eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Enfoques

La juventud de las Islas, lejos de la emancipación

Arianna Calero: «Siempre vamos demasiado ajustados»

Arianna Calero ANDRES CRUZ

Arianna Calero

Dependienta

«Siempre vamos demasiado ajustados»

La pandemia transformó las vidas de muchas personas. Es el caso de Arianna Calero que sus expectativas de comprar su propia casa o alquilar un piso para ella sola se deshicieron con la llegada de la crisis ocasionada por el virus. Con 32 años comparte piso con dos compañeras y piensa que en un futuro cercano no conseguirá vivir sola con el margen de ahorro que tiene. Calero se independizó de casa de sus padres a los 18 años, una edad temprana en comparación con la media de emancipación de los jóvenes españoles que se encuentra en torno a los 29, según datos de la Dirección General del INJUVE y Observatorio de la Juventud en España. Después de ocho años viviendo en su propio piso, decidió comenzar a estudiar las oposiciones para policía. «Para poder estudiar tuve que pedir una reducción de jornada en el trabajo y con el salario era imposible seguir manteniéndome sola», por lo que en 2019 tuvo que regresar a casa de sus padres para centrarse en preparar las oposiciones mientras trabajaba. Pero llegó la pandemia y tuvo que hacer las maletas de la casa familiar, al convivir con personas de riesgo y su trabajo ser de cara al público podría ser un peligro para ellos. Su única opción, con sus ingresos, fue compartir piso, «la generación milenial tiene que vivir así», asegura. «Me gustaría volver a vivir sola, todos los jóvenes queremos ser autosuficientes pero hoy en día es complicado por las condiciones laborales y la crisis que estamos viviendo», comenta. Calero confiesa que nunca pensó que a su edad estaría compartiendo piso y compara que las generaciones anteriores como la de sus padres lo «tenían todo más fácil». «Nos ha tocado una mala época, han venido muchas crisis y, en realidad, muy bien las estamos llevando», añade. Calero destaca que los precios de los pisos son una «locura» y los alquileres muy «altos», la diferencia entre los altos precios y los precarios sueldos de los jóvenes es para ella la principal razón por la que a la juventud canaria le cuesta independizarse. «Con los sueldos que tenemos nosotros, ¿cómo lo hacemos? Es inviable», se pregunta. Hace cuentas y asegura que compartiendo piso destina un 30% de su salario y piensa que viviendo sola tendría que destinar el 80%, lo que le permitiría muy poco margen para ahorrar. Al pensar en el futuro opina que hasta dentro de diez años no conseguirá una estabilidad económica y una bolsa de ahorros suficiente para comprar su propia casa. Calero considera que «tener visión de futuro a cinco años con la situación económica y social que estamos viviendo hoy en día es muy complicado».

Susana Quintana

Arquitecta

«La sociedad no facilita la independencia»

Susana Quintana María Pisaca

Susana Quintana tiene 27 años y trabaja desde hace cuatro meses en un estudio de arquitectura de la capital grancanaria. Desde que encontró trabajo está ahorrando para poder independizarse de casa de su madre. “Yo espero que en un año o dos pueda emanciparme, cuanto antes mejor”, asegura y comenta que quiere reunir un colchón antes de dar el paso por las posibles coyunturas de la economía. “Al emanciparme me gustaría no tener que volver a casa de mi madre si, por ejemplo, pierdo el trabajo y si sucede poder usar mis ahorros mientras busco otro empleo”, planea. Quintana se queja de los altos precios de los alquileres y las viviendas que complican su independencia y la de muchos jóvenes como ella. “Si los alquileres estuvieran a 300 euros me iría ya mismo pero no es el caso”, asegura. Lo más cerca que ha estado de la emancipación fue la experiencia de compartir piso durante un Erasmus que realizó en Portugal pero aunque destaca que fue una buena experiencia no volvería a compartir piso. “Me echa para atrás porque para vivir con una persona con la que quizás no me voy a llevar bien o no conozco, prefiero seguir en casa y me ahorro ese gasto”, cuenta. Del total de meses que lleva trabajando solo uno ha sido con contrato indefinido, antes tenía “un contrato en prácticas” y explica que ahorrar en esas condiciones era “muy complicado”. “Cuando cobre este mes por primera vez un salario íntegro podré ahorrar y vivir un poco más”, porque en algunas ocasiones ha tenido que sacrificar su vida social para poder cumplir su proyecto de independencia. Quintana comenta que no le importa verse privada de algunas actividades de ocio si sabe que es con el fin de conseguir la emancipación, sin embargo, lamenta que “todo está carísimo ahora” y el salario “no da para nada”. La principal razón por la que quiere independizarse es para tener su propio espacio. “Me gustaría no depender de nadie más, es de lo que más ganas tengo”, aunque afirma que su situación con su familia es muy cómoda. Quintana considera que la sociedad de hoy en día “no facilita la independencia de los jóvenes”, la grancanaria se refiere a la subida de los precios y los contratos precarios que dificultan que la juventud eche el vuelo de casa de sus padres. Quintana planea, después de tener los ahorros suficientes, mudarse con su pareja y comprar una vivienda, ”hay que arriesgar pero con cierta estabilidad”, sentencia la joven.

Mauricio Cavalleri

Informático

«He tenido muchos altibajos económicos»

Mauricio Cavalleri Maria Pisaca

Con 30 años Mauricio Cavalleri se considera un afortunado. Después de muchos años viviendo fuera del hogar familiar, ha conseguido un trabajo estable, bien remunerado y en lo que se formó que le permite llevar «una buena vida» junto a su pareja. Pero el camino para llegar hasta donde está no ha sido nada fácil. «He tenido muchos altibajos económicos; desde contar con tan solo 20 euros para comer cada semana hasta verme obligado a pedir préstamos para sobrevivir», explica el informático. Su historia es la de un joven que decidió salir de su casa en Gran Canaria pronto – a los 17 años– para estudiar el Grado de Informática la Universidad de La Laguna (ULL). En esos primeros años, compatibilizaba los estudios con la independencia, pero a un alto precio. «Mi madre me dijo que si quería irme tenía que pagármelo yo, así que durante años tiré de las becas del Gobierno», explica. Las ayudas estatales para el estudio le permitían hacer una vida –bastante precaria–, pero también le obligaba a seguir dependiendo de sus padres. «Había veces en las que se retrasaba la beca y me veía obligado a tirar de ellos», explica. Cuando acabó la universidad, la estabilidad económica no llegó. «Me costó años bailar solo», admite. Ni siquiera lo consiguió con sus primeros empleos. «Cuando salí de la carrera, ser informático no tenía el m ismo valor que ahora y el único lugar en el que podías conseguir un empleo era en una tienda de informática», rememora. Tras varios años concatenando contratos temporales, compartiendo piso con distintas personas y cambiando de hogar cada dos años, la empresa en la que se encontraba le procuró un contrato estable. Pero tan solo unos meses antes de la pandemia, quebró. En pleno confinamiento tanto su pareja como él –que ya habían podido empezar su vida juntos en una vivienda de los familiares de ella– se vieron en el paro y con decenas de facturas que pagar. Cavalleri rememora esta difícil época en la que tuvo que pedir préstamos para poder hacer frente a todos los gastos que debían afrontar como pareja. A ello se unió que durante los años que estuvo en su empresa anterior, apenas había «refrescado» conocimientos, por lo que se sentía como «si no supiera nada» del mercado laboral. Sin embargo, tras formarse durante un año entero, la fortuna le sonrió en 2021. Una empresa le contrató por «un sueldo digno» y con un contrato «indefinido». Hoy en día, se siente privilegiado pero lamenta que este camino de obstáculos le haya privado de algunas metas típicas (comprar una casa, un coche o vivir solo) por las deudas que arrastra.

Ariadna Marrero

Periodista

«Siempre vamos demasiado ajustados»

Ariadna Marrero María Pisaca

Ariadna Marrero tiene 22 años pero lleva trabajando más de un lustro. Siempre lo ha tenido claro: para conseguir sus objetivos vitales necesitaba financiárselo ella misma. Por eso y debido a la delicada situación económica de su familia, empezó a trabajar desde los 16 años. «Al principio solo quería pagarme mis cosas», relata. Pese a ello, los vaivenes del mercado laboral y las precarias condiciones de trabajo a las que ha podido acceder aún no le han permitido sufragar su carné de conducir, un coche y mucho menos pensar en un futuro viviendo sin el paragüas de sus padres. «Siempre vamos muy ajustados», explica la periodista que admite que muchas veces es ella quien se ofrece a ayudar a sus progenitores a pagar las facturas. Como muchos otros, Marrero considera que el mayor handicap para la emancipación de los jóvenes en este momento está justamente en las condiciones económicas.Marrero es el ejemplo de la precariedad en el mundo laboral. . En sus seis años de trabajo ha sido promotora, azafata de eventos, reponedora y hasta ha desempeñado sus funciones llenando las piñatas para eventos infantiles. En estos momentos se encuentra trabajando por un contrato de un mes y medio de reponedora en una gran superficie. «Cuando se acaba este contrato haré lo de siempre, seguir buscando trabajo en todo lo que salga», relata. La mayoría «son trabajos temporales, con sueldos muy bajos», pero las condiciones no le desaniman. «No dejo de moverme». Otro de los aspectos que se ha convertido en habitual en su vida es el hecho de estudiar y trabajar al mismo tiempo. De hecho, por esta razón, no ha podido disfrutar de vacaciones en años y muchas veces se ha perdido eventos sociales por «estar trabajando». «Desde los 16 años he estado pendiente de tener suficiente dinero para independizarme», destaca y lamenta: «eso no debería ser una carga para una chica tan joven». Este pasado año culminó sus estudios en Periodismo en la Universidad de La Laguna. Estudió esta carrera por pura vocación, incluso cuando todo el mundo le advertía de que «que acabaría en la cola del paro». Sin embargo, a día de hoy no ha podido trabajar en lo suyo más allá de las prácticas en empresa obligatorias del grado universitario. Su siguiente paso es estudiar un máster –que también ha sufragado con s us propios ahorros– para ampliar sus conocimientos en la materia. Y aunque se mueve y busca oportunidades en cada esquina, Marrero no puede evitar sentir que «la vida avanza, pero mientras, tu te sigues quedando estancado en el mismo lugar».

Compartir el artículo

stats