Las imprevisibles "dracónidas", que no figuran entre las lluvias de estrellas más llamativas del calendario pero que en ocasiones han deparado verdaderos espectáculos astronómicos, alcanzarán la noche de este sábado al domingo su máxima actividad antes empezar a decaer y desaparecer por completo el lunes.

Dos circunstancias dificultarán previsiblemente esa observación: las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología apuntan que las nubes van a cubrir los cielos en gran parte de la península y en los dos archipiélagos; y la luna, que esa noche estará casi llena y permanecerá en el cielo nocturno durante toda la noche.

Mucho menos populares que otras lluvias de estrellas, entre ellas las "Lágrimas de San Lorenzo" -las "Perseidas- del mes de agosto, las "dracónidas" han protagonizado sin embargo importantes acontecimientos astronómicos, como el que tuvo lugar la noche del 8 de octubre de 2011, cuando se vieron más de 400 meteoros por hora y restos muy grandes procedentes de un cometa.

Así lo ha recordado el científico Miguel Gilarte, presidente de la Asociación Astronómica de España, una entidad dedicada a la investigación y a la divulgación en este campo desde hace casi cuarenta años.

Gilarte ha rememorado que la noche del 8 de octubre de 2011 entró en la atmósfera una tonelada de material procedente del cometa 21P/Giacobini-Zinner -por eso esta lluvia también es llamada "Giacobínidas", y ha destacado la entrada de un descomunal "bólido" que trazó un recorrido brillante perfectamente visible desde la Tierra, con un peso de unos seis kilos, cuando el tamaño de cada una de las "lágrimas" es similar a un grano de arena o a una lenteja.

La lluvia de estrellas provocada por las "dracónidas", que se producen cuando la órbita de la Tierra se cruza con las nubes de partículas que deja en su trayectoria el cometa 21P/Giacobini-Zinner, comenzará a ser visible a partir de este viernes por la noche y se prolongará hasta el lunes.

Salvo excepciones, esta lluvia no resulta espectacular por el número de meteoros que se pueden ver en el cielo, aunque Miguel Gilarte sí ha destacado entre sus principales características la "lentitud" con que dibujan su trazado, ya que van a "solo" 20 kilómetros por segundo, frente a los 70 de otros meteoros, lo que permite, si las condiciones son favorables, ver cómo esa "estrella fugaz" se desliza suavemente por el cielo.

Los mejores consejos para intentar verlas a simple vista: alejarse de los núcleos urbanos para que haya menos contaminación lumínica; instalarse en el lugar de observación con tiempo para que la vista se acostumbre a la oscuridad, y, en este caso, dirigir la mirada hacia arriba y en dirección norte.