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Análisis

¿Retraso o me caso en pandemia?

Muchas parejas solicitan ayuda psicológica al tener que aplazar su boda por culpa del coronavirus

¿Retraso o me caso en pandemia?

Es una realidad que muchas parejas han tenido que pedir ayuda psicológica al tener que aplazar su boda por culpa del coronavirus. Estas consultas se realizan, ya no solo por el impacto emocional que le supone a uno tener que cambiar un plan lleno de ilusiones donde se ha dedicado mucho tiempo en su preparación, sino también por la incertidumbre y la frustración que conlleva el no saber hasta cuándo no van a poder hacerlo realidad. Puede parecer un problema insignificante si lo comparamos con el desastre que ha provocado la pandemia, pero a quienes lo padecen puede causarles estrés, ansiedad y otros trastornos emocionales.

Es cierto que hoy en día la mayoría de las parejas que dan el paso de casarse ya viven juntos con anterioridad, por este motivo, este contratiempo de tener que retrasar una boda no supone el mismo impacto que hubiera supuesto en otra época anterior en la que uno no empezaba a convivir con su pareja hasta pasar por la Iglesia. Pero hay que tener en cuenta que para muchas personas una boda es un ritual muy importante que sirve para formalizar el amor entre dos personas y formar una familia. De hecho, a día de hoy, son muchas las parejas, más de las que cabría esperar, que quieren tener hijos solo después de haber contraído matrimonio.

En estos casos, es normal sentir emociones como la rabia y la frustración si al final hay que retrasar la boda. Al fin y al cabo se trata de emociones naturales que siente el ser humano al no ver satisfecho un deseo que se tenía planificado desde hace tanto tiempo. Lo raro sería no sentirlas. No obstante, no a todos los que han tenido que aplazar su boda les afecta emocionalmente de la misma manera. Esto depende de muchas variables como, por ejemplo, la capacidad de adaptación, tolerancia a la frustración, capacidad resolutiva, la gestión de estrés que haga la persona que se casa o el tiempo y la inversión –económica y emocional– que le hayan dedicado. En mi consulta he visto casos donde uno de los miembros de la pareja ha gestionado bien y rápidamente el aplazamiento de su boda y comienza a construir un plan b, mientras que su pareja se resiste a la aceptación de la situación. Esto suele generar un conflicto entre ambos. Otra emoción que he visto en estos casos es el sentimiento de culpa puesto que los afectados no se permiten sentirse mal por algo que consideran una nimiedad en comparación a las consecuencias que ha dejado la pandemia.

Estos son algunos consejos para quienes están en esta situación:

  1. Permítete y normaliza sentirte mal. De repente se ha derrumbado un castillo que habías construido a partir de muchas ilusiones. Has invertido tiempo, dinero e implicado a muchas personas y lo patológico sería no sentir nada.
  2. Puedes estar preocupado por la situación que se está viviendo e incluso, ayudar en la medida de tus posibilidades a personas afectadas por la pandemia, pero a la vez puedes sentir ansiedad, estrés, tristeza y frustración por tu propia situación. De lo contrario, nunca tendríamos el derecho de sentirnos mal, porque siempre habrá alguien que esté en una situación peor.
  3. Acepta que la boda va ser diferente a lo que habías planificado en un principio pero no por ello tiene que cambiar su significado ni dejar de ser un momento maravilloso.
  4. Céntrate en lo que depende de ti y tan solo en lo que tienes control.
  5. Para manejar emociones como el estrés que ocasiona la incertidumbre es recomendable planificar dos escenarios: la fecha oficial y la alternativa. Tener un plan b, una fecha cerrada, aportará la sensación de tranquilidad y control que tanto se necesita en esos momentos.
  6. Comunicar de los cambios a familiares y amigos para volver a agendar la celebración ayudará a la pareja a recibir ánimo y seguro que así también les hacen llegar otras opciones que no habían valorado.
  7. No olvides lo que realmente es importante, tu pareja.
  8. Resiliencia pura y dura. Cuando hablamos de resiliencia hablamos de la capacidad que tiene el ser humano de recomponerse ante lo negativo que le sucede y que incluso le sirva para mejorar. La frustración nos enseña a flexibilizar la mente y aceptar escenarios diferentes. Debemos estar preparados para reaccionar en situaciones en donde no tenemos el control, y la clave está en la aceptación. Hay que aprender a aceptar que no siempre las cosas salen como uno espera ni como merecemos. Desde que aparece la aceptación de lo que no depende de uno, estaremos preparados para encontrar la solución a todo aquello que si está bajo nuestro control.
  9. Haz una buena elección en la interpretación que haces de todo lo que te sucede. Una situación puede verse desde muchos primas, es decir, una situación tiene diferentes interpretaciones, así que recuerda que tú eliges la interpretación que darle a todo lo que te sucede. ¿Por qué es tan importante escoger una buena interpretación? Porque en función de la interpretación que elijas, serán tus emociones. De esta manera encontrarás la mejor solución para ti.
  10. Busca siempre la parte positiva que hay dentro de una experiencia negativa, no para evitar afrontarlo sino para compensar las emociones incómodas. Ante un aplazamiento de la boda es posible centrarse en que, disponiendo de más tiempo, la pareja podrá organizar la boda de sus sueños y eso puede ayudarlos a sobrellevar mejor la situación. Y en el caso de llevarla a cabo a pesar de no gustarte ni estar de acuerdo con las restricciones, podrías elegir el pensamiento de que ya tendrás tiempo de celebrarlo a lo grande, pero que lo importante lo formalizas ya.
  11. Recuerda que los obstáculos vienen solos, pero los límites los pones tú. La situación, es la que es. Tú tienes la opción de llevar a cabo una boda diferente por las restricciones que tiene la situación y en un momento que, dentro de lo que cabe, va a formar parte de la historia o esperar a más adelante y celebrarlo a tu manera. Tú decides, pero lo que decidas, que sea lo que te haga feliz.

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