El gas natural se ha convertido en protagonista del sector energético tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. El aumento del precio de este combustible acapara grandes titulares en los medios, lo que ha dado lugar a una serie de mitos y bulos que no son siempre verdad.

“Las reservas se agotan. El gas es tan limitado como el petróleo y otros combustibles fósiles”

El gas natural está pivotando hacia un origen renovable aprovechando los residuos y desechos orgánicos. Sin embargo, el gas natural de origen fósil sigue siendo un recurso imprescindible para garantizar el suministro energético de la industria y los hogares y la competitividad de las empresas. La paradoja es que el país con mayor reserva de gas natural del mundo, con un total de 47.800 billones de metros cúbicos, es Rusia, lo que implica un riesgo en el suministro de gas que llega a Europa y ha obligado a los países de la UE a buscar proveedores alternativos como Qatar, Nigeria o, entre otros, Estados Unidos. Las reservas mundiales permitirían seguir consumiendo gas natural durante decenas de años.

Por otro lado, los gases renovables son una fuente inagotable de energía, ya que proceden del aprovechamiento de nuestros propios residuos. El biogás es un gas renovable compuesto principalmente por metano y dióxido de carbono que se genera a partir de la biodegradación de la materia orgánica, como residuos ganaderos y agrícolas.

A partir de ese biogás puede obtenerse el biometano mediante un proceso de depuración denominado “upgrading” a través del cual se eliminan distintas impurezas. Esto hace a este combustible idóneo como sustitutivo del actual gas natural de origen fósil y lo convierte en un vehículo esencial para avanzar en el proceso de descarbonización a la vez que refuerza su independencia energética. En concreto, los usos del biometano son los mismos que el gas natural, como la propulsión de vehículos de gas natural comprimido (GNC) y Gas Natural Licuado (GNL), la generación de electricidad en ciclos combinados y la producción de calor en industrias y edificios.

“El gas es contaminante y malo para el medio ambiente”

El gas natural, lejos de ser perjudicial para el medio ambiente, reduce las emisiones de agentes contaminantes y mejora la calidad del aire local, ya que posee menor contenido en carbono que el resto de los combustibles fósiles convencionales como el carbón o los derivados del petróleo al estar generado a base de biomasa o de dióxido de carbono capturado.

La composición de gas natural tiene una mayor relación hidrógeno/carbono respecto al resto de energías fósiles convencionales. Esto genera menos CO2 por unidad producida, lo cual repercute en una mayor sostenibilidad. Además, está constituido en su mayor parte por metano, por lo que en su combustión emite un 30% menos de C02 que los derivados del petróleo y un 40% menos en comparación con el carbón. Al final, la combustión del gas natural reduce entre un 20% y un 30% las emisiones de CO2 frente a los productos petrolíferos, contribuyendo a reducir el impacto sobre el efecto invernadero y a alcanzar el objetivo europeo de descarbonización de cara al 2050.

“El gas es cosa del pasado, en el futuro nadie lo usará"

EL gas natural no es algo del pasado. Reducir la huella de carbono es una responsabilidad de todos más allá de que lo haya impuesto la UE, que ha fijado como objetivo alcanzar ‘cero emisiones’ de cara al 2050 y, en este escenario, los gases renovables se alzan como una alternativa imprescindible para cumplir con la agenda climática y asegurar el suministro energético. El gas renovable es una energía inagotable con emisión nula de CO2 totalmente intercambiable por el gas natural, por lo que puede distribuirse a través de los más de 100.000 kilómetros de redes de gas que hay en España.

Además, el desarrollo de los gases renovables impulsa la economía circular y la actividad en el mundo rural creando actividad económica y nuevos puestos de trabajo en zonas rurales. La utilización de 270 bcms de gas renovable podría suponer un ahorro anual para el continente europeo de 140.000 millones de euros en 2050, según los cálculos de Gas for Climate.

“Los coches ‘eco’ son solo los eléctricos de batería”

Descarbonizar el trasporte es fundamental, ya que las emisiones de CO2 derivadas de la automoción posicionan a este sector como uno de los más contaminantes. Según un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente, el transporte era responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de CO2 en la UE en 2019, de las cuales el 71,7% están vinculadas al transporte por carretera.

Optar por una movilidad sostenible es una necesidad para reducir la contaminación y mejorar la calidad del aire y, para ello, es fundamental apostar por alternativas que sustituyan a los combustibles fósiles. Si pensamos en formas de trasporte que respeten el medio ambiente nos dirigimos casi por instinto a los coches eléctricos. Pero, además de la electricidad, existen otras alternativas a los combustibles tradicionales como los coches híbridos, de GLP (gas licuado de petróleo), de gas natural licuado (GNL) o de gas natural comprimido (GNC).

Los vehículos a gas natural comprimido se posicionan como una alternativa para descarbonizar y cumplir con la agenda climática sin dejar de asegurar el trasporte.

El uso del gas natural como carburante tiene importantes ventajas ambientales, ya que reduce en más de un 85% las emisiones de óxidos de nitrógeno y en casi el 100% las partículas en suspensión. Gracias al uso de ECO-G, durante el pasado año se dejaron de emitir a la atmósfera más de 64.300 toneladas de CO2, el mismo C02 que absorberían más de 3,2 millones de árboles. Asimismo, los vehículos a gas natural comprimido son considerados ECO, por lo que no se ven afectados por las restricciones climáticas en la circulación, medidas ya vigentes en ciudades como Madrid o Barcelona que en un futuro afectaran a otros núcleos urbanos. En estas ciudades los coches sin etiqueta y los de etiqueta B y C tienen prohibida la circulación en episodios de alta contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (NO2). Los vehículos impulsados por gas natural comprimido ofrecen una alternativa viable y segura por estar categorizados con la etiqueta verde + del código establecido por el Plan Nacional de Mejora de la Calidad del Aire (la categoría más favorable), lo que permite circular libremente y despreocuparse de estas restricciones de tráfico. Además, estos vehículos cuentan con ventajas como bonificaciones de hasta el 75% en los impuestos, exención del pago del impuesto de matriculación, descuentos en aparcamientos y rebajas en peajes. 

“Las vitrocerámicas gastan menos que las cocinas de gas. Las cocinas modernas usan electricidad”

Las placas eléctricas y las cocinas de gas natural no se diferencian notablemente en el coste de adquisición, pero, sin embargo, a largo plazo existen diferencias notables en su coste energético. Al contrario de lo que muchos piensan, cocinar con gas natural puede resultar más económico que la vitrocerámica convencional. En la cocina de gas natural, cuánto más cocinas, más ahorras. Por ejemplo, si cocinas a diario y preparas 14 platos semanales, podrás ahorrar cerca de 43€ al año. Además, las cocinas de gas natural permiten controlar con precisión la temperatura, de manera manual y precisa, sin desperdiciar energía.  

Si además de usar el gas natural para cocinar, también lo utilizas para calentar el agua o la calefacción, el ahorro será mayor. Usamos comparadores de los que puedes encontrar en internet y observamos que si vives solo en un apartamento de aproximadamente 40 metros cuadrados con pequeños electrodomésticos y utilizas gas natural ahorrarás 218,47€ al año. Si vives con tu pareja en un piso ligeramente más grande (60 metros), con gas natural ahorrareis 385,63€ al año. Pero si vivís en apartamento de 80 metros cuadrados y sois una familia de 4 personas con gas natural el ahorro puede ascender hasta 659,20€ al año. Por lo tanto, el gas natural es una opción más económica que la electricidad y, aunque aparentemente sale menos rentable que el butano, con un consumo medio-alto una media de dos veces diarias resulta más eficiente.

El gas y las redes están llamados a tener un papel fundamental en el panorama energético actual y futuro, porque no se conseguirá llegar a la descarbonización únicamente mediante electrificación. Al igual que la electricidad, el gas también es verde.

Y es que aunque el gas natural está muy presente en los hogares españoles, esta energía es mucho más que calefacción y agua caliente. Sus usos convierten al gas natural en una alternativa eficiente para conseguir un futuro con energías limpias.