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Un estudio criminológico defiende que Carlos Torres sufrió un ataque a traición

El dueño de Gomera Producciones recibió las primeras puñaladas por la espalda, según los forenses, mientras que el acusado dice que el empresario lo agredió a él antes

El presunto autor de la muerte de Carlos Torres cuando fue puesto a disposición judicial. Pedro Fumero

Carlos Torres, el propietario de la empresa Gomera Producciones, acudió a las instalaciones de dicha sociedad mercantil, en el núcleo de San Isidro, en Granadilla de Abona, durante la tarde del 11 de marzo del 2020. A las 15:30 horas había quedado con un hombre interesado en comprarle un equipo de sonido. Entró y dejó la puerta abierta en las dependencias de la calle Las Viñas, como era habitual. Desde ese momento, su nueva pareja, Dunia, no pudo hablar con él. No respondió a sus llamadas ni mensajes. Más de dos horas después, dicha mujer, empleada de Gomera Producciones, acudió a los salones donde se guardaba el material y encontró el cadáver de Torres tendido en el suelo, en medio de un charco de sangre y con evidentes signos de haber sufrido un ataque violento. La Guardia Civil detuvo a Eliseo Francisco Armas como presunto autor de la muerte. El acusado estuvo casado con Dunia durante más de 20 años, con quien tiene dos hijas en común, y, años antes, también había sido empleado de la citada empresa.

Eliseo admitió ser el autor de la agresión mortal, pero después de que Carlos Torres lo atacara a él primero y durante una pelea. Sin embargo, la acusación particular, ejercida por el abogado Diego Costa en representación de la familia del empresario, considera que la víctima no tuvo opción de defenderse y que las primeras heridas de arma blanca que recibió fueron por la espalda. Así consta en el informe criminológico encargado por dicho letrado, en el que se hace una posible reconstrucción de los hechos, que ha sido dirigida por el perito Félix Ríos, con la colaboración de otros dos especialistas en esta materia, Lorena Medina y Santiago Fernández, ambos del Colegio Oficial de Criminología del Principado de Asturias.

En la instrucción de este caso, Dunia manifestó que sufrió malos tratos por parte del ahora acusado durante más de 20 años. Dicha mujer define a Eliseo como un hombre violento que no había superado la ruptura de su relación cuando ocurrió el homicidio de Carlos Torres. La separación de dicha pareja ocurrió en el 2016 y en el 2018 se firmó el divorcio. Días antes de que el dueño de Gomera Producciones muriera apuñalado, el coche de Dunia apareció quemado, supuestamente de forma intencionada. Cabe destacar que, el día en que tuvo lugar la muerte violenta, Carlos y Dunia tenían previsto hacer pública su relación sentimental durante una cena.

Uno de los aspectos recogidos en el informe de Criminología dirigido por Félix Ríos tiene en cuenta que presuntamente Eliseo se valió de dos «ganchos» para tender una trampa a Carlos Torres. Es decir, personas que supuestamente contactaron con el empresario para quedar con él y ver la posibilidad de comprar un equipo de sonido.

Uno de ellos, identificado como F.J., presuntamente se arrepintió con anterioridad y en la mañana del mismo 11 de marzo del 2020 llamó al propietario de Gomera Producciones para advertirle de que Eliseo quería engañarlo. Esta circunstancia fue planteada en la declaración realizada ante los investigadores por parte de la esposa de Torres, las dos hijas de ambos y la novia de un sobrino de productor. Las cuatro mujeres definieron al empresario como una persona afable y tranquila.

Un hombre que reside en la calle Las Viñas también declaró como testigo ante la Guardia Civil y el Juzgado. Confirmó que, antes de que ocurriera el homicidio, observó a dos hombres sentados junto a una furgoneta blanca y que uno de ellos era Eliseo. Además, el vehículo coincide con las características del del ahora acusado. El jefe del presunto autor de la muerte violenta también manifestó ante las autoridades que, en el periodo de tiempo en que ocurrió el hecho, había dado permiso a Eliseo para ausentarse de su trabajo. Y otro testigo explicó que a las 16:43 horas se encontró con el único implicado en un bar; es decir, después de que presuntamente hubiese matado a la nueva pareja de Dunia.

El acusado del homicidio dijo durante la instrucción del caso que vio que Carlos Torres, que era una persona mucho más corpulenta y pesada que él, tenía la clara intención de atacarlo. Y que él, por instinto de defensa, cogió el cuchillo del suelo y se lo clavó «una o dos veces» en la parte superior de la espalda o la cabeza de la víctima. El presunto autor confeso explicó que el productor no se quedó parado, sino que se volvió para intentar agredirle de nuevo. Ante esta circunstancia, se vio obligado a continuar usando el cuchillo. Y admitió que le produjo una o dos lesiones de arma blanca más en el pecho al afectado, pero que una se la causó la propia víctima al acercarse a él.

En el registro de la vivienda del único detenido por este asunto, en el municipio de Güímar, no se hallaron elementos incriminatorios, como calzado, ropa o el arma usada en el homicidio. De hecho, los investigadores de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil encontraron el cuchillo y una camiseta de Eliseo en la zona de vertidos de residuos urbanos del complejo medioambiental de Arico (el PIRS). Ambos objetos fueron arrojados por el presunto autor a un contenedor de basura situado en la avenida de Santa Cruz, en San Isidro.

Gomera Producciones tenía dos grandes salones en la calle Las Viñas de dicha localidad granadillera. Carlos Torres entró por una puerta peatonal y se dirigió al recinto que está en una cota ligeramente más alta. En base a la reconstrucción realizada por Ríos y su equipo, una hipótesis es que Eliseo vigilaba a Torres y, una vez que este dejó la puerta abierta de su negocio, el hoy acusado se introdujo en el recinto sin dificultad, siguió a la víctima y en la parte central de uno de los salones presuntamente lo atacó por la espalda.

Los criminólogos Félix Ríos, Lorena Medina y Santiago Fernández estiman que el escenario del suceso se divide en dos. El primer espacio está conformado por el lugar en el que quedaron gotas de sangre, una llave de coche, llaves de la sede empresarial y una pulsera. Y el segundo corresponde a la zona en el que se halló el cuerpo sin vida, sobre un gran charco de sangre. El cadáver quedó encajonado entre material de la empresa citada.

En el primer espacio, casi todas las manchas de sangre existentes son de «goteo», es decir, aquellas que han caído de forma vertical o casi vertical hacia el suelo, supuestamente desde un objeto, como un cuchillo; o también al proyectarse desde el arma al caminar su portador. En el lugar también se hallaron algunas pisadas que, como las proyecciones por goteo, iban en varias direcciones. La hipótesis de los criminólogos consiste en que el autor se detuvo a contemplar la escena del cuerpo de Torres, caminó de forma dubitativa, se cambió de camisa y ocultó el arma antes de salir a la calle.

En opinión de los mencionados peritos, «lo que parece evidente es que no hay proyecciones violentas de sangre como consecuencia de una pelea o un intenso forcejeo». Y, en la misma línea, señalan que las manchas de sangre en el material situado junto al cadáver indican que Carlos Torres ya estaba herido al caer. «A estas manchas se las denomina por transferencia”, al parecer por «roces» de partes del cuerpo sangrante o heridas con tales objetos.

La víctima sufrió un total de 19 heridas, casi todas por arma blanca: seis de ellas en la cara y el cuello, siete en los brazos, cinco en el tórax (las más graves) y dos en la espalda. Según el informe de los forenses del Instituto de Medicina Legal, las primeras heridas sufridas por Torres fueron en la espalda. Después se produjeron las que tuvo en la cara, el cuello y los brazos. Y, posteriormente, ocurrieron las del tórax, cuando presuntamente la víctima ya se hallaba en el suelo.

La sangre y el ADN de la víctima se halló en las uñas de sus manos, la funda de su teléfono, las llaves, la pulsera y la hoja del cuchillo. En la camiseta del presunto acusado encontrada en el PIRS no había sangre del productor. Por ese motivo, los investigadores no descartan que el presunto autor llevara encima alguna otra prenda que no ha sido localizada.

Para los criminólogos, no parece creíble el testimonio del hoy acusado, según el cual Carlos Torres le dejara franco el paso y se arriesgara a quedarse a solas con este en el almacén más alejado de la puerta peatonal y no en el más próximo a la calle, «sobre todo si había un conflicto latente» entre el empresario y el exmarido de Dunia. Dichos peritos tampoco consideran verosímil que, tras acceder a las dependencias de la productora, hubiera un momento en que Eliseo, según afirma este, perdiera de vista un momento a Carlos, precisamente cuando llegó al salón escenario del crimen.

El arma blanca

En el ataque se empleó un cuchillo de acero inoxidable de un solo filo, de 32 centímetros de largo y 20 de hoja, de los que se usan para trinchar carne o filetear. Empleados y familiares de la víctima aseguraron que en las instalaciones de Gomera Producciones nunca hubo un objeto de ese tipo y que solo usaban pequeños elementos de corte para abrir cajas y precintos.

El negocio de la referida empresa lo llevaban Torres y su esposa. Una de las hijas de ambos también trabajaba en dicha sociedad. En base a los datos recopilados por los criminólogos, la víctima del homicidio mantenía una buena relación con su esposa, pero su vínculo como pareja presuntamente «estaba suspendido, al menos de forma temporal».

El hoy acusado por la muerte violenta de Torres también trabajó años atrás en Gomera Producciones, pero supuestamente abandonó la citada mercantil por problemas con el resto de los trabajadores, según consta en el informe dirigido por Ríos. A la hora de valorar el escenario del crimen, los peritos comentan que en el mismo había numerosas herramientas y objetos que cualquiera de los hombres pudo haber utilizado para defenderse de un ataque de cuchillo si hubiesen previsto la agresión del otro.

Respecto al presunto autor de la muerte violenta, señalan los criminólogos que no les constan informes psicológicos de Eliseo antes del suceso. Después de separarse de Dunia, supuestamente rehizo su vida sentimental con otra mujer. Pero, supuestamente le transmitió a la citada testigo que su nueva pareja solo era un «parche» y que seguía interesado en ella. Además, en opinión de los criminólogos de la acusación particular, el hoy implicado se vio en una situación supuestamente humillante, en la medida en que no tenía familia, su antiguo jefe ejercía de pareja de Dunia y con esta vivían las dos hijas de ambos.

Cortes y puñaladas

En la reconstrucción de los hechos efectuada por Félix Ríos, Lorena Medina y Santiago Fernández, estos plantean la hipótesis de que el hoy acusado presuntamente accedió a los salones de Carlos y se desplazó hasta el segundo de ellos, tras subir unos pocos escalones. En opinión de dichos peritos de parte, la víctima fue sorprendida y apuñalada dos veces por la espalda. A continuación, cuando el afectado se giró, el presunto agresor le propinó cortes y puñaladas en la cara, el cuello y los brazos. Después, la víctima cayó entre material de sonido y presuntamente su exempleado le hundió el arma en el pecho varias veces.

«Una violencia extrema impropia de una defensa»

Los criminólogos Félix Ríos, Lorena Medina y Santiago Fernández están convencidos de que, después de asegurarse de haber matado a su exjefe y observar la escena, el presunto agresor acudió al baño de la empresa y se lavó. Además, se cambió algunas prendas que, casi con seguridad, se hallaban manchadas de sangre. El recinto en que se desarrolló el delito es un lugar que el presunto autor conocía bien, pues años atrás había trabajado allí. Una vez que salió a la calle, supuestamente tiró el cuchillo y una camiseta en un contenedor de basura situado en la avenida Santa Cruz de San Isidro, la principal vía de comunicación del núcleo y paralela a la calle Las Viñas. Después se dirigió a la finca en la que trabajaba ese día. Pero, antes, se paró en un bar de la zona, donde se encontró con un conocido a las 16:43 horas. A juicio de los autores del informe citado, «se trató de un ataque relámpago e inesperado», en la medida en que la víctima tiene heridas de defensa en sus brazos, pero que se produjeron después de que fuera apuñalado primero por la espalda. Además, creen los criminólogos que «el remate de la víctima en el suelo», con cuchilladas muy profundas, refleja una «violencia extrema y excesiva» para acabar con la vida del empresario, «lo que descarta que sea un acto defensivo o para repeler el ataque» de Carlos. Para Ríos, el móvil del caso hay que buscarlo en los celos de Eliseo, que «considera a Torres como el causante de todas sus desgracias». Además, refiere dicho perito que presuntamente el hecho de usar «ganchos» para tender una trampa a la víctima, vigilar la entrada, acudir con un arma o cambiarse de ropa demuestran una planificación para cometer el crimen. Y estima que actuó de forma organizada, pues no dejó evidencias en el escenario del suceso e intentó no ser observado por testigos. Cuando ha transcurrido casi dos años y medio desde este hecho trágico ya se ha entrado en la última fase de la instrucción del caso. Por lo tanto, todavía se desconoce la fecha en la que se celebrará el juicio por este crimen en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife. 

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