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Salud mental

Enfrentados a la enfermedad y al rechazo

Diagnosticada de esquizofrenia desde los 18 años, María (nombre ficticio) pide empatía y respeto | “Yo soy más que la enfermedad”,afirma esta joven ourensana

El estigma social condena a las personas con enfermedad mental al rechazo. FERRAN NADEU

La esquizofrenia paranoide no solo le robó la salud. También la vida tal y como la conocía hasta entonces, porque en cuanto los médicos pusieron nombre y apellido a lo que padecía y se supo, María (nombre ficticio) vio cómo sus amigos se iban disipando en el horizonte y se quedaba sola frente a la incomprensión y el rechazo social que la enfermedad mental aún despierta. Tenía 18 años.

“Mis amigos me rechazaron por mi enfermedad; me apartaron –comenta–. Querían salir de noche y yo no puedo porque a veces, de noche, me entran nervios y tengo que tomarme un Trankimazin. Pero también porque les daba vergüenza”.

María es una de las 500.000 personas en España que padecen esquizofreniaun trastorno crónico grave que cursa con brotes (cuadros psicóticos agudos) y que suele provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.

A sus 26 años, esta ourensana de voz dulce y melodiosa no solo tiene que lidiar con una afección traicionera, que busca cualquier recoveco para llenar su cabeza de ideas delirantes, sino con el rechazo social. “Muchos vecinos y conocidos me tuercen la cara e incluso me niegan el saludo. Me tratan con desprecio, como si yo tuviese la culpa de tener una enfermedad”, comenta María, cuyo padre, ya fallecido, también la tuvo.

La vida se hace bastante cuesta arriba cuando uno sufre esquizofrenia. María, que en estos momentos trabaja en una empresa de limpieza y oposita para la Xunta, tiene que hacer un mayor esfuerzo para retener la información, ya que la medicación que toma para controlar los síntomas de la enfermedad afecta a su capacidad de retentiva, le provoca somnolencia e incluso le nubla la visión. “Como todo el mundo, tengo días y días. Hay días en que me levanto más optimista y otros, menos,. Y levantarme es una odisea. Por la medicación que tomo, a veces necesito diez alarmas para levantarme”, dice.

Ya sacarse el ciclo medio le supuso un esfuerzo titánico. “La medicación te quita las voces, pero te hace estar muy cansada. Me costó mucho madrugar para estar en el instituto a las ocho, pero fui. Y lo acabé. Poquito a poco hay que hacer las cosas”, afirma María, que, además, fue víctima de acoso escolar por su enfermedad.

"Levantarme es una odisea. Por la medicación, a veces necesito hasta diez alarmas"

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Tal vez por todo esto, se ha convertido en una profesional en poner buena cara al mal tiempo y no está dispuesta a dejarse vencer por la enfermedad. Incluso le ha encontrado el lado positivo a su enfermedad, que sabe que la acompañará de por vida. “Mi condición me obliga a alimentarme de forma sana y a mantenerme activa porque esto me ayuda a estar bien. Antes, a estas cosas no le daba importancia”, explica.

María camina siempre que puede entre media hora y una hora. También practica los ejercicios de meditación que le enseñó una psicóloga y cuando tiene algo más de tiempo, toca un instrumento musical y lee. Le cuesta mucho concentrarse y se le olvida con rapidez lo que lee, reconoce, pero esto no es un inconveniente. “Si se me olvida, vuelvo a leerlo”, apunta.

Aunque personajes conocidos como Ángel Martín, Javi Martín y Mai Meneses han contribuido a visibilizar la enfermedad mental con sus libros –“Por si las voces vuelven”, “Bipolar y a mucha honra” y “Tenía tanto que darte”, respectivamente–, lo cierto es que decir abiertamente que se tiene esquizofrenia o cualquier otra enfermedad mental no suele encajarse como quien comenta que tiene diabetes. Por eso, lo normal es que los afectados lo oculten. “No digo nada a nadie porque es algo privado que nadie tiene por qué saber y porque, además, ya sé lo que pasa cuando se enteran: automáticamente te apartan”, sostiene.

Esta joven está convencida de que el estigma que sufren las personas con enfermedad mental se debe al desconocimiento. “Uno no está todo el tiempo malo. Eso es una crisis, un momento en que estás mal y necesitas ayuda, como cualquier enfermo. Y ya está. Yo no soy la enfermedad, soy más que eso. Sin embargo, a la gente le da verdadero pánico oír hablar de enfermedad mental”, asegura.

Por acabar con el estigma, aboga por realizar labores de concienciación en el colegio. “Hay que trabajar con los niños para que sean capaces de ponerse en el lugar de la otra persona y que vean cómo es su día a día porque no se puede comprender lo que no se ve”, opina.

"A la gente le da verdadero pánico oír hablar de enfermedad mental”

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Hace dos años, sufrió su último episodio psicótico y el peor de todos –asegura–, por el que estuvo ingresada dos meses. “Lo pasé muy mal –reconoce–. No distinguía la realidad”.

Sin embargo, este nuevo revés no le restó las ganas de continuar luchando para poder ser una mujer independiente. Su objetivo ahora es aprobar las oposiciones. “Siempre he sido una persona optimista, aunque creo que desde que me diagnosticaron la enfermedad lo soy aún más. Ser positivo es la clave de todo. No me rindo y diría a todas las personas con una enfermedad mental que no se rindan, que todo es posible, que todo se puede lograr si uno se lo propone, que ellas son mucho más que su discapacidad”, sostiene.

María tiene sus principales apoyos en su madre y en su hermano, en su psiquiatra, el doctor Gutiérrez Moyano, y en la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia (FEAPES), que representa a más de 80.000 gallegos con problemas de salud mental a través de las doce asociaciones gallegas que agrupa y que trabajan para mejorar la calidad de vida de las personas con problemas de salud mental y sus familias, y defender sus derechos. “Nos ayudan constantemente a encontrar buenos empleos y siempre tenemos su protección. También hay gente buena que nos apoya y defiende”, afirma.

Depresión y ansiedad

Según 'Health Service Monitor 2022', un estudio que Ipsos ha publicado recientemente, la salud mental es el tema de salud que más preocupa a los españoles, por detrás del cáncer, 16 puntos más respecto a 2021. Según este informe, elaborado a partir de los resultados de una encuesta realizada a ciudadanos de 34 países, un 18% de la población mundial ha tomado medicación para el estrés y depresión en el último año. Un porcentaje muy similar al de España, donde 1 de cada 5 personas declaran haber tomado este tipo de medicamentos, en línea con las cifras de la mayoría de los países europeos. En el caso de España, un 33% de la población se ha sentido estresada en el último año, frente al 63% mundial.

Además, 3 de cada 10 personas en el mundo afirman haberse sentido deprimidas y sin fuerzas en los últimos meses. En España es 1 de cada 5 los que dicen haberse sentido así, el segundo dato más bajo de Europa después de los Países Bajos (16%). Asimismo, un cuarto de la población mundial declara haber experimentado pensamientos suicidas o de autolesión. En el caso de España, es el 11%, de nuevo en línea con la mayoría de países europeos, aunque es cierto que países como Portugal (4%), Rumanía (5%), Países Bajos (5%) presentan cifras inferiores. El estudio también revela que son pocas las personas (16%) que buscan ayuda en profesionales especialistas –un 18% en España–.

En términos sociodemográficos, las personas menores de 35 años, las mujeres, las personas solteras y quienes tienen ingresos más bajos son los que más dicen padecer enfermedades relacionadas con la salud mental.

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