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El mar de Canarias se enfrenta a una de las olas de calor más intensas en 30 años

La falta de alisios, unido el incremento paulatino de temperaturas por el cambio climático, provoca una anomalía térmica en el Atlántico de un grado durante 12 días

Dos bañistas miran hacia la costa en la playa de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife. Carsten W. Lauritsen

El océano que rodea Canarias se ha enfrentado a una de las olas de calor marina más intensas de los últimos 30 años. Las temperaturas superficiales del mar se han incrementado un grado de media durante un transcurso de los últimos 12 días, elevando los termómetros marinos hasta los 21 grados y convirtiendo a esta anomalía térmica de un grado en una de las de mayor envergadura conocidas en la estación del año en el que nos encontramos. 

Son diversas las razones que han llevado al mar a calentarse de una forma anómala durante unos días dos meses antes de lo previsto. Uno de estos factores es la falta de alisios. Durante las últimas semanas, el anticiclón de las Azores se ha desplazado de su ubicación habitual, dejando a Canarias al descubierto de la radiación solar. 

Y es que los suaves vientos no solo ayudan a suavizar las temperaturas en tierra, sino que ayudan a arrastrar el calor de la superficie del mar. «La energía solar ha propiciado el calentamiento de las aguas superficiales en las últimas semanas», resalta el delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Canarias, David Suárez, que destaca que también influye la llegada del calor marino desde las corrientes de África del norte. 

No obstante, en los últimos días, con el regreso de los vientos alisios, la situación está volviendo a su cauce normal. Según los últimos datos recabados en la Bahía de Gando, monitorizados por el grupo de investigación QUIMA de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), la temperatura del mar que rodea las Islas se sitúa ahora en 20,5 grados centígrados. Esto supone una temperatura más normal para la época, pero no lo sería tanto si habláramos del mar canario de hace 40 años. 

El océano ha experimentado un aumento medio de sus temperaturas de 0,5 grados en 40 años

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El cambio climático es otro de los responsables de estos picos históricos que se están produciendo en la temperatura del mar. En la evaluación de los datos de temperatura media del mar durante los últimos 40 años en Canarias, recabados por los científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO): «la temperatura ha ascendido medio grado». Así lo explica el director del IEO en Canarias, Pedro Vélez, quien resalta que «si comparáramos la temperatura a la que estaba el mar hace 40 años con la actual, posiblemente nos encontremos que ahora es un grado y medio mayor que entonces». Detrás de este aumento de los termómetros marinos está, posiblemente, el cambio climático. 

Esto hace que el punto de partida sea mucho peor cuando llegan las olas de calor marina. Aunque sigue en discusión, es casi seguro que el calentamiento global también va a generar que estos fenómenos concretos ocurran más veces. Así lo contempla el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que estima que las olas de calor podrán ser más habituales (tanto en tierra como en el entorno marino) en el futuro climático. No obstante, a día de hoy, las series temporales son tan cortas que es difícil definir con datos que esto realmente esté ocurriendo a día de hoy. 

Siete años más cálidos de lo habitual

«Los indicios muestran que sí será así, pero aún hay cierta controversia», resume Vélez. Este año, además, ha sido más cálido de lo habitual para Canarias. «Llevamos ya siete años marcando valores más cálidos», resalta Suárez, aunque matiza que este no ha tenido las temperaturas más altas de esta pequeña serie. «Ese medio grado de aumento este año, por ejemplo, lo hemos visto durante toda la serie», resalta, por su parte, el oceanógrafo del IEO. 

El responsable de mitigar las temperaturas durante este año, probablemente haya sido el fenómeno de La Niña, instalado en el Pacífico desde casi principios de año. Este fenómeno climático que forma parte del ciclo natural-global del clima funciona como refrigerante del planeta y tiene una relación directa con la temporada de huracanes. «La Niña amortigua el calentamiento a nivel global», explica Suárez. Sin embargo, también puede generar cambios regionales que, en esta ocasión, se ven reflejados en el Atlántico, Mediterráneo y Cantábrico y, en general, la zona norte del planeta. 

El fenómeno de La Niña suaviza las temperaturas del globo pero produce efectos locales

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«Estos datos concuerdan con las previsiones realizadas por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) que para este año, cuya proyección de la temporada de huracanes muestra que habrá un mayor impacto en el Atlántico», resalta Suárez. Esto sucede porque el mar, cuando se calienta, se convierte «en combustible» para el desarrollo de huracanes. Esto no significa, sin embargo, que en la próxima temporada -que empieza el 1 de julio - tengan que suceder más huracanes. «No tiene por qué, puede que se creen tres huracanes grandes que liberen la energía del sistema y la devuelvan a niveles normales», insiste Vélez. 

En el Mediterráneo y el Cantábrico la situación es mucho peor, pues las anomalías térmicas que se han detectado con la última ola de calor marina se han situado en 3,5 grados centígrados de media. El calor de las semanas anteriores y las altas temperaturas previstas para los próximos días, así como la circulación del viento en capas bajas con periodos de calma «más frecuentes de lo habitual», son las causas que han provocado este «anómalo» fenómeno, indica la Aemet. Así, estas condiciones impiden el ascenso de aguas profundas frías y favorece su calentamiento superficial.

Las olas de calor marina no son inocuas. Los primeros estudios –aunque aún son pocos–, muestran que pueden tener un efecto negativo en las poblaciones marinas. Si la variación de temperatura es muy acusada, puede aumentar la mortalidad de aves, peces y mamíferos marinos, pueden desencadenar floraciones de algas nocivas o de especies (como ocurrió en 2017 con las microalgas en Canarias) y reducir en gran medida el suministro de nutrientes en el océano. 

Las olas de calor también conducen al blanqueamiento de los corales y desencadenan movimientos de comunidades de peces hacia aguas más frías. Otros de los efectos que puede generar es que «se trastoque el ciclo reproductivo» de algunos peces. Sin embargo, en esta ocasión, «la variación no ha sido lo suficientemente grande como para que se puedan producir estas consecuencias», relata Vélez. 

Pese a que a parte de los organismos marinos este aumento de las temperaturas les afecta negativamente, hay algunos a los que el calor les beneficia y que saldrán mejor parados cuando el cambio climático haga acto de presencia. Es el caso de las medusas (Aurelia aurita) que no solo son capaces de sobrevivir en estas anomalías térmicas, sino que también pueden incrementar la frecuencia de su reproducción. Así lo ha estimado el Grupo EOMAR Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-ECOAQUA), a través de la tesis doctoral de la investigadora Vanesa Romero. 

Se trata del primer estudio de este tipo que se realiza durante la metamorfosis de las medusas y su impacto es relevante en la medida que sus resultados pueden tener un efecto directo en la economía de las zonas costeras cuando hay un aumento de colonias. La superpoblación repercute sobre el turismo, por la disuasión de los bañistas debido a sus picaduras. También tiene consecuencias en la acuicultura, pues dañan a peces y otras especies marinas, o afectan las tomas de agua de mar en desaladoras. 

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