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La conservación de endemismos falla al subestimar sus relaciones con el medio

Los expertos alertan que las aves y mamíferos pierden su capacidad para esparcir

las semillas | Esta función es vital para la supervivencia de los ecosistemas isleños

Uno de los lagartos gigante en el Centro de Conservación de El Hierro . | | E.D

Muchas de las acciones de conservación de los endemismos en Canarias han estado fallando porque hasta ahora no se han tenido en cuenta las relaciones y servicios que realizan ciertos animales para estas especies amenazadas. Así lo destacan los expertos, que hacen hincapié en que el importante trabajo que realizan los dispersores de semillas (lagartos y aves, fundamentalmente) para los ecosistemas de Canarias, se están viendo amenazados por el cambio climático, la llegada de especies exóticas y la fragmentación del medio.

Programas de conservación como el que se lleva a cabo para recuperar el lagarto gigante de El Hierro o el pico de El Sauzal, son ejemplos de grandes esfuerzos que, sin embargo, no han dado los frutos esperados. Esto ocurre, a ojos del ecólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Alfredo Valido, porque «no se han tenido en cuenta sus relaciones con el resto del ecosistema y especialmente con los dispersores de semillas o sus polinizadores».

La importancia de las relaciones ecosistémicas ha sido puesta de relieve por un grupo de científicos internacionales en el último número de la revista Science. En ella los investigadores han puesto de relieve la delicada situación que atraviesa la flora mundial porque las aves y mamíferos de todo el mundo han perdido la capacidad de esparcir las semillas vegetales a largas distancias. Hoy los animales que realizan esta importante función biológica para los ecosistemas, lo hacen mucho menos que antaño, concretamente un 60% menos.

La "disrupción" en la dispersión de semillas genera el colapso de los ecosistemas

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Se debe tener en cuenta que cerca de la mitad de las especies vegetales del mundo dependen de que existan unos animales concretos que puedan dispersar sus semillas. En esta relación mutualista, conocida como zoocoria, ganan ambos, pues los animales reciben una recompensa nutritiva en forma de fruto y las semillas de la planta son trasladadas hasta otro lugar, de tal manera que puedan seguir vivas y ser competitivas. Si este trabajo se deja de hacer, también pierden ambos.

«Es la única forma de que las semillas se expandan más allá de su sombra natural», resalta el biólogo y director del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Manuel Nogales. Los autores del trabajo original desarrollaron modelos de aprendizaje automático para predecir los cambios en la dispersión de semillas debido a la disminución de los animales que las propagan.

Son varios los estudios que han ahondado en este tipo de relaciones ecosistémicas y su importancia. Uno de ellos es el que ha realizado un equipo de investigación de la Estación Biológica de Doñana, que halló una reducción significativa de las aves frugívoras en este espacio natural protegido en los últimos 40 años, lo que ha conllevado a una «disrupción de la dispersión de semillas», como explican sus investigadores, que temen un futuro colapso del medio.

A menor escala, esto lo que ocurre en muchas de las políticas de conservación que se han llevado a cabo en Canarias, especialmente con especies vegetales, que fallan estrepitosamente por no tener en cuenta este vínculo. «Hay cientos de ejemplos en los que se procede a replantar especies en varios lugares, pero luego no perduran o no desarrollan frutos, pese a que se extreman sus cuidados y protecciones», explica Valido. Esto sucede, a ojos de estos científicos «porque son incapaces de reproducirse al no contar con el respaldo de sus dispersores de semillas». El pico de El Sauzal (Lotus maculatus) es un ejemplo de ello. Cuando se percibió que la especie estaba en peligro, se intentó repoblar en media docena de emplazamientos nuevos por la costa del norte de Tenerife. Sin embargo, y pese a que han estado bajo los mejores cuidados –con riego continuo y protección–, «no han perdurado», afirma Valido, aunque en esta ocasión ha sido porque los polinizadores no lo han permitido. En lo que se refiere al lagarto gigante de El Hierro, Valido considera que si se recuperara también su función ecosistémica, los que saldrían beneficiados serían las plantas que dispersan a larga distancia.

El problema con los dispersores de semillas es generalizado a nivel mundial y ocurre como consecuencia de la desconexión de los hábitats, que está inducida principalmente por la antropización del medio o los cambios en los ciclos migratorios de algunas aves como consecuencia del cambio climático. Detrás de ello solo hay un responsable: el ser humano. «Ya no se puede volar de un sitio a otro como se hacía antaño», recalca Alfredo Valido. Esto genera que el «servicio ecosistémico» frene en seco. Según el estudio –que se ha centrado solo en las especies de planta de fruto carnoso y los animales frugívoros que la diseminan– la pérdida de biodiversidad de aves y mamíferos ha provocado una disminución del 60% en la propagación de semillas a escala mundial.

Los servicios ecosistémicos funcionan como una alerta temprana de la extinción de especies

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«Esto tiene connotaciones muy preocupantes, porque los ecosistemas están cerca del colapso», destaca Manuel Nogales. En este análisis coincide Valido, quien insiste en que todo el proceso que han descrito los investigadores internacionales «es lo que ocurre antes de que la especie se extinga». Desde hace ya varias décadas, los investigadores que trabajan en conservación han estado fijándose en las relaciones mutualistas de los ecosistemas, llegando a la conclusión de que son mucho más importantes de lo que se pensaba. «En los años 90 se abrió un gran debate sobre esto y se desestimó. Desde entonces no han parado de crecer las evidencias que indican que los servicios ecosistémicos son una pieza fundamental para la conservación de las especies», resalta Valido.

Por esta razón, según los investigadores este estudio es tan importante. Pues no solo viene a dar cuenta de cómo esas relaciones se están deteriorando, sino también de su importancia en la conservación. «Siempre hemos estado preocupados por la extinción de las especies, pero tendríamos que habernos dado cuenta que antes de que ocurra, se produce la extinción de los servicios».

El cambio climático no hace más que agravar esta situación. Si estas especies vegetales no pueden sobrellevar los cambios de temperatura en el lugar en el que se encuentran, la biodiversidad de las plantas también disminuirá. Esta pérdida de flora afectará a la humanidad de muchas maneras. Por un lado, incrementará el detrimento del suelo, por otro, la pérdida de especies puede derivar en que se pierdan recursos tan importantes para la humanidad como los ingredientes primarios de algunos fármacos.

El estudio publicado en Science pone de relieve, por su parte, la necesidad de restaurar las faunas para garantizar una difusión eficaz ante el rápido avance del cambio climático. Para los investigadores aún hay tiempo de frenar este daño que están sufriendo los ecosistemas. A escala mundial la solución es única: que los países se pongan de acuerdo en frenar las emisiones de CO2. A nivel local, los gobiernos deben apostar por modernizar las acciones de conservación, para así proteger también esas interacciones clave.

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