Es muy raro que un canario cuando oye hablar de la Isla de San Borondón no sepa a qué nos estamos refiriendo, sin embargo quizás no todos sepan de dónde surge el mito de esta mágica Isla que aparece y desaparece en el horizonte del Archipiélago canario, en concreto entre las islas de Tenerife y La Gomera, según la mayoría de las versiones que circulan por el acervo popular insular, aunque hay testimonios de personas que aseguraron haberla visto entre las islas de El Hierro y La Palma. Así que ¿de dónde surge el mito de la Isla de San Borondón?

La historia de esa mítica isla está asociada con la historia de un monje del monasterio de Clonfert (Bretaña) y un protagonista muy particular: Brandán (c. 480-576 d.C), que sería santificado tras su muerte. Su historia recorrería las islas británicas y daría el salto hasta la Europa medieval. Este monje, estando en el monasterio de Clonfert recibió la visita de Barinto, un anciano compañero de su hábito, que le reveló la existencia de unas islas maravillosas en el océano occidental (Océano Atlántico).

Brandán quedó maravillado por el relato, de esas islas por lo que empezó a hablar con otros monjes para que se aventuraran con él en una expedición hacia esas tierras ignotas. Así, convenció a 14 monjes para construir un curragh (una sencilla embarcación tradicional irlandesa hecha de madera y cuero) y emprender la navegación por aquel océano desconocido. Sin velas, sin timón, sin rumbo. Realmente, no lo necesitaban. Sería Dios quien los guiaría, como relata Kevin R. Wittmann.

Como muy bien explica Marcos Martínez Hernández, filólogo clásico y catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, san Borondón es "por un lado una isla legendaria, ya que se le supone su existencia; pero, por otro, es también una isla fantasma, pues en realidad no ha existido nunca como tal; es también una isla mítica, al estar rodeada del halo del mito y el misterio; pero es igualmente una isla-paraíso, por estar conectada con la leyenda de San Brandán y su búsqueda de la isla de Promisión; tampoco deja de ser una de las islas flotantes e isla-ballena, que son otros dos de los motivos asociados a los viajes del monje irlandés. Estamos ante un tipo muy especial de isla que encierra en sí una extraordinaria riqueza de tópicos literarios, muy acorde con la variedad y nombres con la que se la conoce a lo largo de su tradición histórica, geográfica y literaria: Aprositus, Inaccesible, Encubierta, Antilia, Non Trubada, Isla de las Siete Ciudades, Encantada, Non Trovata e Isla de San Brandán, que en el ámbito canario se transforma en San Borondón", expone el profesor.

Isla de San Borondón, al oeste de las Islas Canarias, según una de las cientos de cartas náuticas en las que aparece.

Hacia un mundo desconocido

Brandán y sus compañeros navegaron por el Océano Atlántico durante siete años y, según relataron luego, divisaron diversas islas maravillosas: la Isla de los Pájaros, en la que las aves cantan salmos y alaban a Dios; la isla en la que Judas cumple su penitencia o el enorme pilar de cristal en un mar de niebla que tardan tres días en rodear. Tras ese periplo en el que visitan también otros territorios, por fin llegan al lugar al que ellos llamaron el Paraíso.

En este lugar, fueron recibidos por san Pablo el Ermitaño y tras estar un tiempo en este mágico lugar, el grupo de monjes retornó a de vuelta a Irlanda, donde Brandán falleció tiempo después siendo declarado santo.

Este relato no se conoció inmediatamente, a pesar de lo maravillados y las aventuras que vivieron los monjes de Clonfert con Brandán a la cabeza, sino que se registró por primera vez en el siglo X, en una obra titulada Navigatio Sancti Brandani (La Navegación de San Brandán”, convirtiéndose en una obra muy apreciada en los circuitos monásticos y nobiliarios durante muchísimo tiempo.

Sin embargo, esa no es la única versión que se tiene del viaje de San Brandán: hay más de un centenar de manuscritos que la relatan con más o menos detalles, con más o menos fantasía, con más o menos elocuencia, pero lo más importante es que la historia del viaje de San Brandán no solo quedó registrada en latín, la lengua culta por aquel entonces en Europa, sino que se tradujo a la mayoría de las lenguas vernáculas del Viejo Continente.

Pero si la historia de San Brandán traspasó los muros de los monasterios y el de los castillos feudales de la época fue sin duda por una de las historias más increíbles que se puedan recordar y que recuerdan a la de Jonás. Así, en un momento dado del viaje San Brandán y sus compañeros desembarcaron en una isla en la que celebrarron misa, comieron y descansaron un poco. Quizás demasiado poco, porque cuando los monjes empezaron a encender una hoguera, la isla empezó a moverse de forma violenta, por lo que se subieron a su pequeña y rústica embarcación para ponerse a salvo.

Los monjes estaban relamente atemorizados pero San Brandán les cuenta entonces lo que en realidad había sucedido: no habían estado sobre una isla, sino sobre el lomo de un pez gigante, una ballena. La historia de San Brandán y la isla-ballena -que aparece y desaparece- tuvo una enorme difusión a lo largo de los siglos venideros y apareció en diversas cartas náuticas y obras geográficas.

Mapa Mundi de Hereford, c. 1291. Catedral de Hereford, Inglaterra.

Mapa Mundi de Hereford, c. 1291. Catedral de Hereford, Inglaterra.

El primer mapa en el que aparece la historia de San Brandán es el famoso mapa de Hereford (c. 1291), en el que, en la esquina inferior derecha, junto a las Islas Afortunadas (Canarias), se puede leer una inscripción en latín que indica que las Afortunadas son "siete islas, y que son las islas de San Brandán".

Las Islas Brandanianas: Canarias

Es a partir de este momento en el que comienza la relación entre San Brandán y Canarias, islas que ya habían sido visitadas desde la antigüedad, pobladas en torno al siglo II a. C. durante la ocupación romana de Libia (como denominaban los romanos a todo el norte de África) y conquistadas en el siglo XV (entre 1402 y 1496).

La leyenda es tan grande que ha llegado hasta nuestros días cuando se comenta que existe una misteriosa isla, en la parte occidental del Archipiélago canario, que aparece y desaparece de forma caprichosa, y por más que se intente no permite ser visitada: la isla de San Borondón.

Mapamundi de Ebstorf, c. 1300

El mapamundi de Ebstorf, realizado a finales del siglo XIII en el monasterio de la localidad alemana del mismo nombre, desapareció en un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. En la imagen superior se observa una reproducción de este, en el que se relata el misterio de San Borondón. Se recoge que esta isla la encontró el monje San Brandán, pero nadie más ha logrado ni dar con ella ni mucho menos visitarla.

La leyenda de la isla de San Borondón, que aparece y desaparece siguió vigente a lo largo de los siglos. Así, el historiador Abreu Galindo, en el siglo XVI, "describió" la situación exacta de la isla, y fueron varios los intentos oficiales por localizarla y visitarla, pero con mismo nulo éxito. La isla de San Borondón, al igual que la leyenda, es tan atractiva como caprichosa. La atracción por la isla de San Borondón es tan legendaria como legendario fue el viaje de San Brandán por el Océano Atlántico en el siglo VI.

En la actualidad, existen personas que afirman "por lo más sagrado" haber visto la misteriosa isla. Incluso hay personas que aseguran haberla documentado en un vídeo que se hizo viral en Youtube en 2008

¿Mito o realidad? Lo cierto es que esta leyenda es una de las más conocidas en Canarias y en practicamente toda Europa.