La Asociación de Entidades de Canarias de Adicciones (Aecad) reclama a las administraciones más dinero para afrontar el crecimiento que tienen en la demanda de servicios después de la pandemia y, además, un nuevo modelo de financiación, que sea más estable y les permita afrontar proyectos a medio o largo plazo. Según los estudios efectuados por la institución, ahora hay un 15 por ciento más de usuarios en sus recursos que hace cinco años y, a raíz de la pandemia, la demanda ha crecido un 10 por ciento.

En estos momentos, las diferentes ongs atienden en el Archipiélago a 24.280 personas, de las que unas 12.000 están en los procesos de tratamiento y las restantes figuran incluidas en las actividades de prevención, según explicó Jorge Hernández, presidente del proyecto Yrichen.

El informe de actividad de Adecad fue presentado en la mañana de este martes en un acto que también estuvo presidido por Juanjo Pérez Estévez, director de Yrichen, y Ana Julia Rodríguez, de Proyecto Hombre. A la rueda de prensa, celebrada en las instalaciones de la Fundación CajaCanarias, también asistieron otros representantes de diversas ONGS dedicadas a atender las adicciones en las islas.

En opinión de Hernández, un elemento clave en las drogodependencias y otras adicciones es que "tiene rostro de pobreza". Y es que muchas de las personas que acuden a las entidades de Adecad para solicitar ayuda también necesitan cubrir necesidades básicas, es decir que no tienen empleo, carecen de vivienda y, en ocasiones, tampoco tienen para comer.

El presidente de Yrichen puso en valor que las diferentes ong "no hemos cerrado" durante la pandemia, "hemos respondido con responsabilidad" e, incluso, hubo momentos en que la asociación fue por delante de las administraciones a la hora de fijar protocolos de acción durante los peores momentos de la expansión del covid-19. Eso permitió que hubiera muy pocos contagios en los centros de estas organizaciones del sector social, a pesar de que tuvieron muchas dificultades, pues muchos de los usuarios reclaman atención personal en la medida en que no tienen posibilidad de conectarse a internet.

Las cifras

Juanjo Pérez Estévez también ofreció datos acerca de una encuesta desarrollada por Aecad entre 1.255 personas que requieren servicios a las entidades que luchan contra las adicciones. Estas preguntas se realizaron en dos momentos diferentes. Uno de ellos fue entre los meses de abril y mayo del 2020, en pleno confinamiento, y el otro, a finales del 2021.

El 80 por ciento de los ciudadanos que acuden a estas ONGS para solicitar ayuda son hombres. En opinión del director de Yrichen, la diferencia entre la cifra de varones y de mujeres en los datos estadísticos se debe, en parte, a que la sociedad "penaliza" más a aquellas mujeres que caen en las drogodependencias, las ludopatías o los abusos; en estos casos "el estigma es doble", comenta Pérez.

Un 48% de los encuestados reconocieron que, durante los meses más intensos de la pandemia, sufrieron más episodios de ansiedad o incertidumbre que antes de la llegada de dicha enfermedad. Y esas situaciones se unieron a otros problemas de tipo sanitario, social o de desempleo, por ejemplo.

Aclaró el director del Proyecto Yrichen que en un 16 por ciento de los casos admitieron que sufrían ludopatías o "tecnoadicciones", es decir, las adicciones vinculadas a apuestas en internet, a través de dispositivos tecnológicos varios. Con la pandemia, un 40% de los encuestados aseguraron que habían hecho un uso más convulsivo de teléfonos móviles, tabletas u ordenadores.

Tres cuartas partes de las personas consultadas por Aecad carecían de empleo en el momento en que fueron preguntadas y en un 40 por ciento de los casos necesitaban apoyo de tipo económico con carácter inmediato, pues se hallaban en situación de pobreza severa.

Las drogas más consumidas son la heroína, la cocaína, el alcohol o el cannabis. Respecto a la heroína, aclaró Pérez Estévez que en la actualidad su incidencia en la sociedad se oculta más que en otras épocas, como en los años 80 o comienzos de los 90.

Las enfermedades de salud mental tambien ejercen de un factor importante para las adicciones y, de hecho, ambas se retroalimentan. Para Yrichen, esta es una realidad compleja y no se sabe con certeza qué fue primero, si la patología de salud mental o la adicción. Con la pandemia también aprecia Aecad un incremento en la ingesta de ansiolíticos o benzodiacepinas, así como de las drogas asociadas al ocio o al sexo.

Entre los retos de Aecad figuran una mejor coordinación entre las propias ONG, pues, a veces, algunos servicios se colapsan; que la administración priorice la atención a las personas con adicciones, para no quedarse invisibilizados ante otras realidades sociales y sanitarias, así como el ya mencionado de una mayor dotación presupuestaria a los proyectos de cada una de las entidades.

La Asociación considera importante que las instituciones públicas aporten más dinero a las ONG, tanto para mejorar el poder adquisitivo de sus trabajadores como para mantener la calidad en las actividades que ofrecen. Jorge Hernández recordó que hace cuatro años las entidades recuperaron el 10 por ciento de sus ingresos, que habían perdido tras la crisis económica registrada a partir del año 2007.

Para el presidente de Yrichen, el coste por persona que se registra en el ámbito de las adicciones es el más bajo dentro de las prestaciones sanitarias o sociales. En ese punto, Pérez Estévez recordó que las adicciones, en sus diferentes variantes, impiden resolver otros problemas, como los de la falta de vivienda, el empleo o la violencia, entre otros.

Sobre la importancia que las diferentes administraciones otorgan a situaciones como las drogodependencias, en Adecad consideran que "ya no es una prioridad, como hace 25 años". Para Jorge Hernández, la citada Asociación posee una buena red de centros en el Archipiélago, "como pocas en España", lo que evita "que los problemas salgan".

Pero los portavoces de estas entidades consideran que "existe el riesgo de seguir asumiendo a más personas con el mismo presupuesto", con lo cual la calidad del servicio se reduce, en la medida en que no es lo mismo realizar el seguimiento a una persona una vez cada semana que cada tres o cuatro semanas.

Para hacer frente a esta realidad, las ONG disponen de pisos, comunidades terapéuticas o recursos ambulatorios. Para Lidia Rodríguez, representante de una de las entidades con sede en Gran Canaria, no solo se trata de que la financiación actual resulta insuficiente, sino que se debería cambiar el modelo con que en estos momentos llegan los recursos públicos. A su juicio, las subvenciones no son la mejor herramienta para sustentar este tipo de programas asistenciales, pues hace falta que cada año la ONG deba solicitar el dinero. Recordó que la Ley permite otras fórmulas, como el llamado convenio social, que permite contar con una mayor estabilidad, a dos, tres o cuatro años vista.