Tras 34 años de docencia en el Colegio Hispano Inglés de Tenerife, Juan Francisco Hernández, habla de la enseñanza con una ilusión que rompe estereotipos; blogs, vídeos, proyectos de cooperación… pero sobre todo habla de una juventud “entregada, implicada, con ganas de cambiar el mundo y, principalmente, con hambre de seguir formándose para ser los mejores profesionales y personas”. Pueden parecer palabras bonitas, pero, en este caso, los hechos refutan su discurso.

Junto a él, Iker Pérez Omar, un alumno de segundo de bachillerato que llega a la charla directamente desde sus clases de tenis para hablar de su medalla de oro en la XXXIII Olimpiada Nacional de Física organizada por la Real Sociedad Española de Física. Un alumno “brillante” como lo describen profesores y compañeros que es capaz de sobresalir, como acreditan otros reconocimientos, en filosofía y matemáticas, sin renunciar a su tiempo de ocio, al deporte o a afrontar, en estas últimas semanas, la recta final para la temida EBAU. “Es cuestión de organizarse”, dice el alumno con seriedad y tímidamente añade “si te planificas bien, da tiempo de todo”. Una lección de madurez que desmonta la imagen que retiradamente se muestra de una juventud poco comprometida y responsable. Nada que ver.

Iker, junto a otros compañeros, que quedaron tercero y cuarto en la misma prueba, participó en la misma alentado por su profesor, Juan Francisco Hernández, y se aupó hasta esa codiciada medalla de oro que le permitirá participar, en el próximo mes de septiembre, en las Olimpiadas Iberoamericanas de Física. Todo un hito para el alumno, para el profesor y para el centro educativo que cosecha desde hace años ya un amplio podio de premios provinciales, autonómicos y nacionales obtenidos por sus alumnos.

Este último gran éxito protagonizado por Iker se inició con una pregunta del profesor –“¿Quién se apunta?”- y continuó con muchísimas horas de trabajo durante los recreos y en sus casas. “Yo les mando problemas y videos elaborados por mí con mucha información que trabajamos en los recreos juntos, pero luego, ellos, en sus casas, siguen trabajando con un nivel de compromiso que sorprende”, añade Juan Francisco Hernández. Y así, día a día, semana a semana, fueron todos preparando la participación en estas olimpiadas con el resultado ya conocido; éxito rotundo.

Este alumno “brillante” que ahora se enfrentará a la EBAU no ha decidido aún su rumbo académico a la espera de esas notas de corte que todo lo marcan, pero sí tiene claro que tirará por una carrera de ciencias; Física, Matemáticas o Ingeniería Aeroespacial. Opciones lógicas para quien define su pasión por la Física como un reto: “lo que me gusta y me atrae es la posibilidad de centrarme en resolver un reto; dar una respuesta a un problema o armar un aparato que permita dar respuesta a una dificultad”.

Y es que así, es como define él la física como “la herramienta que permite es comprender lo que nos rodea y los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor; describirlos de manera simple y elegante y poder entender porqué se calientan los alimentos cuando pulsas un botón del microondas o por qué brilla el sol por ejemplo”.

Una forma de entender la física que viene muy de la mano de una forma de enseñar basada en las nuevas tecnologías como herramienta y desde una perspectiva práctica que ayuda a los estudiantes a entender y comprender la materia desde una óptica que no es la habitual. “Intento que los jóvenes”, aclara el profesor, “se enamoren de la física y una forma de hacerlo es explicarla como una herramienta que les permita comprender el mundo en el que viven y también como la que les permita solventar problemas” y no les resta valor y compromiso “porque yo les explico y les mando problemas, insiste, pero luego son ellos los que les dedican tiempo en sus casas para trabajarlos”. Lo que está claro es que esa forma de enseñar y de entender la docencia no solo implica al alumnado, sino que hace crecer su ansia de aprender “incluso asuntos que no entran dentro del temario de la EBAU” lo que les hace ampliar sus conocimientos y sus deseos de aprender.

El reto es hacerles entender que la física es más que planos o fuerzas de rozamiento; que hay temas y cuestiones muy interesantes como puede ser la antimateria, el fondo cósmico o la radioactividad natural o incluso la historia de la ciencia y la verdad, añade Juan Francisco Hernández “que me siento privilegiado de contar con estos jóvenes que se suman a la aventura de aprender a descifrar el mundo que nos rodea”. Un “hambre de aprender” que explica que sus alumnos hayan participado en más de 60 actividades que no entran en el currículo de la Ebau “y que lo hayan hecho realizando unos proyectos y trabajos que sorprenden”.

El objetivo final; formar la mente, prepararlos para los retos del futuro y, sobre todo, que crezcan en valores “y eso es algo que veo; no solo Iker, sus compañeros también. Son jóvenes comprometidos que se implican en proyectos sociales y que tienen hambre de cambiar el mundo para hacerlo mejor”. Todo un mensaje de esperanza de quien lleva décadas formando mentes. El resultado está ahí; premios y medallas pero, sobre todo, curiosidad y voluntad para hacer posible el reto de este colegio: transformar el futuro.