentra en las emisiones de la cadena de suministro".

En el plano general, los ponentes destacaron que el principal problema del sector privado se encuentra en la velocidad. «La principal barrera es el ritmo», señaló Garrido. La gerente global de Liderazgo en Sostenibilidad de Acciona explicó que la compañía está apostando por una estrategia de desarrollo regenerativo que no solo neutralice la emisión de dióxido de carbono, sino que capture la presente ya en el medioambiente. "Desgraciadamente no hay otro camino que dar un paso más allá; hacer prueba y error. Sobre todo, mirando a las nuevas generaciones", agregó.

Acción individual

Además de empresas e instituciones, el papel de los ciudadanos es determinante en el cambio climático. "A título individual, lo primero que hay que hacer es no sentirse culpables. No somos responsables de las emisiones que realizamos porque nuestra capacidad de acción es limitada", apuntó Francisco Doblas-Reyes. "Lo que sí tenemos es capacidad de asociación y concienciación que nos permite ganar fuerza como sociedad. Hay que ser creativos y que la gente entienda que cualquier esfuerzo suma", agregó.

Molero cree que es una pieza clave en la acción de los individuos el compromiso político: "Hace falta un activismo público que exija a los Gobiernos que cumplan los Acuerdos de París y uno privado, que fomente un consumo más responsable". Garrido considera que la toma de conciencia es clave y lanza un mensaje de optimismo: "hemos evolucionado muchísimo en los últimos cien años. Ahora nuestra generación puede dejar huella y cambiar el rumbo".

La COP27 puede servir, en ese sentido, como palanca con la que perseguir un cambio social a mayor velocidad que la vista hasta ahora. Los expertos creen que la cumbre de Sharm el Sheij puede poner encima de la mesa una mayor "empatía global" y un compromiso más ambicioso para reducir la financiación de los combustibles fósiles con el objetivo de que el final de la crisis climática "tenga por fin fecha".