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La escasez de empresas tecnológicas frena el desarrollo de los inventos canarios

Canarias supera el medio millar de patentes pero la falta de tejido productivo deja a cuatro de cada cinco en un cajón

Dos ingenieros canarios contrastan resultados de un nuevo invento. María Pisaca

Los inventos canarios no encuentran en el tejido productivo canario un hueco para llegar a buen puerto. La escasez de empresas de alta tecnología en Canarias es un obstáculo para la explotación de patentes. No en vano, cuatro de cada cinco se quedan guardadas en un cajón y el 20% que progresa lo hace gracias al impulso de empresas peninsulares o internacionales que apuestan por ellas. 

 Según datos de la Oficina de Patentes (OEP), desde 2007 se han registrado 578 patentes en Canarias, pero los casos de éxito posteriores se cuentan en decenas. Aunque el porcentaje de explotación no es bajo –de hecho se encuentra en la media internacional–, el problema es que son muy pocos los investigadores que se animan a registrar patentes para transferir a la comunidad. Si, además, la mayoría las vende a empresas de fuera del Archipiélago, las Islas acaban perdiendo la oportunidad de explotar su propia innovación. 

Canarias está a la cola en el registro de patentes. El Archipiélago –que ayer celebró el Día Internacional del Inventor– ostenta la penúltima posición nacional en lo que se refiere a inventos protegidos por sus científicos, al mismo nivel que Cantabria y Baleares, y solo por delante de La Rioja. Las patentes registradas en Canarias supusieron en 2021 el 1,3% del total nacional. 

«Los datos son un reflejo de cómo se reparte nuestro sector económico: el sector servicios supone un 87% de la producción en Canarias», explica el vicerrector de investigación de la Universidad de La Laguna (ULL), Ernesto Pereda. En Canarias solo están registradas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), solo 6 empresas manufactureras de alta y media-alta tecnología y 51 empresas servicios de alta tecnología. «La dependencia de este sector hace que estemos a la cola de muchas cosas en España, y la solicitud de patentes es solo una más», insiste. 

«En comunidades como País Vasco, Madrid o Cataluña es más sencillo patentar porque el sector productivo está orientado a la ciencia y la tecnología, por tanto, hay más posibilidades de que las invenciones se exploten localmente», resalta Pereda. Sin embargo, en Canarias, el investigador o universidad que decide patentar un proceso o un desarrollo tecnológico, en general, debe acudir a financiación de empresas estatales o internacionales porque dentro de las Islas no encuentra cómo comercializar su idea.

Un ejemplo de éxito es el de la empresa Wootpix, la primera spin-off de la Universidad de La Laguna creada en 2016. La empresa ha desarrollado, entre otros, un sensor que ha mejorado la resolución para mejorar ciertos procesos oftalmológicos y un proceso que acelera la medición de las láminas de silicio utilizadas en los microchips. Wootpix maneja hasta once familias de patentes en todo el mundo pero su financiación no es canaria. «El último inversor que han recibido es de Japón y desde que empezaron han tenido múltiples oportunidades para marcharse de Canarias, pero no lo han hecho porque su CEO, José Manuel Rodríguez, es un devoto de su tierra», resalta Pereda. 

En un ecosistema que pone tantas trabas para la comercialización de ideas, no es de extrañar que la mayoría de inventos se vayan convirtiendo en un «gasto» más para quien lo protege –normalmente las universidades– que en una inversión de futuro. «Para proteger la patente hay que pagar, así que, si no lo explotas, puedes acabar perdiendo mucho dinero», resalta el vicerrector de la ULL. 

Sebastián López, director de Innovación y Transferencia de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), sin embargo, recuerda el potencial que tienen los inventos para generar beneficios si llegan a buen puerto. «Es una actividad de riesgo pero nosotros ya hemos conseguido un millón de euros de retorno, incluso con pocas patentes licenciadas», insiste. En Canarias solo «uno de cada cinco» inventos consigue ser explotado comercialmente. Y es una cifra alta. En universidades como la de Stanford, con una tradición de investigación muy arraigada, la proporción es muy similar, pero han conseguido beneficios de millones de euros. En la ULPGC aún no hay beneficios, «de momento lo que hemos ganado nos sirve para cubrir gastos», resume López. 

La crisis de 2008 frena el registro de patentes hasta en un 70% en el último lustro en Canarias

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En la Universidad de La Laguna (ULL) se han registrado desde 2008 un total de 62 patentes. Pero de estas solo 13 han encontrado financiación para seguir adelante. En la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) se han registrado más de 100 patentes desde entonces. La diferencia de solicitudes entre universidades tiene relación con el carácter de los estudios que promueve cada una. «La Universidad de Las Palmas tiene origen tecnológico y su inclinación hacia la innovación es más clara», defiende Pereda, que insiste que en la ULL prevalecen los equipos de investigación en ciencias sociales que tienen menor predisposición a crear nuevas invenciones.  

La consecuencia es que Canarias pierde innovaciones, mientras otras comunidades y países se aprovechan del potencial de las Islas. «La misma fuga de cerebros que se produce con la ciencia de vanguardia, se da también en el sector de las invenciones», insiste Pereda. 

Caída del 70%

En 2021 los investigadores canarios solicitaron 14 patentes, repartidas a partes iguales entre las dos provincias. Y aunque parece que el 2022 cerrará con mejores datos que el año anterior –a día de hoy hay registradas ya 20 solicitudes de patentes en las Islas–, el número medio de registros ha caído hasta un 70% con respecto a la década comprendida entre 2007 y 2017. En dicha década la media de solicitudes anuales ascendía a medio centenar. Sin embargo, a partir de 2018 hay un cambio, el número medio de patentes anuales asciende a 16. 

Aunque las razones de esta caída no están claras, esta tendencia –que se repite en todo el Estado– puede tener relación con la crisis económica de 2008. Y es que las patentes se suelen registran entre 7 y 10 años después de comenzar la investigación y fue justo en la crisis económica, y especialmente en 2011, cuando comenzó una política de recortes, que tuvo un impacto decisivo en la ciencia española. El problema no es tan acuciante con respecto a los modelos de utilidad –un peldaño por debajo de la patente que derivan de la innovación– donde Canarias se encuentra muy por encima de su PIB y población. Según los últimos datos de la OEP, Canarias ha registrado 648 modelos de utilidad desde 2007, y ha experimentado un incremento importante en los últimos años. De hecho, solo entre 2020 y 2021 se han registrado un cuarto de todos los modelos de utilidad del Archipiélago: 157. 

La nueva Ley de Ciencia trata de resolver este problema que no es único de Canarias. Tal y como destaca el documento «la excelencia de la producción científica no se ha trasladado aún de forma efectiva al tejido productivo o a su uso social ni ha redundado de forma completa en la creación de una economía robusta basada en el conocimiento, existiendo déficit en el registro y licencia de patentes, así como insuficiencia del tejido inversor». La nueva ley se ha propuesto incentivar a los investigadores a patentar permitiéndoles participar como mínimo con un tercio de los beneficios de dicha explotación cuando la haga la universidad. A su vez, la transferencia de conocimiento a través de las patentes se quiere convertir en un mérito más para la promoción interna de los investigadores en las universidades a través del sexenio de transferencia. «Si sucede lo mismo que con el de investigación dará un impulso importante a la innovación a través de patentes», resume López. 

Las universidades también están buscando alternativas de financiación que permitan progresar a las patentes que tienen hoy en día protegidas. Los representantes de ambas universidades canarias están asistiendo a foros donde pueden establecer networking con empresas «mostrando las fortalezas» de estas patentes. La ULPGC, por su parte, está trabajando en dos líneas, por una parte en generar un catálogo de oferta tecnológica por áreas y, por otro, el fomento de la creación de spin-off para que sean estas empresas de origen universitario las que fomenten la explotación comercial de las patentes. La ULL, por su parte, se ha dirigido al Cabildo de Tenerife para solicitarles que una participación más activa en la explotación de patentes. «Estamos ultimando los detalles para que la administración insular pueda explotar las patentes que surjan de las líneas de investigación que ellos ya financian», como adelanta Pereda. 

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