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Harveys, el único vino español en la corte de Isabel II

Bristol Cream de Bodegas Fundador es marca real desde 1895 y ahora debe refrendarlo Carlos III

El monarca español, Felipe VI, brinda con su tía Lilibeth, acaso con un jerez. E. D.

Una bodega jerezana puede presumir, y mucho, de ser la única marca española que cuenta con el sello denominado Royal Warrant, una orden que concede la Casa Real británica mediante la cual se establecen los criterios de calidad y los métodos para suministrar productos a palacio.

De nombre Harveys, y de apellido Bristol Cream, este aristocrático vino se elabora en las Bodegas Fundador –la más antigua de Jerez, fundada en 1730– que puede lucir con orgullo el privilegio de figurar entre los proveedores oficiales de la corona inglesa desde el siglo XIX, concretamente desde 1895, en los tiempos de la reina Victoria, una vinculación que continuó con hasta seis monarquías inglesas que han confiado en este jerez como producto de la casa, si bien ha sido la reina Isabel II la que sin duda ha ahondado en esta centenaria relación. Como muestra de tan estrecha complicidad, Harveys le ha rendido homenaje a la monarca con ediciones limitadas en consonancia con sus grandes hitos biográficos: el día de su coronación; sus bodas de plata; en el enlace de Carlos y Diana, y también con ocasión de sus 70 años de reinado. Por esta bodega han pasado miembros de la corona y de su equipo. Vemos la firma de la princesa Ana y de varios miembros de la Royal Warrant.

En ese selecto grupo de empresas que abastecen a la casa Windsor –un exclusivo listado que en la actualidad suma alrededor de unas 800 marcas– figuran, entre otras, Burberry, Cartier joyas, los cosméticos de Elizabeth Arden o los grandes almacenes Selfridges o los pianos Steinway, desde el siglo XIX. También son varias las casas de champaña que aparecen en la nómina real, como son los casos de Mumm, Pol Roger, Bollinger y Louis Roederer.

Lo cierto es que el hecho de lucir uno de estos sellos no resulta nada sencillo: hay que cumplir un examen minucioso y cuidar muy bien la reputación del producto y también los servicios. Aquellas marcas que cuentan con el privilegio de portar este escudo regio pueden ver cómo sus ventas se disparan, y los vinos de Harveys llevan este logotipo tanto en los estuches como en las etiquetas de sus botellas.

Garantía de éxito

Los Royal Warrants son potentes herramientas de marketing y una garantía de éxito, no en vano favorecen a las empresas a la hora de exportar al extranjero, especialmente hacia China, Oriente Medio y Estados Unidos. De hecho, un estudio de la Universidad de Warwick reveló que el 70% de los compradores chinos preferían comprar productos con Royal Warrant frente a aquellos que no poseían este distintivo.

Una leyenda urbana afirma que no había un día en el que la monarca no tomara una copita de jerez

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Bodegas Fundador se mantuvo de luto –con las banderas a media asta– hasta que Isabel II fue enterrada y ahora aguarda a que el nuevo monarca, Carlos III, ratifique la continuidad de tan histórica relación –un proceso que se podría dilatar durante varios meses–, manteniendo así para sus vinos el certificado real. A propósito de este halo de incertidumbre, la directora de relaciones públicas de la bodega, María Eugenia Herrera, manifestaba recientemente que con el relevo en el trono de la corona británica se inicia un lento proceso de renovación, «tal y como ha sucedido cuando ha habido cambios de monarca en nuestra larga vinculación con la Casa Real». No obstante, Herrera le quitaba trascendencia al asunto, explicando que «estos son procesos muy conocidos en la bodega».

Harveys es una marca de vinos de Jerez que cuenta con una gama de cuatro Superpremium VORS (Very Old Rare Sherry) de más de 30 años, una Premium y también los clásicos, entre los que destaca el Harveys Bristol Cream. Se trata del vino de Jerez más vendido en el mundo y también en el Reino Unido, su principal mercado consumidor. Por eso, desde Fundador aseguran que el sello real no se plantea como reclamo comercial porque, en realidad, representa «parte de su esencia». El Harveys Bristol Cream ya ha conquistado diferentes reconocimientos internacionales, entre otros el Premio al Mejor Vino del Mundo en el concurso International Wine Challenge de Gran Bretaña.

La directora de relaciones públicas explica que entre la bodega y la monarquía británica existe una estrecha relación, pero precisa que «no eligen Bristol Cream solo por tratarse del número uno del mundo en consumo; las claves están en que es un vino excelente, cuidado y seleccionado». Y ahonda en el hecho de que la diferencia en calidad con otras marcas está en el secreto de su elaboración, ya que el Bristol Cream de Harveys «mezcla en su composición los cuatro vinos de Jerez: es dulce pero tiene el cuerpo de un oloroso, adquiere la gracia de los finos y la elegancia de los amontillados».

El Bristol Cream fue el primero en crearse como tal en la gama de jereces, allá por 1882, con una fórmula que no se limita al oloroso abocado con Pedro Ximénez. «La reina seleccionó el Cream Bristol Harveys y eso lo dice todo», subrayan desde Bodegas Fundador. En definitiva, era el vino que la recientemente difunta Isabel II tenía en el carrito-camarera de sus salones privados o en algunas otras estancias de uso oficial. También era el jerez que se servía en las galas o recepciones oficiales o cenas en Palacio.

Dos siglos después

Una leyenda urbana afirma que no había un solo día en el que la monarca no se tomara una copita de jerez cuando iba cayendo la tarde. Lo que sí está confirmado es que Harveys nació en Reino Unido en 1796, en la ciudad de Bristol, en los tiempos en los que los ingleses se establecieron en Jerez. Allí tenían sus bodegas para elaborar vinos. Han pasado más de dos siglos y un nombre tan british como Harveys contribuye a que la relación siga siendo estrecha.

Como aperitivo, Isabel II tenía otro hábito que compartía con su madre y que ambas disfrutaban antes de la cena: un cóctel de ginebra y Dubonnet con hielo y limón. El Dubonnet fue creado en la década de 1840 como una forma de hacer que la quinina fuera más apetecible para las tropas de la Legión Extranjera francesa. ayudando a combatir la malaria. El cóctel apareció a principios del siglo XX. Estas supuestas virtudes y su sabor lo hicieron muy popular y bien se podría decir que, como sucede con el jerez, acrecientan su fama al ser el vino y el cóctel elegidos por dos reinas que vivieron hasta los 101 y 96 años, respectivamente.

Aquellos tiempos del ‘Canary Wine’

Por entonces no existía el sello Royal Warrant, pero los Canary Wine -que era así como llamaban los ingleses a los vinos que importaban desde Canarias- terminaban escanciados en las copas de la realeza, estaban presentes en los más selectos acontecimientos sociales, así como también en plebeyas tabernas y hasta en la sórdida Torre de Londres, donde se dice que un tonel lleno de sack (saca) de malvasía hizo de tumba en el siglo XV para el duque de Clarence, Jorge Planatagenet, hermano del rey Eduardo IV, quien acusado de traición habría pedido como medida de gracia acabar sus días embriagado en este vino antes de su ejecución. Elogiado por poetas y artistas -Shakespeare, Sir Walter Raleigh, Francis Beaumont o Ben Jonson, entre otros-, también sucumbieron a sus encantos nobles y militares, como el mismísimo almirante Horacio Nelson, quien tras su fracasado intento por tomar la plaza de Santa Cruz de Tenerife, aquel 25 de julio de 1797, en el que se dejó parte de un brazo, a pesar de la derrota se llevaría de regreso a su país una pipa (480 litros) de sack, cortesía de su rival y vencedor, el general Gutiérrez.

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