Una visita real a La Palma siempre se recibe con un interés particular, más aún en unos momentos en los que la Isla sigue viviendo la incertidumbre de una reconstrucción aún por definir, y en la que ni siquiera un acto de estas características se celebra sin que esté presente en el ambiente la gestión de ayudas reclamada por muchos afectados.
Mientras los medios de comunicación esperaban encorsetados bajo la seguridad habitual de una visita regia, los vecinos, y sobre todo vecinas, de Los Llanos de Aridane contaban con más libertad de movimiento para recibir a la Reina. Medio centenar de personas que, con el entusiasmo contagiado por los más pequeños, recibieron a doña Letizia con los ya habituales «guapa», «viva la Reina» y «viva España».
El color a ese recibimiento se lo dieron un centenar de alumnos de los centros que comenzaron el curso en el CEIP Princesa Acerina, quienes bandera en mano no dejaron de enarbolarlas desde mucho tiempo antes de la llegada prevista de la Reina. Un día feliz para ellos, aunque muchos ni siquiera comprendían la situación de la que estaban siendo protagonistas y, quizás sí, eran más conscientes de que su primer día de clase en este curso se había convertido en una fiesta.
Cuando llegó doña Letizia, después de saludar a las autoridades locales y docentes de los tres colegios que desarrollan su actividad lectiva en esta instalación, subieron los decibelios de esos menores, que en cierto modo ya están acostumbrados a recibir visitas de este tipo en un último año en el que les ha cambiado la vida por completo, en algunos casos, incluso, sin ser conocedores de ello.
Mientras se producía el acto protocolario y previsto para inaugurar el curso escolar, el sentimiento en el exterior de quienes continuaron en la zona esperando su salida era una muestra de agradecimiento hacia la Casa Real por la elección del Valle de Aridane para la realización de este acto de agenda oficial.
El atuendo de la Reina, «que vino de semiluto», en referencia al fallecimiento de la reina Isabel II, era el comentario de algunas de las personas presentes. Se referían a la elección de los colores blanco y negro para la blusa y falda que lució doña Letizia.
Una camisa de seda sin botones de cuello pico, con las mangas largas, y una falda blanca con un estampado de formas geométricas rectangulares de color negro, que dejaba al descubierto sus pies, en los que portaba unas sandalias de cuña también de color negro.
Concluida esta apertura del curso escolar, la Reina mostró su interés por volver a visitar la plaza de La Laguna, lugar en el que ya estuvo hace unos meses acompañada por Felipe VI, y punto que sirve de vértice para comenzar los trabajos de reconstrucción de las carreteras arrasadas por las coladas.
Ausencias
El recibimiento y despedida de la comitiva real no contó con ningún incidente, aunque sí es verdad que este acto se celebró con algunas ausencias. Muchas de las familias afectadas directamente por la erupción del Tajogaite y cuyos menores son estudiantes de los centros acogidos en la instalación donde se conmemoró el inicio del curso escolar decidieron no enviarlos al colegio.
Una decena de padres que, a modo de protesta, y con la intención de no participar «y salir en los telediarios aplaudiendo», en alusión a la última visita del presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, a Santa Cruz de La Palma, decidieron quedarse en casa.
Así lo expresaba uno de ellos, que se refería a que su hija no había ido «al cole para no entrar en su juego», a la vez que quería dejar patente el «cabreo» de estas familias hacia los representantes públicos por la que consideran mala gestión y retrasos en las ayudas a quienes perdieron sus pertenencias durante la emergencia provocada por la erupción.
