Rosa Gloria Suárez López de Vergara, de Unicef Canarias, considera que una de las sorpresas positivas de la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible fue la inclusión de los llamadas Diálogos Intergeneracionales en su diseño, “por lo que supuso de poner en conexión dos diferentes grupos de la sociedad, escuchar las distintas percepciones de la realidad y cómo esta debe modificarse para hacerla sostenible”. 

En ese diálogo, añade, “sorprendió la madurez con la que los chicos y chicas participantes trasladaban sus argumentos y debatían sobre aquellos aspectos que más les preocupaban”. En todas las islas habitadas se están formando ahora espacios cívicos para dar voz a la infancia, a la juventud y a los mayores, algo que Suárez López de Vergara considera absolutamente necesario. “Desde Unicef España promovemos las Ciudades Amigas de la Infancia para potenciar la participación infantil y adolescente porque creemos que tienen muchas cosas que decir, que tienen derecho a expresarlas con libertad y además sus propuestas deben ser tenidas en cuenta”. 

“Muchas veces hablamos de que los derechos llevan responsabilidades implícitas, pero, si no hacemos partícipes a los niños, niñas y adolescentes, estos no podrán entender su parte de corresponsabilidad en las decisiones que se toman y les afectan, y sobre las que ellos y ellas deben formar parte activa”, explica la misma fuente. “Se participa porque ello supone el ejercicio de un derecho y de una responsabilidad compartida; para hacerlo posible, debemos adaptar las condiciones a todos los grupos, para que ejerzan esa participación, pues a participar se aprende participando”, sostiene. 

En la línea de una protección a la infancia consustancial a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Unicef Canarias ha propuesto a la Cámara autonómica una medida muy concreta: debatir sobre el gasto público que Canarias destina a la infancia. Suárez López de Vergara lo explica: “A finales de 2020, hicimos un convenio con el Parlamento para hacer una investigación y valorar los presupuestos. Fue un análisis gracias al cual se hizo visible el presupuesto del Gobierno de Canarias para los niños y niñas”. 

A partir de ahora y en años sucesivos, se seguirá haciendo el análisis del impacto que tienen las políticas públicas. Por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital y la aportación por hijo a cargo”, añade.

Debatir ese gasto también significa medir la eficacia de los recursos públicos para mejorar la vida de los niños y niñas. Un diagnóstico que, según Suárez López de Vergara, es esencial para modificar la situación actual. “La idea es que las políticas que se desarrollen repercutan positivamente en la infancia. El control del presupuesto sirve para invertir de un modo racional, para ver si hay déficits y para lograr impactos en asuntos de salud, pobreza, educación, violencia... Trabajamos siempre con el ideario de la Convención sobre los Derechos del Niño”, subraya.

Pese al compromiso del Gobierno y del Parlamento en Canarias, en muchas ocasiones lo más difícil es aplicar las medidas concretas para solucionar los problemas con la urgencia que estos requieren. Suárez López de Vergara habla de “prioridades” en el ámbito político y de ODS. “¿Cuáles son las políticas concretas? ¿Cuáles son las prioridades? Lo más difícil es contestar a estas preguntas y cómo llegar a la vida del individuo, del ciudadano”, explica. “¿Qué es lo que recibe, finalmente, el individuo? Recibe lo que dan los gobiernos locales. Por eso Unicef pone el foco en el trabajo de incidencia política a nivel superior y en la política del ciudadano de a pie”, añade.

Las Ciudades Amigas de la Infancia forman parte de esas acciones concretas. “Las propuestas de política de la infancia son valoradas y estimuladas por los niños y niñas, que participan activamente de un modo natural. No es una tarea fácil, pero es preciosa. Los niños y las niñas comienzan a entrar en el mundo de la política y aprenden a ser demócratas, además de percibir las dificultades inherentes a la política”, expone.

Ese programa nació en España hace poco más de 20 años, a raíz de una alianza de Unicef con ministerios y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

Suárez López de Vergara resalta la participación activa de los niños y niñas con algo de “envidia sana”. “En mi época de niña, me mandaban a callar”, lo recuerda riéndose. “Este programa es maravilloso porque enseña a los niños y a las niñas a trabajar por su municipio; son ellos los que tienen la capacidad de liderar sus propias políticas infantiles”.

Mucho más que dinero

La pobreza y los problemas medioambientales han ido en aumento desde que en 2015 se diseñaron los ODS. Según sostiene Suárez López de Vergara, hay que trabajar duro, sin dejar de hacer nuevas propuestas, para que iniciativas como la Agenda Canaria 2030 no queden en agua de borrajas. “El cambio climático, las guerras y las emergencias son zancadillas en el camino. Pero ahí estamos las organizaciones internacionales trabajando para que otros puedan actuar en el lugar donde se necesite. Nos encanta la utopía de un mundo maravilloso y mejor, pero siempre aparecen las dificultades. Esta gran torta que recibimos con la situación de emergencia humanitaria en Ucrania es el último ejemplo, pero lo que hemos hecho ha sido dar la respuesta más inmediata posible”. Pese a las dificultades, Suárez López de Vergara es optimista y cree en el enorme potencial del trabajo colectivo. “Antes la pobreza era aún más severa. Las oportunidades no solo son una cuestión de dinero. También están las intelectuales, de formación y de cultura. La infancia es el motor de la sociedad; no digo que sea el futuro, sino que es el presente porque ya hoy están cambiando el modo en que piensan los adultos, como demostró el consejo de participación infantil en el diseño de la Agenda Canaria 2030, donde se generó un tipo de aprendizaje que va más allá de la educación institucionalizada. Yo soy optimista porque creo en la infancia y sé que están mejor preparados para enfrentarse a las situaciones adversas”, concluye.