Un total de 121 millones de embarazos no son intencionados. Eso quiere decir que la mitad de embarazos que se dan en todo el mundo no habían sido buscados o planeados por las mujeres. El 60% de todos esos embarazos acaban en aborto, sea legal o ilegal en el país, y las restricciones que se imponen no impiden que las mujeres interrumpan el embarazo, solo que el 45% de los abortos se realicen en condiciones poco seguras en las que se pone en riesgo la vida de la mujer. Esa es la conclusión a la que llega el informe 'El Estado de la Población Mundial 2022' de Naciones Unidas, un texto que pone cifras y rostros a la violencia y los derechos reproductivos de las mujeres en el mundo.

"Este informe es una llamada de atención. La abrumadora cantidad de embarazos no intencionales representa un fracaso mundial en la defensa de los derechos humanos fundamentales de las mujeres y las niñas. Para las mujeres afectadas, la decisión reproductiva más trascendental de su vida (si quedarse o no embarazadas) no es una opción en absoluto. Al poner el poder de tomar esta decisión fundamental directamente en las manos de las mujeres y las niñas, las sociedades pueden garantizar que la maternidad sea una aspiración y no algo inevitable", ha señalado la directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Natalia Kanem.

En cuanto se pone el foco sobre los embarazos no intencionales, pensamos en el control de la natalidad por medio de los anticonceptivos. Y, automáticamente, la cabeza de muchos europeos y occidentales pensará en la falta de acceso que tienen en países en vías de desarrollo a métodos anticonceptivos seguros como los preservativos, las pastillas, el DIU o el anillo vaginal. O en la falta de concienciación que hay en estos países sobre el uso de anticonceptivos. Sin embargo, el informe pone de relieve, como dato muy preocupante, que este año la falta de acceso y la falta de concienciación ya no son las principales razones por las que no se utilizan estos métodos.

Miedo a los efectos secundarios

Ahora, las mujeres no utilizan métodos anticonceptivos principalmente por dos factores: el miedo a los efectos secundarios que puedan tener y los mitos creados en torno a ellos, o la oposición de terceras personas. Esto se traduce en que "257 millones de mujeres que quieren evitar el embarazo no utilizan métodos anticonceptivos seguros y modernos -como la conocida 'marcha atrás'- y, entre ellas, 172 millones no utilizan ningún método", según la ONU. Y, el 26% de las mujeres no toman anticonceptivos por miedo a los efectos secundarios. Y esto sucede, tanto en países en vías de desarrollo como en países occidentales.

Algunas de las mujeres consultadas para este informe, llevado a cabo en todos los países de Naciones Unidas, manifestaban tener miedo a "ganar peso, tener acné, nauseas, diarrea, dolores menstruales, cambios de humor, visión borrosa..." y un sinfín más de posibles efectos secundarios que se dan, por ejemplo, al tomar pastillas anticonceptivas. Otras tienen miedo a ciertos mitos como que los DIUS se pueden mover por el cuerpo de la mujer, que causan infertilidad, abortos, mayor promiscuidad, o cáncer, entre otras afirmaciones completamente falsas.

Esto podría combatirse con un arma: la educación sexual. "La ausencia de información precisa sobre la salud sexual y reproductiva no solo tiene graves consecuencias, sino que también es una violación de los derechos humanos. La educación sobre sexualidad y reproducción es un componente básico de los derechos a la salud, la educación y la no discriminación, tal y como articula el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas", reza el informe.

Control sobre el cuerpo de las mujeres

Sin embargo, hay otro gran porcentaje de mujeres y adolescentes que no utilizan métodos anticonceptivos porque, simplemente, alguien controla esta decisión por ellas. Por ejemplo, el 23% de todas las mujeres no pueden negarse a mantener relaciones con sus maridos y tampoco pueden negociar el hecho de que el hombre se ponga un preservativo. Por lo que quedan a merced de las decisiones de su pareja y pueden quedar embarazadas en cualquier momento.

En ocasiones, esto llega tan lejos que se produce el llamado control reproductivo, "un amplio abanico de comportamientos que impiden que las mujeres tomen las riendas de su cuerpo y su fecundidad", por ejemplo el chantaje emocional para tener hijos, las agresiones verbales y físicas o las amenazas para que no se utilice ningún método. También es control reproductivo cuando las parejas sabotean los anticonceptivos -por ejemplo cuando pinchan los preservativos-, cuando tiran las pastillas anticonceptivas, las esconden o se las quitan y, por supuesto, esto incluye también cuando un hombre se quita el preservativo en medio de la relación sexual sin consentimiento o conocimiento.

Otras no lo hacen porque tomar anticonceptivos para retrasar el embarazo, o directamente elegir no ser madres en toda su vida, pueden ser decisiones inaceptables para sus familias o sus comunidades. En países en vías de desarrollo como India o Nigeria en los que los niños se consideran un seguro de vida y un símbolo de feminidad y buena fortuna, retrasar el embarazo o no tener hijos es impensable. Entonces, las familias o las comunidades presionan a las mujeres para "tener una familia grande, seguir teniendo descendencia o seguir dando a luz hasta que nazca un hijo varón" y las humillan sino lo hacen.

Además está el peso de la religión ya que muchas confesiones están en contra de los anticonceptivos y promulgan que los hijos "son un regalo de Dios" o que deben de llegar "cuando Dios quiera", por lo que se crea un estigma y una discriminación sobre la mujer que acaba viendo coartada su libertad para elegir si quiere o no tener hijos o como evitar quedarse embarazada.

Por último, en este grupo están las mujeres que sufren violencia de género y que no tienen voz ni voto en prácticamente ninguna decisión de su vida, y, por supuesto, tampoco en esta. Ellas tienen el doble de probabilidades de que el hombre se niegue a usar anticonceptivos, pero también se arriesgan a que la violencia que sufren empeore si intentan imponer su decisión en este terreno.

El motivo principal: la desigualdad de género

Además de estos dos motivos principales hay muchos otros para que las mujeres no decidan sobre sus cuerpos y sus embarazos: la falta de información, la falta de accesibilidad a métodos anticonceptivos, la pobreza, la falta de educación sexual, la violencia sexual e, incluso, la falta de educación. Muchas niñas y adolescentes, si no tienen posibilidad de seguir estudiando no ven motivos para rechazar la maternidad si si quedan embarazadas. Todo esto pasa mucho más en zonas rurales que urbanas y también más en países en vías de desarrollo. Pero, en general, en el mundo más del 86% de las niñas de entre 15 y 19 años no han utilizado nunca anticonceptivos, y el 21% de ellas serán madres para cuando hayan cumplido los 19 años.

"El 6% de las niñas de entre 15 y 19 años no han utilizado nunca anticonceptivos, y el 21% de ellas serán madres para cuando hayan cumplido los 19 años"

Detrás de todo esto subyace el motivo principal por el que las mujeres no pueden tomar el control sobre sus propios cuerpos ni decidir sobre sus embarazos: la desigualdad de género. Todavía existe el concepto de que si se produce un embarazo no deseado la mujer es la que debe cargar con las consecuencias tanto anatómicas como económicas. Es ella la que se enfrenta al parto, a los riesgos que conlleva, a la crianza del niño cuando nazca, a la conciliación laboral o la reducción de jornada para cuidarlo o, incluso, al despido tras ser madre. Según las normas sociales, el hombre sigue pudiendo "escapar" de las consecuencias de su acto. Es por eso por lo que muchos hombres deciden no utilizar preservativos, o fuerzan a la mujer a hacerlo, y por lo que, también, existen tan pocas opciones de anticonceptivos para hombres.

El 60% acaba en aborto

Pese a todas estas presiones, el 60% de todos los embarazos no intencionales acaban en un aborto ya sea este legal o ilegal en el país. El informe pone de manifiesto que las restricciones para la interrupción voluntaria del embarazo no impiden que las mujeres aborten, lo hacen igual, pero lo hacen en condiciones no seguras. En total, el 45% de todos los abortos se realizan en condiciones de riesgo, en centros que no son sanitarios, a manos de personas no profesionales o con instrumentales rudimentarios que ponen en peligro las vidas de las mujeres.

Esto ha provocado que más de 7 millones de mujeres hayan tenido que ser hospitalizadas en todo el mundo como consecuencia de haberse realizado un aborto en condiciones de riesgo y es la principal causa detrás de las 800 muertes maternas que se producen cada día según Médicos Sin Fronteras, lo que la ONU define como "una emergencia de salud pública y un precio que el mundo, sencillamente, no puede permitirse".

Por eso, la ONU recuerda que "abortar sin riesgos forma parte de los derechos reproductivos y de los derechos humanos: todo el mundo tiene derecho a tomar decisiones con conocimiento de causa acerca de su propio cuerpo y su salud, así como a elegir si quiere tener hijos y, en caso afirmativo, cuándo y cuántos. Sobre todo cuando la vida y la salud de la mujer o la niña embarazada corran peligro, o cuando llevar el embarazo a término causaría dolores o sufrimientos considerables a la mujer o la niña embarazada, especialmente si el embarazo es consecuencia de una violación o incesto, o si no es viable".

Gracias a eso se ha conseguido que en el 96% de los Estados Miembros de Naciones Unidas el aborto es legal en cualquier circunstancia o por algunos motivos, por ejemplo, para salvar la vida de la madre en casos de violación y o en casos de malformación fetal. Sin embargo, en el 28% de dichos países, las mujeres casadas necesitan el consentimiento de su marido para poder abortar y, en el 63% de estos países, las mujeres que abortan de forma ilegal -es decir, por otros motivos que no sean peligro para la vida de la madre, violación o malformación- pueden tener consecuencias penales.

Motivos para la desesperanza

Las cifras no son buenas, pero la ONU augura que pueden ser aún mucho peores y que la violencia reproductiva contra las mujeres puede aumentar en los próximos años debido a la guerra de Ucrania y al retroceso en el derecho al aborto que se podría producir en Estados Unidos, donde el Tribunal Supremo se plantea seriamente eliminar el derecho al aborto a nivel nacional, por lo que este derecho quedaría en manos de los estados, y 16 de ellos, los más conservadores, ya tienen leyes preparadas para la ilegalización total o casi total del aborto.

La ONU advierte de que los conflictos bélicos siempre "privan a las mujeres de su capacidad de decidir a todos los niveles, además de aumentar de manera dramática el riesgo de embarazos no intencionales en el momento en que este resulta más amenazante" porque pierden el acceso a métodos anticonceptivos y tienen más probabilidades de sufrir violencia sexual.

"Si solo tuvieras 15 minutos para huir de tu casa, ¿qué te llevarías? ¿Te llevarías tu pasaporte? ¿Comida? ¿Te acordarías de tus anticonceptivos? En los días, semanas y meses posteriores al inicio de una crisis, los servicios de protección y de salud sexual y reproductiva salvan vidas, protegen a las mujeres y las niñas de daños y evitan embarazos no intencionales. Son tan vitales como la comida, el agua y los albergues", añade Kanem.