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Margarita del Val Viróloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

«Parece que ómicron es tan virulenta como la cepa original de Wuhan»

La viróloga del CSIC, Margarita del Val, advierte de que aún es pronto para considerar que la sexta ola es «el principio del fin»

Margarita del Val, en su visita a Tenerife, en diciembre. María Pisaca

Con una sexta ola en ciernes, la química y viróloga Margarita del Val (1959), advierte de que aún es pronto para considerarla como «el principio del fin». Que el SARS-CoV-2 se convierta en un virus endémico depende de «nuestra inmunidad», que se adquiere a través de la vacunación. No obstante, antes de definir una nueva pauta vacunal se deben analizar los datos de hospitalización tras el invierno. 

A la vista de algunos mensajes y decisiones políticas que se están trasladando ¿considera que es el momento de endemizar el virus?

Sobre las decisiones políticas no tengo formación para opinar. En esta oleada tenemos pocos datos acerca de la variante ómicron y además, se tiene que contrastar. Por eso todavía es difícil tomar decisiones más allá que controlar el virus como lo hemos hecho siempre.

Preocupa el desconocimiento que tenemos sobre los efectos que puede tener a largo plazo, en forma de covid persistente por ejemplo, este contagio masivo.

Lo fundamental y lo que preocupa ahora es el efecto a corto plazo, es decir, las muertes. Cuando se produzcan los efectos a largo plazo ya serán otra cosa.

Hace unos días declaraba que, para contener el virus, hay que apostar por la ventilación, las mascarillas y la vacunación. Lo último lo tenemos, pero la ventilación parece la asignatura pendiente. 

Hemos ahondado demasiado poco en la ventilación. En junio del 2021, un grupo de 100 científicos, en el que me incluyo,  escribimos una solicitud para que se tomaran medidas de este tipo. Estábamos a tiempo de dotar de medidores de calidad de aire, filtros y enseñar a climatizar con la renovación máxima que permita el consumo energético. No se ha hecho nada. Por eso, esas tres cosas hay que hacerlas, y cuanto antes mejor. Se debe tener en cuenta que no solo nos van a proteger de esta infección, sino de otras enfermedades respiratorias, teniendo en cuenta que las próximas pandemias más probables serán también de transmisión respiratoria.

¿Por qué cree que una medida, que a priori parece sencilla de poner en marcha, no ha calado tanto como las mascarillas o las vacunas?

Porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no lo reconocía e incluso lo calificó de bulo. Cuando lo reconocieron, simplemente lo colgaron en su página web sin avisar a nadie. Al final, si la autoridad máxima en salud le da poca publicidad y no tiene en cuenta esta forma de transmisión, es muy difícil que se lancen a hacerlo otros medios. Es un problema, la OMS está lastrada por un falso entendimiento de lo que es la transmisión por aerosoles desde el siglo XIX.

¿A qué se refiere con ese "falso entendimiento" de lo que son los aerosoles?

Ha tenido muy mala fama porque hubo alguien que dijo que el aire exterior estaba lleno de miasmas y contaminado. Eso, en el siglo XIX, levantó una gran alarma porque se afirmó que la cólera no se transmitía por aguas residuales sino por el aire. Aquello era una burrada y la información que se proporcionó para desmentirlo en ese momento sigue aún con nosotros un siglo después. Es un problema muy importante, porque se ha aliado con la mala fama y no se ha hecho caso a las evidencias científicas. Ahora la OMS pone énfasis en la importancia de ventilar, pero no mira más allá y está claro que en sitios fríos, por ejemplo, no solo se puede ventilar. 

A tenor de la importancia que ha adquirido la ventilación, ¿deberíamos desechar el contagio a través de superficies?

Ahora mismo, al tener la costumbre de llevar mascarillas, esta forma de contagio es menos importante. La mascarilla protege de que ensuciemos las superficies con las manos. Al tenerla puesta, aunque esté mal ajustada, no nos tocamos la boca y la nariz. Entonces la mascarilla hace muchas funciones y es una de los grandes ases en la manga que tenemos en España porque la usamos mucho en interiores, salvo cuando comemos y bebemos. Eso ha sido un gran acierto.

En octubre se daba el mensaje de que la pandemia parecía estar acabando, pero ómicron nos ha dado un susto de nuevo ¿se podría haber evitado esta incidencia tan alta?

Ómicron se expande mucho mejor. Se expande más que Delta entre los vacunados y los que ya tienen inmunidad por infección. Con delta ya sabíamos que las personas vacunadas se podían infectar y transmitir el virus pero con esta variante era una de cada cinco más o menos. Con ómicron esta proporción es mucho más alta. Por lo tanto, mientras que estando ya todos vacunados con Delta casi nadie se podía infectar y transmitirlo, con ómicron de repente, los susceptibles a contagiarnos hemos pasado a ser todos los españoles. Esa característica no la podíamos prever porque era un salto muy brusco. Por lo tanto, no hemos hecho nada mal. De hecho, estábamos siendo muy precavidos porque antes de esta sexta ola se estaban administrando terceras dosis, que era un exceso de precaución. Pero mira, nos ha venido bien. 

¿Es ómicron más leve o su menor daño es un reflejo del estado vacunal de la población?

Es más leve porque estamos vacunados y hay más gente que ha pasado la infección, pero sobre todo porque estamos vacunados. No se sabe si la variante en sí está atenuada o no. Por el momento parece que ómicron es tan virulento como la cepa original de Wuhan, y quizás un poquito menos que delta, aunque esto último son datos no consolidados. Como comentaba, lo único certero es que tiene una ventaja sobre delta en las personas que tienen inmunidad por vacunación o por infección. Además, esta información que tenemos solo contempla a los jóvenes, porque ha habido muy pocos contagios entre los adultos mayor de 65 años para sacar conclusiones. Por eso debemos ser muy precavidos, tener paciencia para tener datos con los que hacer análisis rigurosos y no agarrarnos solo a las buenas noticias. Los análisis poco rigurosos pueden llevar a la gente tomar decisiones que son justo las contrarias que hay que tomar, como decidir infectarse y morir por ello.

Ahora, de hecho, no es raro escuchar que la sexta ola es el principio del fin.

Eso no es cierto. No está basado en nada. El principio del fin es lo bien vacunados que estamos y tenemos que esperar a ver cómo pasamos este invierno para sacar conclusiones.

Viendo lo que ha ocurrido este invierno, no es descartable que otras variantes nos puedan dar nuevos 'sustos'.

Surgirán nuevas variantes, seguro. Con ómicron la gente ha empezado a decir que es el principio del fin creyendo que está atenuada, pero no lo sabemos todavía. La gente ha querido verla atenuada, pero era el espejismo de que quien se infectaba eran personas jóvenes y vacunados.

 ¿Qué podemos esperar en el futuro a corto plazo tras esta sexta ola?

No lo sé. Tenemos que observar. Ahora no debemos observar el número de casos porque es un valor lleno de errores, dado que en muchos sitios la saturación no permite diagnosticar o porque se toma la decisión de priorizar. Aparte hay mucha gente que se hace test de antígeno y no comunica su diagnóstico. El dato que debe reemplazarlo es el de los hospitales, que deberían ser mucho más nítidos. Necesitamos saber qué personas ingresadas están vacunadas, qué edad tienen y su evolución. Necesitamos saber qué personas ingresadas están vacunadas, qué edad tienen y su evolución. El punto ya no está en saber si un hospital se satura o no –aunque también–, sino quién está entrando y en qué condiciones. Y con esas observaciones tendremos suficientes datos como para concluir cómo estamos pasando este invierno y si la pandemia está cerca de su fin o no. 

La vacuna del neumococo en mayores, un ejemplo a seguir


La vacuna del neumococo, que está prescrita para los mayores de 65, podría ser el ejemplo a seguir en la campaña de vacunación contra el coronavirus. Así lo considera la viróloga del CSIC Margarita del Val, quien resalta que esta vacuna tan solo se pone una vez porque «es tan potente» que no necesita ni segundas ni terceras dosis, y permite a la población de edad avanzada estar protegida contra varios subtipos de esta bacteria.  

«Estas vacunas que tenemos contra el coronavirus son muy buenas», explica Del Val. De este modo, la viróloga hace hincapié en que las políticas de revacunación masiva contra el coronavirus se tienen que repensar de cara a los próximos meses. Aunque la científica está de acuerdo en que se debería inocular una cuarta dosis a la población inmunodeprimida, entiende que esta protección no se debería proponer hasta que «no se evalúen los datos clínicos» pues, con el conocimiento actual, «no tiene sentido poner una cuarta vacuna poco después de la tercera».  

La experta también afirma «no entender» la decisión de vacunar a las personas que se acaban de infectar en tan solo cuatro semanas. «No tiene sentido inmunológico porque el sistema queda reforzado con la infección», destaca. 

Del Val realiza esta comparación para alejar al coronavirus de las «falsas analogías» que se suelen realizar con la gripe común. Un paralelismo que, a ojos de la viróloga es «ridículo», dado que el coronavirus varía menos que el virus de la gripe, cuenta con tratamientos efectivos -cosa que la gripe no-, cuenta con una vacuna «mucho mejor» y del coronavirus «sabemos defendernos».  

Por esta razón, la viróloga considera que es momento de empezar a relacionarla con otro tipo de virus y vacunas, de modo que se pueda extender un mensaje diferente. En el caso del neumococo, como explica, «la vacuna es tan potente que solo hace falta vacunarles una vez a partir de los 65». De otros virus, como los de la rubeola, las paperas, tosferina, tétanos o los de la hepatitis tan solo requieren protección en la etapa infantil. 

¿Por qué se ha relacionado entonces durante toda la pandemia el virus de la gripe con el que provoca la covid-19? La respuesta está en que el virus de la gripe es del que más hablamos. «Es la única enfermedad respiratoria cuyo nombre recordamos», insiste la viróloga, que destaca que esto sucede porque es un nombre «fácil». Además, tendemos a confundir todos los tipos de virus con el de la gripe. «Todo el mundo dice que tuvo una gripe cuando la realidad es que hay 8 virus que pueden causar los mismos síntomas», recalca. 

También la recordamos más porque las campañas de vacunación nos obligan a hacerlo. Y es que la vacuna de la gripe es la única que se inocula cada año para la población mayor de 65 y, a las personas con más riesgo de contagio. 

Por el momento, la vacuna es la mejor forma de adquirir inmunidad contra el virus, con vistas a que un día «tengamos suficiente como para considerar que la pandemia ha acabado». Pero para llegar hasta ahí, como resalta Del Val, «hay que analizar los datos de este invierno». En cualquier caso, la científica descarta que podamos acabar con el virus. «El virus seguirá circulando y mutará», resalta. 

En este sentido, insiste en que es de suma importancia vacunar a toda la población del planeta, «por humanidad y por egoísmo». «Cuando hay un país que es un cuello de botella para cualquier cosa que necesitemos - en términos humanitarios, económicos o, incluso, de suministro- si no están bien vacunados, en algún momento nos va rebotar a nosotros». 

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