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Día de la Mujer | El mundo universitario
Rosa María Aguilar Rectora de la Universidad de La Laguna (ULL)

«Mis profesores y compañeros me han hecho dudar de mí cada día»

| andrés gutiérrez

Mucho antes de entrar en la Universidad de La Laguna, cuando aún era una niña, ¿tenía conciencia de la importancia de conmemorar días como el 8 de marzo?

Yo desconocía el movimiento feminista pero tuve la suerte de vivir en una familia con mujeres muy fuertes. Mi madre se quedó viuda muy joven y estaba en Venezuela, conmigo, mi hermana y una sobrina, por lo que decidió volver a La Gomera. Ella sola hizo que nosotras tres estudiáramos. Vivíamos en Arure, en La Gomera, y como consideraba que allí no tendríamos muchas oportunidades para formarnos, decidió trasladarse con nosotras a Tenerife. Ella tenía claro que desde el conocimiento seríamos felices, libres e independientes. Creo que esa fue la gran lección de feminismo que me dio mi madre, en una época en la que además parecía que una mujer viuda no podía hacer todas esas cosas.

La rectora de la ULL en su despacho.

Entonces vivió el feminismo desde la naturalidad, sin tener que ponerle nombre.

Sí, aunque me pasaron cosas curiosas. Un día llegué a casa llorando desde el colegio porque habíamos hecho un regalo para el Día del Padre pero yo no tenía a quién dárselo. Mi madre me dijo que se lo diera a ella porque ejercía de madre y de padre y yo le dije que no porque ella no era como un padre porque los padres de mis compañeras las llevaban en coche a las fiestas de cumpleaños. Así que mi madre se sacó el carnet de conducir y se compró un coche.

Cuando entró en la ULL a estudiar la carrera de Informática, ¿fue más consciente de actitudes machistas o de la situación de desigualdad de las mujeres?

Uno de los grandes problemas que tenemos es que no somos capaces de ver los micromachismos, que existen pero que son difíciles de percibir. Yo era la diferente dentro del grupo y trataba de pasar desapercibida. En tercero de carrera era la única alumna en clase y ocurría que los profesores no me sacaban a la pizarra porque así, según ellos, me protegían. La única vez que me sacaron a la pizarra fue cuando el profesor había comprobado antes que había hecho bien el ejercicio. Al resto de mis compañeros les peleaban pero a mí me trataban bien para que no me rompiera. Pero lo que yo percibía era que no confiaban en mí.

¿Llegó a dudar de usted misma cuando estaba realizando sus estudios universitarios?

Todos los días, por los comentarios que me hacían. Y eso no solo pasó cuando estudiaba, sino también siendo catedrática. Hasta no hace mucho me han hecho llorar porque he tenido que seguir demostrando que soy una catedrática más. Yo lo comparo siempre con la película Buscando a Nemo, en la que el pez tenía una aleta más pequeña y su padre lo protegía. A pesar de eso, él salió al mar y terminó en una pecera, pero pudo salir de ella gracias a que había peces diversos. Eso es lo que quiero poner en valor, tan solo desde la diversidad conseguiremos la creatividad necesaria para resolver los grandes retos que tenemos por delante en la actualidad.

Cuando comenzó a dar clase, ¿tuvo en cuenta la formación en igualdad de género?

Sí, sobre todo porque veía que la relación de los profesores con las alumnas seguía siendo la misma que cuando yo estudiaba. Muchas veces me he sentado con las chicas para darles el apoyo que yo en su día necesité y no encontré. Lo importante está en tener modelos, en ver que otras mujeres lo han conseguido.

Por lo que ha continuado percibiendo actitudes machistas parecidas a las que había cuando usted estudiaba. Parece que no ha pasado el tiempo.

No ha habido mucho avance. Yo veo a mis alumnas en clase exactamente igual que cuando yo estudiaba. El mundo de las ingenierías y las tecnologías está hecho por y para hombres y se ha avanzado bien poco. De hecho, eso se ve reflejado en el lenguaje, que modela la realidad. Yo soy la primera informática que salió de la ULL, y la gente piensa que soy la primera mujer, pero no, lo que significa es que fui la primera profesional de mi promoción; no hubo hombres por delante de mí. Tenemos en los hombros una mochila cultural que nos pesa demasiado. Por ejemplo, lamentablemente, en Informática, no es solo que no aumenten las mujeres matriculadas, sino que cada vez hay menos y no sabemos cuál es la razón.

Cuando accedió al cargo de rectora, ¿qué porcentaje de su programa de trabajo considera que ocupó la lucha por la igualdad de género?

Creo que es algo en lo que hay que trabajar pero de manera natural. Se trata de un aspecto cultural por lo que es algo que se debe sembrar y regar para que pueda crecer pero por imposición no lo vamos a lograr. Los micromachismos a los que yo me he visto sometida son inconscientes, de personas que me quieren y no me quieren hacer daño, por lo que hay que trabajarlo desde la base. No obstante, mi equipo de dirección es el más femenino de la historia de la ULL, pero no ha sido algo buscado. Supongo que es algo que surgió inconscientemente, de mi visión de querer contar con el equipo más variado posible. También se trata de un trabajo que se tiene que hacer de manera trasversal, así que no busco poner en marcha acciones concretas.

¿Y, precisamente, cómo se está trabajando de manera transversal?

A través del lenguaje, por ejemplo. Es importante que creamos en nosotros mismos y por eso precisamente podemos decir que la ULL ha sido punta de lanza en la lucha por la igualdad, primero con su Plan de Igualdad y también con el reglamento de acoso sexual y sexista. Tenemos aún mucho que hacer y por eso pondremos en marcha acciones inéditas, como que en los baremos de contratación de la ULL se tenga en cuenta la formación en igualdad. En este sentido, es importante cambiar la mentalidad porque al igual que ahora nos interesa que nuestros hijos tomen clases de inglés porque es algo que se tiene en cuenta en el currículum, también queremos que la formación en igualdad se tenga en cuenta. Dime cómo me mides y te diré cómo me comporto. Claro que tenemos que formarnos en este aspecto porque es la única forma que tenemos de darle luz a los micromachismos.

Hace pocos días tuvo lugar un acto de investidura de tres nuevos doctores Honoris Causa en la ULL. La bióloga molecular Margarita Salas fue una de ellas, a título póstumo además, y se convirtió en la segunda mujer en obtener esta distinción. En ese sentido la Universidad aún tiene que trabajar mucho para lograr la igualdad.

Sí, es parte de la cultura que tenemos. Normalmente se suele nombrar doctor Honoris Causa a los catedráticos que han apoyado y trabajado por la comunidad universitaria, y las mujeres no hemos tenido esa visibilidad, aunque las haya habido. Así que debemos visibilizar la buena ciencia que hacen las mujeres. En su día, para apoyar esa labor, la ULL presentó a Dolores Corbella como Premio Canarias de Investigación y lo obtuvo. Y ahora mismo estamos dando mucha más visibilidad a una mujer que hace ciencia porque acaba de obtener el sillón ‘d’ en la Real Academia Española. Además, está poniendo en valor el dialecto canario y haciendo región.

Feminismos canarios sin fronteras es el lema principal en toda Canarias para el 8 de marzo. Se trata de una idea muy en consonancia con la realidad universitaria también.

Sí. Tenemos que poner en valor el trabajo de las mujeres, tenemos que poder trabajar en igualdad de condiciones. En Canarias tenemos mujeres estupendas y sin fronteras, siempre. La universidad quiere existir sin muros, sin fronteras con otras Islas pero también con el resto del mundo. También quiero poner en valor en este sentido a todas las mujeres que emigraron, que fue por ejemplo el caso de mi madre, y que regresaron a Canarias y que fueron capaces de sacar adelante una familia allá donde fueron.

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