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Ciencia

Campus África y la erradicación de las enfermedades olvidadas

Arranca la quinta edición de la iniciativa, que aborda el cambio climático y la salud global - Antonio Muro alerta sobre la falta de financiación para investigar nuevas vacunas

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Inauguración de Campus África Carsten W. Lauritsen

Las enfermedades olvidadas son aquellas infecciosas que afectan principalmente a las poblaciones más pobres y con un limitado acceso a los servicios de salud, sobre todo aquellas que afectan a la población humana más débil, de los países más pobres. Y a pesar de los esfuerzos de los organismos internacionales, los gobiernos y las empresas farmacéuticas, la financiación para la investigación científica que ponga fin a estas enfermedades continúa siendo escasa y se sigue dando la espalda a ese mundo olvidado. Esa fue la advertencia que realizó el doctor Antonio Muro Álvarez, de la Universidad de Salamanca, durante la inauguración de la quinta edición del Campus África, que versa sobre Vacunas y enfermedades olvidadas: Un reto científico y ético.

Así arrancó la nueva edición de Campus África, que quedó inaugurado en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna, bajo el título Cambio Climático, salud global y desarrollo sostenible: la perspectiva atlántica. Esta entrega, que se desarrollará hasta el próximo día 29, cuenta con la participación de 57 becarios procedentes de países como Gabón, Costa de Marfil, Guinea-Conakri, Guinea-Bissau, Senegal, Cabo Verde, Mauritania y Túnez. La entrada a las conferencias, que se desarrollarán en horario de tarde en el salón de actos de la Facultad de Farmacia y en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, es libre.

El profesor Antonio Muro alerta de la falta de fondos para investigar vacunas para países pobres

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La rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa María Aguilar, inició el acto poniendo énfasis en la colaboración universitaria para la puesta en marcha de este tipo de proyectos científicos. A esta idea se sumó el vicerrector de investigación de la ULL, Ernesto Pereda de Pablo, mientras que el concejal de Educación del Ayuntamiento de La Laguna, José Juan Gavilán, subrayó la elección de la Ciudad como sede de la programación y como puerta abierta al intercambio científico y cultural. Uno de los dos directores del Campus África, José G. Soliño, aprovechó su intervención para recordar a los becados que «están ante una oportunidad para el aprendizaje, en un entorno único como es La Laguna y de la mano de su universidad».

Pobreza extrema

La jornada arrancó con la conferencia de Antonio Muro Álvarez, quien inició su exposición con una reflexión sobre la situación de pobreza extrema que vive gran parte de la humanidad en la actualidad y la limitación a nivel sanitario que eso implica. Además, celebró haber podido ofrecer esta conferencia inaugural y llamó la atención sobre la necesidad de continuar investigando: «Ahora, esta nueva edición de Campus África hay que aprovecharla porque quién sabe si entre el público están los artífices de la vacuna contra una enfermedad olvidada».

El especialista hizo un recorrido histórico de las enfermedades vigentes y olvidadas como el dengue, la rabia, la lepra, la enfermedad del sueño, el chagas o la leishmaniosis poniendo así de manifiesto los conocimientos adquiridos durante más de tres décadas de labor profesional en países como España, Puerto Rico o Reino Unido, en los que ha tratado de conocer técnicas útiles para hacer una vacuna que cure alguna de las enfermedades que afectan en la actualidad a unos 3.000 millones de personas en el mundo, las enfermedades olvidadas.

A modo de obra de teatro, Muro estructuró su ponencia en tres actos. En el primer acto habló del mundo olvidado y de las enfermedades de las que adolece. Un total de 18 males para los que en 2012 ya se acordó invertir unos 7.000 millones de dólares entre compañías farmacéuticas, organizaciones internacionales y gobiernos para su control y erradicación. «Pero los datos a día de hoy demuestran que no fue suficiente», afirmó Muro. Y aunque a lo largo de los últimos años se ha avanzado en las medidas útiles de control para las enfermedades olvidadas, el doctor de la Universidad de Salamanca hizo hincapié en la necesidad de poner en marcha medidas más ambiciosas como facilitar el acceso al agua potable, «en calidad y cantidad», de toda la población en riesgo y de que se tengan en cuenta obstáculos que posibilitan la proliferación de estas enfermedades, como es el caso de las guerras: desde 1945 se han producido 23 guerras en el África subsahariana, lo que se suma al crecimiento de la población mundial y la resistencia a los fármacos.

En el segundo acto de su conferencia, Antonio Muro realizó un breve repaso por la historia de las vacunas, desde que hace 222 años un médico británico descubriera que los granjeros que ordeñaban vacas y estaban en contacto con la viruela de la vaca era inmunes a la viruela humana. «Ya desde entonces comenzó a formarse el movimiento antivacunas puesto que el nuevo método se acogió con escepticismo», expresó Muro, quien también tuvo tiempo para hacer justicia con nombres españoles destacados en este ámbito como el de Javier Balmis o Isabel Zendal.

Antonio Muro no pudo resistirse a contar la historia de Mary Mallon, una joven inglesa que en 1900 se trasladó a Nueva York para trabajar como sirvienta en diferentes casas de la alta sociedad. En todas ellas, todos los miembros enfermaron de fiebre tifoidea. Es uno de los primeros casos de portador asintomático que se registró en la historia y que ahora cobra tanta importancia ante la pandemia de covid para entender su comienzo. Fue en este punto en el que explicó los principios que forman parte de una vacuna y que en la actualidad parecen estar tan de moda debido a la crisis sanitaria. Sin embargo, una vez más, destacó los escasos avances que se han hecho con las vacunas contras las enfermedades olvidadas, que consideró «esenciales» para la supervivencia de miles de millones de personas en todo el mundo. 

Así, el tercer acto de esta conferencia inaugural versó precisamente sobre el trabajo actual que realizan equipos de investigadores en este ámbito, como es el caso del que forma parte el doctor Antonio Muro en la Universidad de Salamanca, que trata de desarrollar nuevas técnicas desde hace tres décadas. «No existe en la actualidad ninguna vacuna para las enfermedades olvidadas, pero muchos grupos de todo el mundo estamos trabajando desde hace tiempo en este camino y espero que la senda se torne pronto esperanzadora», afirmó.

«Muchas veces trabajamos con los ojos cerrados», explicó el también profesor universitario, quien destacó lo complejo del desarrollo de las vacunas por varios motivos, como por los complejos procesos del ciclo de vida, las secuencias del genoma o la respuesta inmunológica. «Debemos mirar con los ojos abiertos», expresó para advertir que es necesario conocer los trabajos que se han hecho con anterioridad para conocer todos los datos disponibles.

La inversión de 7.000 millones en 18 males apenas ha servido para controlarlos

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En este sentido, abordó algunos de los problemas que presenta la inteligencia artificial ya que «muchos de los ensayos con vacunas hechos en todo el mundo no se han publicado y los sistemas de inteligencia artificial no tienen los datos suficientes para realizar los ensayos que se ponen en marcha en otras partes del mundo». El propio codirector de Campus África José G. Soliño destacó la importancia de la inteligencia artificial, «que cada vez cobra más importancia, así como la bioinformática, un ámbito que despierta interés y que tiene una gran demanda». Anunció que universidades como la de Cabo Verde, con presencia en esta edición de Campus África, está preparando un máster en este sector y precisamente varias de las conferencias que se podrán escuchar estos días versan sobre este tema.

«¿Por qué se ha desarrollado en tan solo un año la vacuna del covid?», se preguntó el conferenciante quien destacó la gran voluntad que se ha puesto en este avance mundial y que en ningún momento las farmacéuticas se han saltado fases de desarrollo porque, «si las agencias reguladoras y las instituciones sanitarias y políticas quieren, por supuesto que se pueden reducir los tiempos, tal y como ha sucedido». A lo que añadió, además, la necesidad de que la financiación para los diferentes proyectos científicos llegue en una sola partida de forma completa.

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