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Volcán de Enmedio: El enigma submarino de Canarias

La ciencia trata de explicar qué originó el volcán de Enmedio que se emplaza entre Tenerife y Gran Canaria y si ello tiene relación con la actividad sísmica de la zona

Representación artística del volcán de Enmedio basado en su perfil batimétrico hallado por el IEO. Felipe Galve

Hace 32 años un enorme movimiento de tierra llamó la atención de todo el Archipiélago. El epicentro de aquel seísmo de magnitud 5,2 se encontró en la línea imaginaria que separa las islas de Tenerife y Gran Canaria. Fue así como comenzó un viaje científico para hallar las razones que generaron ese primer terremoto y se fraguó la leyenda de un coloso submarino: el volcán de Enmedio

Un coloso submarino -el volcán de Enmedio- separa Gran Canaria de Tenerife. Desde que se diera a conocer la existencia del volcán de Enmedio –hace ya 32 años– las teorías sobre su origen, su estado vital y los posibles riesgos que desentraña para Canarias, no han cesado. Años después, muchos de estos enigmas siguen sin resolver, pues la profundidad a la que se encuentra el gran monte submarino ha provocado que la ciencia no haya sido capaz de encontrar dichas respuestas.

Con 470 metros de altura, se alza bajo el océano uno de los volcanes submarinos más grandes de toda Canarias. El Archipiélago «está repleto de volcanes submarinos, pero sin duda este es de los más interesantes», destaca Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Esta gran estructura es incluso más grande que el volcán Tagoro (El Hierro) que, midiendo 355 metros, es considerado por muchos científicos como un volcán de grandes dimensiones.

La estructura se descubrió poco después de que se produjera el seísmo más fuerte que ha sufrido Canarias en su historia reciente. El terremoto del 9 de mayo de 1989, que tuvo una magnitud de 5,2 y sacudió con especial ímpetu las costas de Tenerife y Gran Canaria. Y aunque no hubo daños, los científicos se lanzaron a intentar descubrir qué había causado tal movimiento terrestre. De esa expedición surgió la primera «fotografía» del volcán realizada por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en 1990 y, más adelante, se empezó a relacionar con los movimientos sísmicos. «Hay gente que piensa que pueda emerger una isla entre Tenerife y Gran Canaria, pero nada más lejos de la realidad, al menos en los próximos miles de años», afirma Domínguez.

Hoy, las pocas hipótesis que están sobre la mesa descartan estas primeras elucubraciones y buscan datos científicos para tratar de arrojar luz sobre los misterios que alberga este gran coloso. Se desconoce cuándo emergió el volcán de Enmedio, si es capaz de entrar en erupción más de una vez –como el Teide– y la relación que tiene con los incesantes movimientos sísmicos que remueven cada año la zona. Las hipótesis sobre su origen se solapan con las que intentan explicar de dónde proceden los movimientos sísmicos.

Los científicos manejan tres hipótesis sobre el posible origen de los terremotos entre Tenerife y Gran Canaria. Uno de ellos aboga por la existencia de una falla que separa ambas islas y provoca terremotos. Pero esta teoría no cuenta con demasiado apoyo entre el colectivo científico, y menos aún, después de que varios análisis de la zona no hayan encontrado absolutamente nada. «Si fuera así ya tendríamos que haberla encontrado porque para generar terremotos de esta magnitud debería ser bastante grande», resalta el vulcanólogo del IGN, Stavros Meletlidis. Otra de las teorías considera que los terremotos se generan por los cambios de peso entre los edificios de Tenerife y Gran Canaria que, además, están «uno encima del otro». Se trataría, como explica el IGN, de un movimiento relativo de aproximación entre las dos islas debido a un ajuste hidrostático de Tenerife y que podría explicar la existencia de esta sismicidad.

La última teoría considera que bajo el volcán de Enmedio y entre ambas islas capitalinas hay un punto caliente donde el magma «tiene un camino más fácil para salir» porque la corteza oceánica es más delgada. Eso explicaría por qué hay tantos «pequeños conos» alrededor del volcán de Enmedio y la propia existencia del gran coloso que descansa sobre tres kilómetros y medio de terreno en su base (del tamaño del Puerto de la Cruz). Pero esta teoría también suscita dudas. «No creemos que sea actividad magmática porque los seísmos que vemos no son intensos ni en forma de enjambre, como cabría esperar si se tratara de este tipo de origen», recalca Domínguez. Y es que en los últimos 20 años el punto sísmico entre Tenerife y Gran Canaria tan solo ha generado tres terremotos grandes y pocas veces –nada habituales– enjambres de un máximo de 100 terremotos en pocas horas o días.

Tantos son los misterios que esconde este volcán submarino que en los últimos años se ha decidido dar un impulso al conocimiento de este lugar para entender cómo funciona más a fondo y poder medir los «riesgos» que entraña la zona en la que está situado.

Este año el Instituto Español de Oceanografía (IEO), a través del Proyecto Vulcana, ha decidido renovar la fotografía de carnet de este volcán. Lo ha hecho a través de un análisis batimétrico con tecnología que, por primera vez, ha podido descender lo suficiente como para llegar a los 2.100 metros de profundidad donde se encuentra la base de este gran volcán submarino.

La ciencia tras los enigmas

En la visita al volcán, que se produjo a principios de año, los investigadores del IEO –liderados por el oceanógrafo Eugenio Fraile– pudieron sumergir también un aparato que es capaz de medir las diferencias de temperatura en el medio marino a grandes profundidades. Los resultados que obtuvieron al hacerlo les generó «una gran sorpresa», como rememora Fraile. El volcán está activo, aunque no despierto. Los análisis han detectado una anomalía térmica de 0,6 grados centígrados en el cono del volcán. Y, aunque se desconoce si con este calor adicional se están también emitiendo nutrientes, azufre o dióxido de carbono (CO2), los investigadores consideran que esta puede ser una señal de que el gran coloso está en fase de desgasificación y, por tanto, sigue activo.

«Esto no significa, sin embargo, que vaya a entrar en erupción», insiste Fraile, que recuerda que otros muchos volcanes de Canarias –como los de Timanfaya en Lanzarote o el propio Teide en Tenerife– continúan emitiendo gases a través de lo que conocemos como «fumarolas». «En el caso de Timanfaya podemos hablar de un enfriamiento que ha durado más de 300 años», insiste, por su parte, Itahiza Domínguez.

Una circunstancia que es consecuencia de una actividad hidrotermal, pero que forma parte de una fase posterior a la erupción que puede durar miles de años. Las rocas que los investigadores han extraído del interior del cono del volcán de Enmedio también viene a corroborar esta hipótesis. «Han salido alteradas», recalca el oceanógrafo. En un primer análisis se ha podido ver cómo alrededor de estos materiales volcánicos hay hierro incrustado, lo que evidencia que «el volcán podría estar emitiendo este metal».

«Este descubrimiento solo es una muestra de que nuestro territorio está vivo y es capaz de emitir gases y calor que, en algunas ocasiones, además, genera vida», asevera Fraile. El investigador hace alusión a la incubadora de vida que se ha formado alrededor del volcán Tagoro, que tras destruir la vida marina a su paso en la erupción de 2011, no solo ha recuperado el ecosistema sino que lo ha convertido en un «oasis maravilloso». Durante la próxima campaña oceanográfica Vulcana, se utilizará el robot submarino Liporus 2000 para poder captar las primeras imágenes del gran cono submarino. «Es lo único que nos falta por hacer; verlo para ponerle cara», resalta Fraile.

En paralelo, a principios del año 2023, el IGN tiene previsto comenzar una exhaustiva recogida de datos sísmicos de los alrededores del volcán, tanto en tierra como en mar. Los terremotos que se producen en la zona han supuesto un quebradero de cabeza para los investigadores pues, son complicados de localizar, sobre todo en profundidad, y así «son muy difíciles de interpretar» con aparataje terrestre, como explica Itahiza Domínguez, investigador principal de este proyecto. Para conseguir saber exactamente de dónde proceden los movimientos sísmicos se tiene previsto ampliar, a partir de enero, la red de Gran Canaria –instalando en la isla 15 estaciones más–, y colocar otros tantos sismógrafos submarinos en los alrededores del volcán de Enmedio y del espacio que separa Tenerife de Gran Canaria. Pero la búsqueda del origen de la sismicidad es solo una parte de este proyecto. La clave de la investigación está en la tomografía sísmica que se va a realizar por el terreno, dado que, con ella, los investigadores podrán dirimir lo que hay bajo la corteza y la zona superior del manto del trozo de mar entre Tenerife y Gran Canaria. Con ello podrán saber si existe una estructura que provoca los sismos, hace crecer al volcán de Enmedio y mantiene esa zona volcánicamente activa.

Cartografía de los montes marinos

Bajo Canarias duermen cientos de pequeños o grandes volcanes submarinos, pero solo unos pocos se conocen y apenas dos han sido estudiados a fondo. El proyecto Vulcana, subvencionado con los fondos propios del Instituto Español de Oceanografía (IEO), es el único proyecto existente en Canarias dedicado a estos montes que duermen bajo las aguas canarias. La erupción submarina de El Hierro, en 2011, fue la que dio lugar a esta investigación. Una década después, esos datos recabados en el volcán Tagoro sirvieron en la crisis volcánica de La Palma de 2021 para predecir cómo se podría comportar la lava una vez descendiera la ladera hasta llegar al mar. «Este proyecto nos da pie a tener conocimiento científico suficiente como para poder prestar asesoramiento y ayudar en la gestión», resalta el oceanógrafo y responsable del proyecto, Eugenio Fraile. Ahora el proyecto quiere seguir expandiéndose por todo el Archipiélago, con el objetivo de ampliar el conocimiento que tienen los canarios sobre el lecho marino que les rodea. Además de una visita al volcán Tagoro y al de Enmedio, los investigadores se han acercado al delta lávico formado en la costa este de La Palma. Allí se han sorprendido con la rápida recuperación que ha experimentado el ecosistema marino tras la irrupción de la lava. «Las rocas basálticas están completamente colonizadas», resalta Fraile, quien destaca que esto demuestra, una vez más, que los volcanes «son vida».

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