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Cine | Carta de amor a Irlanda del Norte

El conflicto irlandés, visto por un niño

El actor y director Kenneth Branagh, fanático de Shakespeare, tras una prolífica carrera a un lado y otro de la cámara, ve llegada la hora de contar su propia historia

Judi Dench, Jude Hill y Ciarán Hinds, en ‘Belfast’, de Kenneth Branagh. KB

El director Kenneth Branagh se retrotrae a su infancia, a finales de los años 60, para contar en ‘Belfast’ los inicios del conflicto de Irlanda del Norte, que enfrentó a católicos y protestantes, para componer una carta de amor a su tierra.Un filme en blanco y negro que apunta a los Oscar y que se exhibe en cines. 

Érase una vez un niño de 9 años que vivía feliz con su familia en el norte de Belfast. Se divertía en las calles con sus amigos, era seguidor del Tottenham Hotspurs y le encantaban las películas del Oeste. Estaba enamorado de una compañera de clase, pero no se atrevía a hablar con ella. Por lo demás, reía, jugaba, bailaba y experimentaba su infancia en medio de un ambiente acogedor. Hasta que un día, la tranquilidad de su entorno se vio sacudida por un estallido de violencia. Él no sabía lo que ocurría, solo que había dos bandos que se odiaban entre sí y que incendiaban las casas generando el caos. Un conflicto social, político y religioso demasiado complicado para un crío de su edad.

El niño era Kenneth Branagh, el prestigioso actor y director, fanático de Shakespeare, que tras una prolífica carrera a un lado y otro de la cámara, decidió que era el momento de contar su propia historia para, de alguna manera, exorcizar los fantasmas del pasado y honrar a toda una comunidad que se vio salpicada durante años por los enfrentamientos entre católicos y protestantes. El resultado es Belfast, un drama en blanco y negro sobre los inicios del conflicto de Irlanda del Norte, contado desde los ojos de un niño y que se ha convertido en una de las favoritas para los próximos Oscar.

«Me ha llevado 50 años dar con el modo correcto de escribir acerca de ello», cuenta Kenneth Branagh. «Para mí era importante que cualquiera pudiera sentirse identificado, por eso en realidad es una historia sobre la pérdida de la inocencia, la de ese niño y la de la propia Belfast».

Branagh se sentó a escribir la película durante el primer confinamiento de la pandemia en 2020. Se dio cuenta de que había ciertos paralelismos con la situación que estábamos atravesando. Sentirse encerrado, asfixiado por las circunstancias, con miedo a lo que podría pasar. Y, al mismo tiempo, la familia protagonista tenía que tomar una decisión vital, quedarse o irse, como ocurrió con gran parte de la población de aquel momento. Buscando un modo de describir el enfoque de su historia, Branagh quedó impactado por la forma que utilizó Pedro Almodóvar para definir su película Dolor y gloria. «Él lo llama autoficción, es decir, una película basada en su propia vida, pero convertida en ficción hasta cierto punto, y eso es precisamente lo que yo he intentado hacer aquí. La he escrito desde la perspectiva de un muchacho que es una versión de mí y toda la película pasa por su filtro, el de la cabeza de un niño de 9 años».

Buddy (Jude Hill) adora los westerns, y de alguna manera, todo lo que ocurre a su alrededor, parece el escenario de una película del Oeste. Así lo ve él, como un enfrentamiento entre malos y buenos. En medio de todo eso, su familia. Su hermano mayor, Will (Lewis McAskie), su madre (Catriona Balfe), su padre (Jamie Dorman) y sus abuelos (Judi Dench y Ciarán Hinds).

Para el director resultaba fundamental encontrar al niño que interpretara a Buddy, porque es el centro absoluto del relato. También era importante que, de alguna manera, buena parte del reparto tuviera sangre irlandesa para que pudiera dotar de autenticidad a lo que quería contar. Catriona Balfe creció cerca de la frontera, Jamie Dorman es de las afueras de Belfast y Ciarán Hinds se crió a menos de dos kilómetros de donde Branagh vivía. En cuanto a Judi Dench, como él mismo afirma, ese requisito era lo de menos porque es su actriz fetiche y ha trabajado con ella en numerosas ocasiones, tanto en teatro como en cine.

¿Y por qué la película está rodada en blanco y negro? «Siempre me ha gustado, sobre todo lo que yo llamo el blanco y negro de Hollywood, una textura aterciopelada, sedosa y satinada con la que todo parecía más glamuroso. Era el contraste ideal para esta historia entre la realidad y la imaginación y así lograba un tratamiento poético desde un efecto muy realista», explica.

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