Aquel amanecer del 16 de enero de 1957, la naturaleza desató toda su furia sobre la isla, cuando un intenso frente frío descargó una fuerte tromba de agua sobre la zona de Cumbre Vieja.
Aquel amanecer del 16 de enero de 1957, la naturaleza desató toda su furia sobre la isla de La Palma. Un intenso frente frío muy activo cruzaba el Archipiélago, de noroeste a suroeste, que descargó una fuerte tromba de agua sobre la zona de Cumbre Vieja durante varias horas, provocando un aluvión de agua, barro, piedras y troncos por los barrancos de Amargavinos, Aduares y Aguasencio, al este de la Isla, en la que se considera la catástrofe natural más devastadora que se conoce en la historia reciente de la Isla, provocando la muerte de 28 personas, según las fuentes oficiales, que otros elevan a 32. «Era un huracán; los árboles volaban y el barranco se llevaba a la gente», relataban los vecinos, según relataron algunos supervivientes, tal y como recoge una crónica de Tagoror Meteo. Algunos de ellos fueron sorprendidos
El temporal se cebó, especialmente, con la zona de Los Llanitos, en Breña Baja, cuyo puente quedó taponado, causando la destrucción de este lugar, aunque el ftambién resultaron gravemente afectados diversos lugares de Breña Baja, sobre todo a lo largo del cauce del barranco de Amargavinos, a su paso por los pagos de San José y San Antonio. Ese barranco tiene una cuenca pronunciada y al llegar a la cuesta de San José presenta una considerable pendiente, lo que favoreció el desbordamiento de las aguas y de todo cuanto arrastraba, causando graves destrozos y la pérdida de vidas humanas.
El temporal se cebó especialmente con la zona de Los Llanitos, en Breña Baja, destruyendo el lugar
También en la Villa de Mazo se contabilizaron víctimas, concretamente en los pagos de Tirimaga y Montes de Luna. La existencia de zonas arenosas, que habían estado plantadas de viñedos y cereales, motivó que el agua buscara nuevos cauces en las zonas de mayor pendiente, provocando torrenteras y una avalancha de tierra y lodo que sepultó numerosas viviendas, bodegas, pajeros y corrales de animales domésticos.
En el extremo sur y en la vertiente oeste de la isla, las aguas torrenciales causaron estragos en los barrios de Los Quemados y El Charco, en el municipio de Fuencaliente; también en Jedey y Las Manchas, pertenecientes a los municipios de El Paso y Los Llanos. Hasta los vecinos del norte de La Palma pasaron serios apuros, en los municipios situados en la cuenca del noreste, registrándose incidentes de importancia.
La búsqueda de cadáveres y el desescombro de la riada se detuvo en la tarde del 17 de enero, para la celebración de la misa funeral en la parroquia de San Pedro Apóstol, en Breña Alta, que contó con la asistencia del capitán general de Canarias, José María López Valencia; el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Andrés Marín Martín y las autoridades insulares, presididas por el titular del Cabildo Insular, Fernando del Castillo Olivares y el delegado del Gobierno, Rafael de la Barreda.
Los considerables daños ocasionados en la carretera general y en otras vías secundarias –tal y como explica Luis Ortega en su libro Breña Alta, retrato con paisaje– determinó la decisión de las autoridades de utilizar el cabotaje como vía alternativa entre las dos comarcas de la isla, al igual que había ocurrido cuando la erupción del volcán de San Juan, ocurrida en los meses de junio y julio de 1949, garantizando, de ese modo, la exportación frutera y el tráfico de mercancías y de personas.
El presidente del Cabildo, Fernando del Castillo Olivares y Van de Walle; el delegado del Gobierno, Rafael de la Barreda Díaz, además del comandante militar, Ramón Lope de Haro, decidieron trasladar sus despachos de campaña a Breña Alta, bajo el mandato del alcalde Martín Cabrera Monterrey, desde donde informaron al ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, de la magnitud del suceso y solicitaron ayudas urgentes para paliar la gravedad de la situación.
En Mazo hubo víctimas y las aguas causaron estragos en Jedey, Las Manchas y Fuencaliente
El 22 de enero, el Consejo de Ministros resolvió la adopción de la zona afectada y la construcción de cien viviendas en Breña Alta, librando un presupuesto de 15.000 pesetas Regiones Devastadas adelantó la cantidad de dos millones de pesetas para las obras de las casas y otros trabajos considerados de urgencia. Las averías en carreteras y caminos, valorados en 15 millones de pesetas, se atendieron «inmediatamente» por orden del director general del ramo, siguiendo indicaciones del ministro Blas Pérez González. Los daños en cultivos, embalses y canales se calcularon en más de treinta millones de pesetas, compensados con ayudas y moratorias.