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Las playas turísticas, entre los puntos críticos que amenazan al angelote

La ULPGC traza el patrón de reproducción y desplazamiento del tiburón en riesgo

de extinción con tecnología pionera de seguimiento para facilitar su conservación

Un ejemplar de angelote con dispositivo de seguimiento colocado en el marco del proyecto Acusquat II. | | ULPGC

Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria han logrado detectar los puntos críticos que amenazan al angelote -la interacción con red de pesca en épocas de años concretas, y las zonas donde depositan a sus crías en playas turísticas-, y trazar su patrón de desplazamiento y reproducción, información vital para favorecer la conservación de este tiburón en peligro de extinción, del que sólo se conocen poblaciones sanas en Canarias, respecto al conjunto de planeta.

Científicos del proyecto Acusquat II, con Jorge Cabrera, José J. Castro y Aridane Glez. en el centro de la imagen. | | J.D. (ULPGC)

Un trabajo que se ha realizado en el marco del proyecto Acusquat II, liderado por el Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-Ecoaqua), con la colaboración de Instituto de Microelectrónica Aplicada (IUMA), ambos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y cuyos resultados fueron presentados ayer por el investigador principal, José Juan Castro (Ecoaqua), acompañado por Jorge Cabrera (IUMA), y Aridane González, director de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la ULPGC.

«Entre noviembre y febrero los angelotes adultos se acercan a la costa para aparearse, luego se alejan hacia profundidades de 70 a 120 metros, y en junio regresan a tierra a reproducirse y a poner las crías en zonas protegidas, convirtiendo playas o bahías como Amadores o Puerto Rico, en guarderías donde los ejemplares nacidos permanecen entre un año y 18 meses», indicó José Juan Castro.

Áreas de crianza

Estas zonas de crianza en playas turísticas, constituye uno de los puntos críticos detectados, al ser donde los animales se reproducen y mantienen a las crías, porque puede haber una interacción con las personas. «Son animales inofensivos, siempre están enterrados en la arena, y la mayor parte son crías, de 30 o 40 centímetros máximo. El único problema puede ocasionarse si alguien los pisa».

La solución pasa por impulsar canales de información al usuario de las playas donde se han localizado las guarderías de angelotes, «cartelerías que indique que esos animales están en ciertas zonas concretas, qué comportamiento tienen y que son inofensivos, para así compatibilizar la conservación con el uso turística de las playas».

El segundo punto crítico se detecta cuando los adultos van a reproducirse a la costa e interceden con las redes de pescadores, sobre todo los ocasionales. «La pesquería de chopa en invierno y de vieja en verano coinciden con los períodos en que los animales se acercan a la costa, y pueden haber algunas capturas de tipo accidental, en áreas como San Cristóbal, Arguineguín...». En este sentido, han elaborado una guía dirigida a los pescadores, para que sepan cómo liberar correctamente a un angelote atrapado en un anzuelo o en la red, para que la interacción no suponga un riesgo ni para las personas, ni para los animales. También se ha diseñado un tríptico con información para distribuir en los clubs de buceadores y pósters divulgativos sobre las características de esta especie y cómo convivir con ella, teniendo en cuenta que no es un animal peligroso.

El proyecto Acusquat II, cofinanciado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, ha propiciado el desarrollo, en colaboración con el SIANI, de una red costera de seguimiento con receptores acústicos entre el Faro de Maspalomas y Amadores, y un innovador vehículo autónomo de rastreo, para estudiar los movimientos de los ejemplares marcados. «El principal problema que hemos tenido en el proyecto es que, a pesar de que hemos realizado cuatro campañas, sólo hemos podido marcar a nueve de los 24 ejemplares previstos, bien porque el tiempo que ha hecho en esas campañas no ha favorecido que los localizáramos, o porque han huido nada más acercarnos», señaló Castro.

No obstante, en el proyecto realizado anteriormente -el Acusquat I-, pudieron marcar a 15, con lo cual se suman a un censo de 24 ejemplares en seguimiento. El objetivo de los investigadores es hacer una nueva campaña el próximo mes de diciembre, para intentar sumar más animales al estudio.

La información de la red fija de receptores -que solo puede detectar la presencia de los angelotes marcados si pasan en un radio de entre 300 y 600 metros-, se apoya con la que aporta el vehículo autónomo de superficie que dispone de un receptor móvil, creado a partir de una antigua tabla de pádel surf, que además integra un sistema de grabación de datos georreferenciados y capacidad para transmitirlos a una base en tierra en tiempo real, dos motores impulsores, alimentados por baterías y placas solares para su recarga. Dotación que le permite una autonomía de navegación elevada. «Hemos conseguido generar toda una serie de tecnología capaz de hacer un seguimiento de estos animales y verificar que su patrón de comportamiento, cuando se acercan a las playas está condicionado a la reproducción, fundamentalmente», concluyó José Juan Castro.

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