La intensa mirada de Ayat interroga con la curiosidad propia de una niña de ocho años, pero sus ojos negros avellanados también desasosiegan por la profundidad del mensaje que expresan. Ella es una de los 41 niños saharauis que llegan a Tenerife -casi un centenar en toda Canarias- que después de dos años vuelven a las Islas para disfrutar del programa Vacaciones en Paz. Los reciben en el Cabildo, junto a sus padres y madres de acogida, con una ceremonia en el Salón Noble del Palacio Insular. Se llena de críos, pero ni hay gritos ni aspavientos ni salidas de tono.

Este es el verano más complicado para el proyecto con decenios de desarrollo. Por dos razones: el tiempo de pandemia, que lo frenó todo, y el giro copernicano del Gobierno de España respecto a la que fuera su colonia, el Sáhara Occidental. Traducción: la reciente apuesta por la autonomía dentro de Marruecos frente a la independencia que proclama la República Árabe Socialista Democrática (RASD) y su brazo armado, el Frente Polisario. La política juega su papel, pero la solidaridad y los lazos indestructibles entre las Islas y los campamentos de refugiados de Tinduf, de donde vienen ellos, están por encima y pueden con todo. Se mezclan los veteranos, aquellos que han traído año tras año a casi todos los miembros de una misma familia. con quienes han tomado la decisión por primera vez.

Vuelven las vacaciones canarias de los niños saharauis

Tradición recuperada.

El programa solidario se retoma esta temporada estival tras dos años de parón. Las familias tinerfeñas acogen, de manera temporal, a menores saharauis de los campamentos de refugiados de Tinduf. Aparte de poder facilitar asistencia sanitaria a cualquiera que lo precise, el objetivo es alejarlos durante mes y medio de un territorio con condiciones de calor extremo que pueden superar los 50 grados.

Ya llevan dos semanas en las casas de acogida y sus papás coinciden: «Son buenos y educados, unos niños maravillosos». Así se muestran en un abarrotado espacio. Serios, organizados y con disciplina. Pero al final son niños. Ni más ni menos. El pequeño Daula lo demuestra, desinquieto, y reacciona ante cualquier cosa que despierte su curiosidad. Viene del Puertito de Güímar, donde reside con su madre adoptiva, Nuria Marrero, arafera de origen, y los dos hijos de esta. Antes ya estuvieron en el hogar sus hermanas Sukeina y Glan. Nuria resume: «Ellos nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Siempre es así».

De Ayat ojos bonitos a su mamá de acogida, Gazmira Blanco, soltera, que repite «convencida del valor de lo que hago». Vienen de Las Caletillas, en el municipio de Candelaria, ejemplo de la amplitud geográfica de esta iniciativa. Desde toda la Isla.

Vuelven las vacaciones canarias de los niños saharauis

Ana Serrano y su marido, Roberto, dan el paso por primera vez. «Lo pensamos en muchas ocasiones pero ahora ya somos jubilados y nuestros hijos mayores. Era el momento y más después de la pandemia» explica ella. Por eso han traído a las gemelas Selma y Meiade, las reinas de la casa. Como todos los demás tienen ocho años o están apunto de cumplirlos unificados en el nacimiento en 2014.

Ana valora que al ser hermanas no se sienten solas y pueden hablar entre ellas. Reclama al periodista atención antes de irse para explicar un detalle que retrata a estos críos: «Les pongo cada día fruta partida y siempre que queda una última pieza la parten en dos. Me parece que eso demuestra como son estos niños. Solidarios». Ellos llegaron a afrontar la acogida después de recibir el mensaje de varias familias conocidas y de algún familiar desde la Península.

Los menores llegaron a la Isla el pasado 22 de julio y estarán aquí hasta el 2 de septiembre. Pasarán casi dos meses en sus nuevos hogares a través del programa Vacaciones en Paz, una iniciativa de la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui (ACAPS). Su presidente Alberto Negrín, incide en que este año consolida los «vínculos irrompibles entre las familias de ambos territorios». Recuerda que el intercambio también incluye visitas a los campamentos de refugiados para que las familias canarias conozcan a las de los menores. De aquí a Tinduf.

Ese objetivo, ir a Tinduf, el lugar del desierto de Argelia donde habitan estos niños, lo mantienen David Alonso y Sagrario Mestres. De 2015 a 2019 esta pareja de La Laguna participó del proyecto y ahora lo retoma. Con Fatma, hermana de su querido Mohamed Alí –sí, como el boxeador– el primer niño que acogieron. Luego vino la niña Azuha. Todos un ejemplo, en sus palabras, de «buen comportamiento y máximo respeto por lo que aprenden y lo que ven»,

Alberto Negrín y su esposa Persi Arzola se desviven en la puerta del Cabildo para recibir a familias y niños. Ellos conocen lo que hay porque llevan años con esta labor. Nunca como ahora han encontrado tantas trabas burocráticas. La primera, la tardanza del estado en publicar el Decreto que da cobertura legal a toda esta operación. Solo a mitad del pasado mes de julio llegó la confirmación. Ellos ni cedieron ni ceden. Lo demuestra la pequeña Hindu que vence su timidez para pronunciar su nombre en hassaní, el dialecto que hablan los saharauis con esa cadencia tan peculiar. Balbucea un hola en español, idioma que sus papás de Tenerife afirman que «entienden casi desde el primer día». Persi apunta: «La mitad de las familias repite tras la primera vez» .

Alberto Martín llega de Tejina (La Laguna) y es la discreción en persona. Señala: «No era este el año en el que íbamos a acoger a un niño, pero nos dijeron que hacían falta familias y nos decidimos». Abdalahi es un activo pero, señala el papi, «superbueno». Alberto insiste: «Acojan a estos niños porque hacen falta familias. No se van a arrepentir, todo lo contrario».

El mar.

Podrá parecer un tópico o algo recurrente, pero todas las familias coinciden en un momento clave y, sin duda, el más emocionante: la primer visión del mar. Lo vivieron de manera especial Abdalahi cuando fue al Parque Marítimo o Las Teresitas en Santa Cruz. También Fatma, que al principio tenía miedo pero lo supera «muy rápido», aseguran sus padres de Tenerife. Hay respeto por lo desconocido. Cuando Daula llega a la playa destaca «la boca abierta y la expresión en los ojos que lo delata». Las gemelas Selma y Meiade van a la piscina en Tabaiba y alucinan ante lo desconocido. Igual que nuestra Ayat, siempre con sus expresivos ojos negros abiertos como platos.

La ceremonia.

La vicepresidenta del Cabildo Berta Pérez, lidera el recibimiento. Junto a ella, el consejero de Participación Ciudadana y Diversidad, Nauzet Gugliotta y la de Acción Exterior, Liskel Álvarez, además de representantes de todos los partidos políticos. La embajada saharaui la presiden el delegado del Frente Polisario en Canarias, Hamdi Mansour, y Alberto Negrín.

Berta Pérez explica cómo las familias de acogida son un pilar fundamental y agradece su «generosidad, solidaridad y apoyo» al acoger a los menores. También da las gracias a la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui «por el trabajo para que esta campaña se mantenga», así como a los niños y niñas «por los valores que nos transmiten».

Por su parte, Nauzet Gugliotta, anima a los más pequeños a que disfruten al máximo sus vacaciones en Tenerife «junto a sus padres y madres, hermanos y hermanas de acogida, para que conozcan nuestra cultura, practiquen el español y vivan muchas experiencias», enfatiza. Les recomienda: «Pásenlo bien, diviértanse, jueguen, vayan a la playa y pórtense mal, pero no mucho»

La consejera delegada de Acción Exterior, Liskel Álvarez, entiende que «se aporta aquí un granito de arena en la satisfacción de las necesidades a la que tiene derecho todo ser humano, especialmente un colectivo vulnerable como es el de la infancia».

El delegado del Frente Polisario en Canarias, Hamdi Mansour, destaca la colaboración recibida por parte del Cabildo y resume: «La estancia en la Isla constituye un aprendizaje de incalculable valor para estos niños y niñas, supone un estímulo para su desarrollo, y además favorece los lazos afectivos entre ambos territorios».

La recepción culmina con la entrega de regalos de los consejeros del Cabildo al grupo de menores saharauis. Un kit con una mochila, una caja de creyones (colores) y una botella de agua. Simbólico.

Relaciones con el pueblo saharaui

En paralelo a esta visita, el Cabildo y la Asociación Sáhara Canarias La Concordia mantuvieron una reunión de trabajo para analizar posibles líneas de colaboración en proyectos de cooperación internacional y solidaridad con el pueblo saharaui. La consejera de Acción Exterior, Liskel Álvarez, y el de Participación Ciudadana y Diversidad, Nauzet Gugliotta, recibieron a una delegación del colectivo, integrada por su presidente Salem Bechir, el secretario Gailani Lasri, y el tesorero y portavoz, Mohamed Malainine. Álvarez destacó la labor que la asociación realiza para mejorar las condiciones de vida del pueblo saharaui y recordó el compromiso del Cabildo con entidades de cooperación para el desarrollo en favor de los colectivos y territorios más vulnerables. Gugliotta resaltó el papel que desempeña La Concordia para visibilizar la situación en la que se encuentra este pueblo, recaudar ayudas y potenciar la colaboración e implicación ciudadana. Desde Tenerife ha trabajado por la comunidad saharaui, a través de proyectos de cooperación y de ayuda humanitaria a los campos de refugiados de Tinduf y otros países.