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El cambio climático pone en riesgo el patrimonio geológico de Canarias

El IGME evaluará durante tres años cómo la sequía, las lluvias torrenciales o el ascenso del nivel del mar afectará a las formaciones volcánicas de los cuatro Parques Nacionales

El Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, es uno de los enclaves estudiados por el IGME. El Día

El cambio climático está poniendo en jaque el patrimonio geológico de Canarias. Las formaciones volcánicas que hoy configuran el paisaje de los cuatro Parques Nacionales de las Islas (Garajonay en La Gomera, La Caldera de Taburiente en La Palma, Las Cañadas del Teide en Tenerife y Timanfaya en Lanzarote), corren el riesgo de desaparecer y perder su actividad biológica si no se toman medidas de conservación adecuada. 

A tenor del impacto asociado al calentamiento global conocido en las formaciones geológicas, los investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), han comenzado este mismo año un estudio descriptivo en los cuatro Parques Nacionales cuyo objetivo es identificar los impactos, la vulnerabilidad y la resiliencia de la geodiversidad y el patrimonio geológico ante el cambio global. El proyecto, denominado Ivriparc, cuenta además, con la participación del Museo de la Naturaleza y Arqueología de Tenerife y las universidades de La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, UNED, Complutense de Madrid y Rey Juan Carlos. 

El calentamiento global está afectando de formas muy diversas a los cuatro Parques Nacionales de las Islas. La Caldera de Taburiente, por ejemplo, teme que las lluvias torrenciales –cada vez más habituales en la isla– erosionen el terreno y generen inundaciones que, en última instancia, dañen el patrimonio paleontológico y natural de este lugar emblemático en la isla de La Palma. 

El calentamiento global está afectando de formas muy diversas a los cuatro enclaves naturales

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En Garajonay el problema se encuentra en los manantiales naturales que nacen de las cumbres que emergen más allá del bosque de la laurisilva. El agua que emana de la que creían una fuente inagotable ha sido a menudo utilizado por los propios residentes como abastecimiento para la agricultura y el turismo. Sin embargo, en los últimos años «los gestores del Parque han advertido una merma en su caudal», explica Juana Vegas, investigadora del IGME y una de las responsables del proyecto. Esta advertencia llamó la atención de los investigadores que ahora estudian si la causa es el cambio climático para poder tomar medidas correctoras y de conservación adecuadas. 

Para identificar el estado de los nacientes el grupo de investigación ya ha instalado instrumentos automáticos (limnígrafos) y una estación meteorológica completa en la zona alta del parque, donde recargan los acuíferos. «Hemos empezado por este lugar porque, debido a su orografía, disponemos de menos datos de seguimiento», explica Vegas que añade que, además, «el problema en Garajonay era el más acuciante para la población». Uno de los propósitos con los que nace este proyecto es el de difundir los resultados a la población. «Pronto llevaremos a cabo jornadas en los Parques Nacionales abiertas a toda la población para que escuchen nuestros resultados, es primordial que ellos sean los primeros en conocerlos», insiste la científica. 

Uno de los propósitos del proyecto es difundir los resultados en primer lugar a la población

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El problema en Tenerife está en el cráter del Teide. «Queremos evaluar la formación y cómo se precipita el azufre con las condiciones atmosféricas actuales», explica la geóloga. Esto es importante, como explica, porque está relacionada con una mayor o menor erosión y, por tanto, con la posibilidad de que se aceleren los desprendimientos. Pero los daños no se quedan ahí. El cambio climático también «influye otros muchos elementos del Parque», como las cuevas, donde habitan todo tipo de artrópodos y especies endémicas. «Está todo conectado y es esencial que conozcamos nuestro patrimonio natural para poder actuar en la biodiversidad», insiste Vegas. 

 Este seguimiento comenzará el año que viene junto al del Parque Nacional de Timanfaya. Este enclave volcánico se enfrenta a un problema muy distinto al del resto: la subida del nivel del mar. «El límite costero variará en la Isla y gran parte del Parque Nacional corre el riesgo de desaparecer», explica la geóloga. Esto podría conllevar a una erosión más rápida de los tubos volcánicos y de otras estructuras geológicas de la isla. «Estamos realizando un modelo por ordenador, en base a las predicciones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), para conocer la afección a la isla», explica. Las rocas no suelen recibir tanta atención, pero Vegas defiende la necesidad de darle la importancia que merece al patrimonio geológico. «Muchas veces ni nos detenemos a pensar en el daño que el cambio climático puede hacer al sustrato porque lo damos por sentado», resalta Vega, que recuerda que en Canarias estas formaciones volcánicas están muy relacionados con la economía y el turismo. 

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