El barco canario de vapor San Isidro Labrador, derribado por un torpedo durante la Segunda Guerra Mundial, fue hallado en perfecto estado bajo las aguas que rodean la isla griega de Kythnos casi 80 años después de su hundimiento.

El navío que fue construido en 1904 por R. Williamson & Son en Workington, Inglaterra, bajo el nombre de Guanche, para la Compañía Marítima Canaria, filial española de la británica Elder & Fyffes, con sede en Canarias, había sido fletado por el ministerio de Transporte de la Alemania nazi para llevar armamento al norte de África. El buque se hundió tras recibir el impacto de un torpedo del submarino griego Katsonis el 4 de abril de 1943, en una ofensiva poco habitual para estos submarinos.

Este "inusual" naufragio fue localizado a 98 metros de profundidad por el equipo de investigación que lidera Kostas Thoktaridis, quien lleva 35 años observando el fondo marino de Grecia y acumula más de 500 hallazgos.

Las condiciones de preservación de la nave son "excelentes", las puertas laterales se mantienen abiertas, la chimenea permanece en su lugar y parece que a bordo del San Isidro Labrador "el tiempo se haya detenido en 1943", aseguró Thoktaridis.

Su verdugo, el submarino Katsonis, había zarpado de Beirut el 24 de marzo de 1943 para la primera patrulla de guerra con el capitán de corbeta Vassilis Laskos como comandante.

Este submarino torpedeó con éxito un barco escolta italiano, el Tergeste, en Gitio (sur de la península del Peloponeso) el 2 de abril, y acto seguido se trasladó a Citnos, en las Cícladas Occidentales, donde localizó al San Isidro Labrador.

El Katsonis disparó dos torpedos a 400 metros de distancia que erraron, pero el tercero abrió un agujero en la parte trasera izquierda del San Isidro Labrador, a la altura de la sala de máquinas, que penetró en el casco a 41 nudos de velocidad, aunque nunca llegó a explotar.

"No lo hubiésemos sabido, si no nos lo hubiera dicho el capitán español del buque, de encargo alemán y bandera española como su tripulación, cuando los rescatamos del mar azotados por el frío", escribió un alto oficial del Katsonis, Elias Tsukalás.

"¡Un torpedo dio en el blanco, pero no explotó! El primer maquinista de los españoles, que estaba en la sala de máquinas en ese momento, vio que el torpedo de ese 'monstruo marino' llegaba a su hombro pero no explotó y enloqueció. Por esa falla el agua irrumpió en el casco y el barco se hundió", dijo el capitán del San Isidro Labrador, según citó Tsukalás.

A pesar de que existe un informe alemán que asegura que el torpedo atravesó ambas paredes del barco y siguió su trayectoria hasta la costa, Thoktaridis confirmó que solo pudo localizar un agujero en el casco de la nave.

Thoktaridis también explicó que los torpedos usados por la Armada griega durante la Segunda Guerra Mundial eran problemáticos debido a un par de defectos en su brújula y en su parte delantera, que impidió en este caso que detonara.

El buque español pertenecía a Transcomar, una empresa española, pero de capital alemán, que adquirió un total de 10 buques con bandera neutral con el fin de seguir abasteciendo a las tropas de nazis lideradas por Erwin Rommel en el norte de África a través del Mediterráneo.

El vapor, de 36,6 metros de eslora y 6,8 metros de manga, fue adquirido por Hamilton y Cía en 1925 y pasó a llamarse Carmen, aunque siguió realizando viajes a Canarias para llevar fruta a Tenerife.

En 1929 fue adquirido por Álvaro Rodríguez López, importante armador de Canarias, quien lo rebautizó como San Isidro Labrador.