No debe haber sociedad en el mundo que no tenga la creencia de que tras la creación del mundo hay un ser supremo creador de vida, de la luz, del día y su alter ego, maligno, portador de enfermedades y muerte; de la oscuridad y las tinieblas. En algo así creían los guanches, los pobladores de la isla de Tenerife antes de ser conquistada por la Corona de Castilla a finales del siglo XV. La leyenda de Guayota, un ser maligno que habitaba en el interior del Teide -o como lo llamaban ellos, Echeyde-.

Las crónicas de entonces transmitieron esta creencia o leyenda que ha llegado hasta nuestros días más o menos así: Guayota vivía en el interior del volcán y a través de su boca lanzaba lava, piedras incandescentes y cenizas de vez en cuando para que los guanches no se olvidaran de que su reino estaba muy cerca y que debían tener cuidado.

Un día, Guayota secuestró Magec, el dios del sol y de la luz para los guanches, trayendo con este acto la oscuridad sobre ellos. Lo llevó hasta el interior de la montaña en la que vivía y no le dejó escapar. Aquel día se hizo noche de forma súbita.

Las guanches, atemorizados, acudieron a su dios más importante Achamán, dios del cielo para pedirle que les ayudara a vencer a Guayota y poder recuperar su luz.

Leyendas de Tenerife: Guayota, el maligno que habita en el Teide

Achamán accedió a los favores que le pedían los guanches e inició una lucha sin cuartel contra Guayota para que liberara a Magec. Durante días, los aborígenes escucharon rugir las entrañas de la tierra, sintieron poderosas explosiones y vieron cómo por la boca de Echeyde salía fuego y escupía piedras. Fueron varios los días en los que no cesó esta actividad, esa guerra que Achaman y Guayota libraban en el interior de la montaña hasta que, de pronto, se hizo el silencio y poco a poco la luz comenzó a brillar de nuevo en el cielo. Los guanches supieron entonces que Achamán había vencido y Magec, liberado.

Achamán lucha contra Guayota

Achamán tapó la boca de Echeyde para evitar así que Guayota pudiera salir de nuevo. Los guanches lo celebraron con gran alegría y desde entonces el Maligno, Guayota, vive atrapado en el interior del volcán sin poder escapar. Solo aquellos que han subido hasta el pico han podido oler su fétido y sulfurosa pestilencia, pero él desde entonces no ha podido salir de su prisión de piedra.

Esta leyenda guanche hace referencia a una erupción volcánica en la que las cenizas tapan el sol y generan oscuridad y se producen temblores en la tierra y explosiones. A medida que la erupción baja de intensidad y termina, la luz del sol vuelve y la calma vuelve a reinar. La última erupción del Teide se produjo hace algo más de un milenio, aunque no ha sido la última que ha sufrido la isla de Tenerife. La última erupción se produjo el 18 de noviembre de 1909 en el volcán Chinyero, que duró apenas diez días.