La Audiencia Provicial de Santa Cruz de Tenerife juzga esta semana a los presuntos integrantes de un grupo criminal formado por ciudadanos paraguayos, un ecuatoriano y varios canarios. La banda introducía cocaína en Tenerife para vendedores al menudeo afincados en la zona costera de La Laguna.

La organización estaba liderada por una mujer paraguaya, Lida R., quien, según la investigación de la Guardia Civil, se encargaba de adquirir la droga, la captación de las personas que debían ejercer de mulas, así como de mantener la infraestructura en Madrid para almacenar el estupefaciente o de comprar los billetes para los viajes.

Pero, además, reservaba los alojamientos para dichos correos humanos y efectuaba los acompañamientos para controlar la mercancía y que llegara a los receptores previstos. Es decir, Lida «tenía capacidad de decisión, gestión y mando», según el fiscal Antidroga de este caso.

El representante del Ministerio Público solicita para ella una pena de 11 años de prisión por delito agravado de tráfico de drogas y pertenencia a organización criminal, a la vez que pide que abone una multa de 543.594 euros.

Una investigación del EDOA de la Guardia Civil

El Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil llegó a la conclusión de que la mencionada jefa presuntamente involucró en el negocio a su hija, que entonces era menor, y que fue juzgada como tal por otro tribunal; a su marido, el ecuatoriano Juan Carlos L., así como a su hermano, Osmar A.

La investigación comenzó con el arresto de una mula, María S., de nacionalidad argentina, que llegó al aeropuerto Tenerife Norte con casi dos kilos de cocaína en una maleta. La misma función la ejerció Manuel F., de nacionalidad paraguaya, quien también fue arrestado tras bajar de un avión en la Isla.

La droga era vendida en la costa de La Laguna por dos parejas, según los agentes y el fiscal

Para el EDOA, los receptores de la mercancía eran dos parejas, integradas por R. y N., así como por A. y D., para la distribución de la droga en pequeñas cantidades a los consumidores. Según la Fiscalía, el grupo adoptaba altas medidas de seguridad para no ser descubierto. La primera detención, la de María S., se produjo el 19 de abril del 2019. Agentes del Destacamento Fiscal consideraron que daba el perfil de persona que transporta drogas y le revisaron su maleta, en la que llevaba 1.974 gramos de cocaína, con un valor en el mercado ilícito de 117.176 euros. En el mismo vuelo entre Madrid y Tenerife, para presuntamente controlar el destino de la droga, también viajaron Lida R. y Juan Carlos L. La mujer que ejerció de correo humano admitió que llevaba la sustancia, pero que no sabía quién la tenía que recibir.

María también reconoció que, antes de viajar a la Isla, vivió durante un mes en casa de Lida R. y que ya entonces su marido no vivía con ella, puesto que tenían problemas de pareja. En aquellas semanas, señaló que apenas vio a Juan Carlos un par de veces y que este no le preparó la maleta con la sustancia ilícita. Respecto a por qué la considerada jefa del grupo y su marido volaron en el mismo avión que ella, apuntó que fue como una especie de «viaje de reconciliación» de la pareja. El fiscal advirtió de que esta acusada cambió su testimonio respecto al que ofreció en otras fases de la instrucción. Sobre el motivo de sus dos viajes a Tenerife, uno en Carnavales y otro en Semana Santa, aclaró que buscaba trabajo y no le gustaban las grandes ciudades.

R. explicó que la Guardia Civil halló en un registro en un trastero de sus padres varias drogas, como cocaína, MDMA o hachís. Sobre la dos primeras sustancias, dijo que las adquirió el día antes de la inspección en Valle de Guerra. Este acusado admitió que se dedicaba a vender droga en pequeñas cantidades y que su mujer no tenía nada que ver con esa actividad. Afirmó que conoció a María S. en su primer viaje a Tenerife, durante su estancia en un hostal de La Laguna. En esa ocasión también estaba acompañada por Lida R., aclaró dicho acusado. María S. le preguntó por un lugar en el que trabajar y él le respondió que, tal vez, solo en la agricultura podría tener opciones. Y ya en aquel momento intercambiaron teléfonos. Negó que él fuera el receptor de la cocaína que llevaba María S. cuando fue interceptada en Tenerife Norte. Explicó que, a cambio del pago de varios gastos, aceptaba realizar gestiones que le encomendaba la jefa de la organización, como recoger a su hija en el aeropuerto y llevarla a algún alojamiento, o buscar una pensión u hostal. Indicó que, en los primeros momentos no lo sabía, pero que más tarde Lida le dijo que traficaba con cocaína. Señaló que él adquiría «pequeñas cantidades» de droga de la citada banda a otra ciudadana sudmericana asentada en Tenerife, D. En una ocasión, a raíz de la detención de uno de los correos en Tenerife Norte, R. llegó a preguntar a un amigo suyo policía si dicho varón paraguayo, Manuel F., había sido detenido o si sabía qué le pasó.

La mujer del anterior, N., señaló que no estaba al tanto de las actividades de su marido. Este, a quien definió como un hombre «muy dado» (sociable), le presentó a dos mujeres (Lida R. y María S.), a quienes solo vio dos o tres veces y con las que había «buen rollo». D. admitió que la droga que la Guardia Civil halló en su casa era suya y la usaba para venderla al menudeo. Esta persona explicó que conoció a Lida R. a raíz de que esta estuvo buscando una vivienda para ejercer la prostitución. Y más tarde supo que la misma se dedicaba a vender droga y que le compró una pequeña cantidad solo una vez. Afirmó que parte de la mercancía la vendió a R. y N.; sin embargo, negó saber a quién iba destinada la cocaína que intervino la Guardia Civil a los correos humanos en Los Rodeos. Esta mujer negó que la hija de Lida R. le entregara un paquete con droga en un local de La Laguna. Sin embargo, la menor sí ratificó este episodio en su declaración, según el fiscal. La pareja de la anterior, A., negó que tuviera cualquier relación con la venta de cocaína al menudeo, tras responder solo a su abogado.

Lida R. explicó que tenía problemas y discusiones con su marido, así como que el viaje a Tenerife en el mismo avión que María S. se planteó como un «viaje de reconciliación» entre ambos. La Guardia Civil supo que, al no detectar a la mula y al sospechar que podía haber sido arrestada, en la misma tarde del 19 de abril del 2019, Lida R. y Juan Carlos L. regresaron a Madrid. A preguntas del fiscal, la mujer aseguró que fue por una nueva pelea entre ellos. La considerada jefa de la banda se definió como consumidora de cocaína y que la sustancia intervenida a la mula no era suya.

Su marido dijo que tenía muchos problemas con Lida R., puesto que esta no quería dejar «esa vida», en referencia a la prostitución. Como María S. no llegó al hostal en el que habían quedado, Juan Carlos regresó a Tenerife Norte. El acusado dijo que fue para recuperar una cartera que dejó olvidada y señaló que nunca tuvo relación con las drogas. En una conversación por teléfono, pidió «harina» a otro varón. Justificó el uso de tal palabra en que el citado producto supuestamente es apropiado en su trabajo de instalación de parquet.