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Raquel Haro Guionista | Autora del libro ‘Me falta una teta’

«He llegado a perder la prótesis en un concierto de Rigoberta Bandini»

Raquel Haro (1981, Madrid) acaba de publicar ‘’Me falta una teta’ (Planeta). ANA GONZÁLEZ MASEGOSA

Se gana la vida escribiendo, es madre soltera y le diagnosticaron cáncer de mama. Raquel Haro (1981, Madrid) es la autora de ‘Me falta una teta’, una historia contada en clave de humor para quitarle hierro a la enfermedad: «Escribir de la mierda de mi vida hizo que mi vida ya no fuera tan mierda», sostiene la joven guionista.

Esto es algo más que un plan literario, ¿no?

[Se piensa la respuesta] Es mi vida, mi proceso de cáncer, una colección de recuerdos de infancia y adolescencia, el relato de 11 años como guionista en El Intermedio y de otros trabajos en precario, el día a día de una madre que cuida a su hijo con la ayuda de sus amigas... Sí, escribirlo se convirtió en mi terapia e hizo que me ahorrara un pastón en consultas. Es broma. Sí que tuve que ir al terapeuta. Me falta una teta ha sido mi desahogo pero, a su vez, un pequeño regalo que le he hecho a mi pequeño.

¿Un regalo?

O un recuerdo para que mi hijo el día de mañana pueda apreciar la madre tan divertida que tiene. El miedo a morir hizo que tirara del humor para expresar lo que sentía. Sobre todo, los meses que siguieron a la noticia de que tenía cáncer.

‘Me falta una teta’ se presentó el pasado viernes coincidiendo con la celebración del Día Mundial contra el Cáncer, ¿esta fecha tiene un significado diferente en su vida después de que le diagnosticaran la enfermedad?

La vivía de la misma manera que la sienten esas personas que creen que esto solo le puede pasar a otros pero no a ti... Sinceramente, era algo que veía desde la lejanía.

¿Cree que ese «desahogo» que sintió al escribirlo puede ayudar a otras personas que padecen un proceso igual al suyo?

Ese no era el objetivo. Lo escribí porque soy guionista y la escritura es mi mejor arma a la hora de comunicarme. Al principio enviaba unos Whatsapp larguísimos a mis amigos/as hasta que me di cuenta que debía dejar de darles la tabarra. A partir de ese momento opté por abrir un blog [Me falta una teta] y la acogida fue buenísima: escribir de la mierda de mi vida hizo que mi vida ya no fuera tan mierda.

¿Tirar de humor e ironía para relatar instantes amargos es una forma de «endulzar» la realidad?

Sí, el humor es mi mecanismo de defensa, mi terapia y mi manera de expresarme: bromitas y chascarrillos.

Las páginas del libro están llenas de anécdotas como la del día en la que su hijo le quita la peluca en un parque. ¿Cómo le contó lo que le estaba pasando?

Tener un niño tan pequeño me ha servido para naturalizar y relativizar esta enfermedad. Al principio no me atrevía a contarle que tenía cáncer. Tardé mucho tiempo en decírselo. No se lo dije por cobardía y, sobre todo, porque tenía el juicio por su custodia a la vuelta de la esquina y no quería que esto me pudiera perjudicar...

¿Qué estrategia siguió?

Llevaba unos cuantos días durmiendo con peluca, con lo tremendamente incómodo que resulta todo eso, hasta que decidí hablar con él para explicarle que «mamá está malita de una teta, que me la van a quitar y poner otra. Ahora hay que estar muy atentos cuando hablemos con el médico para que no se equivoque y en lugar de una teta me ponga una mano, un culo o un codo». Tardé tres meses en contárselo y él un día en pregonarlo en el colegio... Desde ese instante no hubo más secretos con el cáncer.

¿Y lo del parque?

Cuando sus amigos del cole venían a casa me pedían que les enseñara la calva y se reían. Un día me pidió que le diera la peluca en un parque y él salió corriendo.

¿Es cierto que llegó a perder el implante en un concierto de Rigoberta Bandini?

A Rigoberta Bandini la conocí en pleno tratamiento... Ponía sus canciones, que son superdivertidas, en casa y me lo pasaba bien. La primera quimioterapia te deja aplatanada, pero hay otras que es como si te acabaras de beber un Reb Bull: es un chutazo de energía que no hay quien te pare. Para quemar la que me sobraba ponía sus temas y lo daba todo con mi hijo en el salón de casa. Esa experiencia la acabé contando en el blog y ella me regaló unas entradas para ir a un concierto. Ese día no paré de pegar botes hasta que la prótesis de mama acabó en el suelo.

¿Le «dolió» que no fuera la opción de España a Eurovisión?

Claro que me ha «dolido», pero no soy imparcial... Ambas estamos unidas por algo, yo por la única teta que tengo y ella por muchas.

¿Cuáles son sus expectativas de cara a los lectores que están leyendo esta historia?

Me gustaría generar emociones, que haya fases para llorar y secuencias repletas de alegría.

¿Le ha costado «desnudar» su vida en estás páginas?

Menos de lo que la gente piensa. Hablar de mi vida me ayuda a sanar y eso es algo que venía haciendo en el blog desde hace tiempo. No creo que esto vaya de ser más valiente o menos, más bien creo que mi sentido de la intimidad no es demasiado estricto. Esto es una manera de ver el drama un poquito más pequeño.

¿En qué estadio o momento se encuentra su cáncer de mama?

La quimio acabó hace unos meses, pero por el tipo de cáncer que tengo necesito estar medicada toda la vida. Mi «nueva normalidad» es muy empastillada, pero sigo trabajando y mi día a día es relativamente normal. A las personas que mañana le diagnostiquen un cáncer les dijo que no se sientan culpables, simplemente, les tocó y hay que seguir adelante. ¡Ánimo!

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