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Juicio por el segundo asesinato de la pensión Padrón

El asesino de la Pensión Padrón fotografió a su pareja muerta

El jefe del Grupo de Homicidios explica que el acusado "José Antonio no colaboró; articuló su coartada en base a las preguntas que le hicimos"

Juicio por el segundo asesinato en la pensión Padrón

Juicio por el segundo asesinato en la pensión Padrón Carsten W. Lauritsen

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Juicio por el segundo asesinato en la pensión Padrón Pedro Fumero

El acusado como presunto autor del asesinato de Adoración Cruz llegó a fotografiarla cuando ésta ya estaba muerta. Esto es parte de lo que se ha desvelado en la tercera sesión del juicio que se sigue contra el acusado José Antonio Luis Aguiar. Cuando el hoy acusado de este segundo crimen ingresó en prisión por la muerte de Ángel Bermejo, dejó su teléfono móvil en el área de Seguridad de Tenerife II. El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional recuperó ese terminal y descubrió que el 25 de junio se hizo una fotografía y después fue borrada de manera intencionada. Esa imagen fue captada en la habitación 306 por una persona que, sentada en una cama, captó una escena, cuanto menos, curiosa de lo que estaba en la otra cama. En la misma aparecía un cabello largo de mujer, un trozo de nariz y el arco de la ceja, así como una manta azul, un petate, el colchón, un cabecero y una puerta.

El inspector Antonio Roldán, jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, cuando apareció el cuerpo de la mujer asesinada en la pensión Padrón, en Santa Cruz de Tenerife, aseguró este miércoles en la tercera sesión del juicio que el hoy acusado, José Antonio Luis Aguiar, no colaboró con los agentes durante el proceso de investigación y, en cambio, se dedicó a articular sus coartadas en función de la información que los funcionarios le transmitían cuando le hacían preguntas sobre el caso. El citado mando policial aclaró que el implicado era lo suficientemente inteligente como para detectar por dónde querían ir los policías y siempre buscaba alguna explicación para eludir su participación en la muerte y ocultación del cadáver de Adoración de la Cruz.

Roldán explicó que en el móvil solo había una miniatura de la foto borrada. En la Policía Científica de Madrid se logró recuperar solo la franja inferior de la imagen, en la que se intuía que aparecía una manta azul. El resto no se recuperó en ese proceso. El inspector de Homicidios recurrió a un doctor del Instituto de Astrofísico de Canarias (IAC), que se comprometió ayudar a los agentes. Lo primero que hizo ese científico fue conocer el proceso de borrado de la foto para, a continuación, efectuar el proceso inverso. Y, de esa manera, el investigador del IAC recuperó una imagen muy pequeña. Hasta tal punto fue así que, para lograr conclusiones, los policías pidieron colaboración a la propiedad de los cines Yelmo en Meridiano para poder ver la foto en la pantalla de una de las salas. Y así lograron identificar los elementos citados previamente. A continuación, se recreó la escena en la pensión padrón, en la habitación 306, para lo que se utilizó un maniquí con peluca, un petate de exrecluso, una manta azul, un colchón y un cabecero. Y se hizo una foto con un móvil del mismo modelo que el usado por José Antonio. De esa manera, se configuró otra de las pruebas documentales que constan en este proceso. Y la similitud entre ambas imágenes es considerable, según el mando policial.

El acusado tuvo un descuido al hablar en una ocasión con los agentes. El único sospechoso de la muerte violenta de la mujer señaló que, la última vez que vio a Adoración, se iba a ir a vivir con un exnovio. Y que la acompañó hasta un supermercado de una conocida cadena alimentaria situada en la avenida Benito Pérez Armas, frente a Los Gladiolos. Aunque los agentes no le habían mencionado de dónde habían hallado los restos óseos de Adoración, José Antonio afirmó que de la pensión sacó "un macuto". Y, hasta ese momento, solo se había hablado de bolsos o maletas. A esta expresión siguieron unos instantes de duda y silencio, al ser consciente Luis Aguiar de que había dicho algo que no le convenía. Pero, segundos después, continuó su relato.

El inspector Roldán realizó una extensa declaración ante las numerosas preguntas que le hizo el fiscal, José Miguel Castellón, durante la tercera sesión del juicio. Este mando de la Policía Nacional admitió que, tras la denuncia realizada por la hija de la víctima (cuatro años después de morir Adoración), barajaron tres posibilidades: que la hubiese captado una secta, su ingreso en un centro de desintoxicación de drogas y que hubiese muerto y su cuerpo no se hubiera encontrado.

En base a los datos recabados, la víctima cumplió unos tres años de privación de libertad por tráfico de drogas y salió de la prisión el 19 de junio del 2009 y, tres días después, fue la última vez que sacó dinero de su cuenta bancaria, en la que ingresaba dos pensiones de la Seguridad Social. Cuatro años más tarde, cuando se formalizó la denuncia de la hija, en dicha cuenta había unos 32.000 euros acumulados. En el historial delictivo de Luis Aguiar figuraba la agresión a Adoración, por la que cumplió pena de cárcel entre 2006 y 2009. Sin embargo, en los primeros momentos de la investigación, al hoy acusado se le consideró como testigo del hecho.

Según declaró Roldán, antes de entrar en Tenerife II y en los tres años que coincidieron en el centro penitenciario ambos mantuvieron su relación de pareja sentimental. Así lo probarían los cerca de 50 encuentros vis a vis que desarrollaron en la cárcel. Este planteamiento fue confirmado hasta por tres funcionarios de la prisión. Una de las trabajadoras del centro aclaró que, según aseguró Adoración y consta en los informes sobre la misma, esta tenía intención de casarse con Luis Aguiar una vez que saliera del penal.

De hecho, la pareja solicitó al juez de Vigilancia Penitenciaria que suspendiera la orden de alejamiento que pesaba sobre José Antonio para poder tener encuentros íntimos una vez que ambos se hallaban en el centro penitenciario. El mando policial también rafiticó que, durante las pesquisas sobre José Antonio, se detectó que Adoración le hizo una transferencia total de más de 7.200 euros a la cuenta de pecunio de su pareja cuando ambos estaban en la cárcel para que este pudiera comprar diferentes productos.

Antes de llegar en 2012 al Grupo de Homicidios, Antonio Roldán trabajó en la Brigada de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional. Por ese motivo, conocía el trasiego de personas y el funcionamiento de la pensión Padrón, en el número 114 de la avenida Islas Canarias. El inspector conocía a la propietaria del establecimiento y a sus hijos, que la ayudaban en la recepción y en el registro de clientes. En su opinión, en el momento en que ocurrieron los asesinatos en dicho edificio del exmilitar Ángel Bermejo (enero del 2010) y Adoración (junio del 2009), la propietaria ya estaba afectada por el Alzhéimer. Roldán efectuó una descripción detallada del edificio. Aclaró que el inmueble tenía tres plantas en total. Las dos primeras estaban destinadas a una clientela normal en este tipo de alojamientos y que pagaba de forma puntual los servicios. En esta parte del edificio las habitaciones estaban mejor acondicionadas.

Y después se hallaba la tercera planta, donde las unidades no se hallaban tan cuidadas, y en la que se quedaban personas con escasos recursos económicos o que acudían allí a consumir droga, entre otras cosas. Según Roldán, el control sobre quiénes utilizaban esta parte del inmueble era más laxo. De hecho, en algún momento, definió la tercera planta como "caótica" y "desastrosa". Además, en aquel momento, en la pensión Padrón no se hacía un registro informatizado y exhaustivo de todos los clientes que entraban y salían. En el año 2009 y 2010, las anotaciones se hacían a mano.

Una vez que salió de la prisión, Adoración se alojó en la segunda planta del inmueble, de forma concreta en la habitación 207. Según su entorno familiar, la mujer era toxicómana, "pero mantenía cierto nivel de dignidad con ella misma" y, además, cobraba una pensión con la que abonar el alojamiento. Sin embargo, consta en el registro de la pensión que el 21 de junio, se trasladó a la habitación 306, en la que se quedaba José Antonio Luis Aguiar.

Y una jornada después se produce la última extracción de dinero que la víctima hizo de su cuenta, unos 400 euros. A partir de ese momento, los movimientos de la mujer solo se conocen por lo que relata José Antonio. Supuestamente, tras sacar dicho dinero, ambos se dirigieron a comprar droga a Cuesta Piedra. Y, una vez que estaban de nuevo en la pensión, ella lo golpeó con el teléfono móvil y él reaccionó golpeándola con "cuatro o cinco puñetazos".

En opinión del inspector, la mujer tuvo múltiples fracturas propias de una muerte homicida, pues tenía roturas en las costillas, en una pierna y en el hueso hioides. Aclaró que esta última lesión es propia de un estrangulamiento, "bien con una cuerda o con las manos". Respecto a que si a la mujer el autor de su muerte le hizo la técnica del "mataleón", Roldán aclaró que, en origen, esta es una técnica de control sobre otra persona, que puede dejarla inconsciente unos segundos, pero que, si se hace mal o se presiona demasiado, puede acabar en un estrangulamiento y la muerte de la afectada.

Si José Antonio presuntamente acabó con la vida de Adoración en junio del 2009 y en enero del año siguiente hizo lo mismo con Ángel Bermejo, en agosto del 2010 ocurrió otro episodio que llamó la atención de los policías nacionales. Una mujer denunció que José Antonio, su entonces pareja, le había pedido dinero, pero ella se negó a dárselo. Entonces, el individuo decidió encerrarla y llegó a agredirla. De hecho, le hizo la mencionada técnica del "mataleón". Esa víctima quedó incosciente y, cuando, recuperó el conocimiento, el hoy acusado le dijo algo similar a: "ya has visto lo que soy capaz de hacer; la próxima vez, te mato, te meto en una manta y te tiro a la basura". Para el exjefe de Homicidios en Santa Cruz de Tenerife, eso demuestra que el acusado "tenía práctica" en realizar tal acto.

Desde la tarde en que se hallaron los restos óseos, los agentes del Grupo de Homicidios empezaron a trabajar con la hipótesis de que podía ser Adoración. Entre otras cosas, la mujer tenía un piercing en el abdomen con dos bolitas. Ese objeto se hallaba en el macuto donde estaban los huesos. Y el mismo apareció en una radiografía que se le hizo a la víctima cuando en el 2006 fue agredida por José Antonio. Además, coincidían otros elementos, como el pelo largo y abundante, su estatura (menos de 1,50), unos restos óseos propios de una persona delgada, así como una cadera propia de una mujer.

Y una vez que se extrajo el ADN, este coincidía con el de una muy pequeña gota de sangre que los agentes de Policía Científica encontraron sobre el cabecero de una de las camas de la habitación 306 cuando se descubrió el cadáver esqueletizado de Ángel Bermejo entre colchones en la referida pensión.

Para el inspector Roldán, es totalmente posible que un hombre como José Antonio sea capaz de cargar un petate con el cuerpo de Adoración, que pesaba unos 47 kilos en el momento de morir, y lo trasladara unos 600 metros hasta el barranco de Santos.

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