eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Martínez Ron Periodista científico y escritor

«Vivimos en una época en la que tenemos el cielo un poco olvidado»

El periodista científico presenta en Tenerife su libro ‘Algo nuevo en los cielos’ hoy a las 19:30 horas en el MUNA y el sábado en el Museo de la Ciencia y el Cosmos

Antonio Martínez Ron durante su visita al Centro de Investigación de Izaña. María Pisaca

Cuando se trasladó a las afueras de Madrid, el periodista científico Antonio Martínez Ron, se reencontró con el cielo diurno. La fascinación que le causó aquel espectáculo de nubes, aves y estelas de aviones le llevó a escribir ‘Algo nuevo en los cielos’, un libro en el que resume la exploración histórica del "océano de aire" que sobrevuela nuestras cabezas.

¿Se ha fijado en el cielo al subir? ¿Cambiaba de color, tal y como narra en su libro?

Hay una luz muy especial al subir hacia aquí. Se nota diferente en la textura, como si estuviera el cielo filtrado de alguna manera, entre rojo y azul. Es especial, aunque admito que venía casi más pendiente del volcán y del mar de nubes que del cielo. Tenía muchas ganas de subir, porque había estado ya en el Refugio de Altavista hace unos años, pero me quedó pendiente subir a Izaña por la maldita pandemia. 

¿De todos los observatorios a los que ha ido, le ha parecido distinto el Centro Meteorológico de Izaña?

Izaña es muy especial a nivel mundial. Es uno de los observatorios pioneros de alta montaña de meteorología y estoy flipando con las dimensiones del edificio, me parece gigantesco este lugar tan alejado de la civilización. 

Muchas de las historias de ‘Algo nuevo en los cielos' nunca han sido contadas

decoration

¿Cómo surgió la idea de escribir Algo nuevo en los cielos?

Surgió de una experiencia personal que comenzó cuando me fui vivir a las afueras de Madrid y no tenía ningún edificio delante. Los urbanitas estamos demasiado acostumbrados a estar emparedados, por eso, el hecho de no tener nada y ver el cielo todos los días con un montón de actividad me demostró que había un montón de cosas de ver. Así, se me fue ocurriendo poco a poco la posibilidad de escribir algo sobre ese espectáculo y sobre cómo habíamos entendido el cielo a lo largo del tiempo. Me fui enredando hasta que acabé la aventura en el propio jardín de mi casa mandando un globo a la estratosfera, que era algo que no tenía premeditado pero surgió como necesidad de la propia experiencia. Parecía imposible pero al final lo pudimos hacer y fue una barbaridad. 

El ser humano ha desarrollado una gran fascinación por el cielo, pero normalmente está centrada en la noche y usted en su libro rompe una lanza por el cielo diurno para tratar de demostrar lo apasionante que es. 

El cielo nocturno es mucho más protagonista en todo. El cielo diurno es el hermano pobre porque estamos acostumbrados a vivir bajo él. Vivimos una época en la que tenemos un poco olvidado el cielo y me parecía interesante la idea de reconstruir cómo aprendimos que vivíamos en un océano de aire y todo lo que implicó esa aventura vertical de subir más allá de las nubes. Lo que cuento no es solo una historia científica sino casi cultural sobre cómo habíamos cambiado nuestra visión del mundo gracias a esa aspiración de subir más arriba y mirar desde arriba hacia abajo. 

Algo que caracteriza a su literatura es esa forma de narración a modo de historia. ¿Cree que así se transmite mejor la ciencia?

Yo creo que en divulgación es interesante que haya de todo. En mi caso, lo que más me interesa es que esté imbricado en una narración casi novelesca, como una aventura. Creo que hemos evolucionado para escuchar historias, que es lo que nos atrapa. Quería que el libro tuviera ese tono de gran aventura con algún tinte personal. La «conquista» del cielo es una de las aventuras de exploración humana más fascinantes de las que hemos protagonizado. Se producen todo tipo de sucesos impensables: gente que se cae en lo alto de un cumulonimbo y tarda 40 minutos en salir; los primeros aeronautas que subían sin saber dónde iban y se desmayaban en las alturas o subían a lo alto de una montaña para coger un trocito de nube. 

La ‘conquista’ del cielo es una de las aventuras de exploración humana más fascinantes

decoration

Tantas historias son, que ha quedado un libro muy completo, ¿cuál fue la historia que más le llamó la atención?

Es difícil de elegir. Hay tres o cuatro momentos increíbles. Por ejemplo, el vuelo del Cenit, que es un globo que subió con la intención de batir el récord de latitud en París en 1875. Estaba tripulado por tres aeronautas porque querían batir el anterior récord que estaba en 8.000 metros. Por desgracia, dos de los tripulantes mueren. Es un momento determinante porque, a partir de ese entonces, empiezan a cambiar la estrategia, diseñar mejores equipos y a mandar globos no tripulados que unos años después permitieron ver que el cielo se terminaba, que había un «techo», una capa distinta que era la estratosfera. 

Todos esos datos e historias, ¿fue difícil recopilarlas?

Fue laborioso. Difícil en el sentido de bucear en la bibliografía que muchas veces no está accesible. Había que hablar con profesores de universidades de varios países para que te dieran acceso a algunos de los documentos de la época. Hemos hecho un esfuerzo con el físico atmosférico y divulgador José Miguel Viñas en la bibliografía final del libro, donde no solo están las referencias. También hemos puesto un código QR que lleva a la web de divulgameteo donde están alojados algunos de los documentos históricos originales para que otros puedan investigar por su cuenta. Muchas de ellas nunca han sido contadas, hay mucho de inédito en el relato de los cielos. 

¿Necesitamos más periodistas científicos?

Necesitamos ejércitos de periodistas científicos; es una labor súper útil. Necesitamos especialización y, sobre todo, que los directores de los medios – los que ponen el dinero–, además de darse palmaditas en la espalda y hacer muchos editoriales sobre lo importante que es la ciencia, lo demuestren aplicándolo en su propios medios haciendo redacciones especializadas. 

Compartir el artículo

stats