¿Cómo va el verano? Aquí está haciendo un montón de calor. No sé si se acuerdan pero en la última oportunidad que tuve de escribir aquí en la Gaveta de Astrofísica he de reconocer que divagué un poco y fui, seguramente con razón, criticado por los defensores de la razón pura. Así es que por una vez voy a centrarme en hablar solo de ciencia, nada de frases sobre cultura, política, o actualidad latentes, medio escondidas en el texto. Retomemos las buenas costumbres. ¿Interesada? Acompáñame entonces en esta historia sobre colorantes alimentarios, estrellas y galaxias. 

 Seguramente habrás escuchado hablar muchas veces sobre aditivos alimentarios, los famosos “E” que aparecen en la lista de ingredientes de los productos que podemos encontrar en el supermercado. Seguramente también habrás escuchado que [sic] no son naturales y que son malos para la salud. Organizaciones como la Unión Europea se encargan de vigilar y comprobar los posibles efectos nocivos de estos compuestos. La verdad es que esto, en general, no es cierto, ya que esta lista de aditivos recoge sustancias tan “naturales” como son la clorofila (E101i), el dióxido de carbono (E290) o el extracto de romero (E392). Otras veces, sin embargo, sí que nos encontramos con sustancias potencialmente peligrosas y que solían aparecer con relativa frecuencia en la lista de ingredientes de muchos alimentos. Este es el caso del personaje principal de nuestra historia de hoy: el dióxido de titanio, también conocido como E171.

 “Skittles, los sabores del arcoíris”. Para muchos de nosotros es imposible leer esta frase y no hacerlo pensando en un susurro. Así de efectivas fueron las campañas publicitarias de la conocida marca de golosinas que, hasta hace poco, usaba el dióxido de titanio para teñir de blanco sus caramelos. Recientemente, este aditivo ha sido prohibido en la Unión Europea pero se encuentra todavía en uso en Estados Unidos. Ahora bien, ¿qué tienen en común entonces los Skittles americanos, las estrellas y las galaxias? ¿Insinúas que…? Sí, efectivamente: el dióxido de titanio.

Observar una galaxia e intentar saber cuántas estrellas tiene no es una tarea fácil, como ya hemos explicado en alguna que otra ocasión en esta misma sección. Para ello, los astrofísicos contamos con un par (canario) de formas de hacerlo. A mí, personalmente, me gusta contar estrellas usando el dióxido de titanio. Genial, pero ¿cómo? te estarás preguntando. Una vez más, la clave está en la luz de las estrellas. Imaginemos una estrella pequeña, de poca masa. Rodeada de una atmósfera fría, esta estrella va a tener un color rojo y sus capas más externas van a estar llenas de dióxido de titanio. Imaginemos ahora por el contrario una estrella grande, más grande y brillante incluso que el Sol. Su atmósfera va a ser mucho más caliente que la de una estrella menos masiva, tan caliente de hecho que hace imposible que el dióxido de titanio pueda sobrevivir en semejantes condiciones. Y ya está, tan sencillo como eso. Gracias a una idea simple, midiendo un colorante alimentario en las atmósferas de las estrellas, los astrónomos somos capaces de estudiar la evolución de las galaxias en el Universo. 

Asombroso. No me negarás que hay algo de poético en que el colorante de los Skittles sea clave para entender el Universo. Grandes secretos se encuentran muchas veces escondidos a plena vista. Será porque he pasado mucho tiempo mirando las marcas que deja el dióxido de titanio en la luz que vemos de las galaxias, pero creo que todavía tenemos mucho que aprender de él. Tenemos que seguir entendiéndolo mejor, estudiando cómo ha evolucionado desde las primeras estrellas hasta nuestros días. El reciente lanzamiento del telescopio espacial James Webb ha abierto una ventana sin precedentes para explorar el Universo y nuestro querido dióxido de titanio va a jugar un papel central en todo ello. Rara vez uno encuentra en el supermercado algo tan valioso, lástima que pueda resultar cancerígeno. Siempre que a partir de ahora abras un paquete de Skittles, no pienses solo en qué color escoger; piensa más allá, acuérdate las galaxias.

Ignacio Martín.

: Ignacio Martín Navarro nació en Santa Cruz de Tenerife. Tras licenciarse en Física y doctorarse en Astrofísica por la Universidad de La Laguna con un proyecto llevado a cabo en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), pasó cuatro años investigando a caballo entre la Universidad de California, Santa Cruz, y el Max-Planck-Institut für Astronomie, Alemania, estudiando la formación y evolución de las galaxias más masivas del Universo. En la actualidad es investigador Ramón y Cajal del IAC.

* Sección coordinada por Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez