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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Todo lo que se ha logrado averiguar por ahora sobre la variante ómicron

Los primeros análisis de la nueva cepa del coronavirus apuntan a que se transmite con más facilidad que sus predecesoras, pero provoca en líneas generales cuadros más leves

Varias personas transitan por los alrededores de la escultura de Julio Nieto en la capital tinerfeña. Delia Padrón

Hace un mes que el mundo mira con preocupación el avance de ómicron, la variante del coronavirus que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en tan solo unas semanas se ha expandido a un centenar de países y ha disparado número de casos de covid-19. ¿Pero qué sabemos del riesgo real de esta variante? ¿Es más contagiosa? ¿Provoca una enfermedad más grave? ¿Rehúye las defensas generadas por las vacunas y las infecciones previas? Ninguna de estas incógnitas tiene, por ahora, una respuesta directa y tajante. Pero los primeros estudios apuntan a que este linaje es mucho más transmisible que sus predecesores pero, a su vez, parece que provoca síntomas menos severos. El riesgo de la ómicron, apuntan los expertos, no es tanto que provoque una enfermedad más grave sino que, debido a la explosión de contagios, el virus vuelva a colapsar el sistema sanitario. Esto es lo que sabemos, por ahora, de cómo ómicron está cambiando claramente el rumbo de la pandemia de covid-19:

El tiempo entre la exposición al virus y la aparición de los síntomas es menor: si un infectado de alpha incubaba el virus durante cinco días, con ómicron se reduce a solo tres.

¿Es más transmisible?

Todo apunta a que sí. Los datos epidemiológicos confirman la sospecha de que la ómicron es, efectivamente, más transmisible que sus antecesoras. Según recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países donde hay transmisión comunitaria de esta variante, el número de casos de covid-19 se duplica cada 1,5 y 3 días. Todo apunta, pues, a que en cuestión de semanas este linaje podría reemplazar a una variante delta que, desde el verano pasado, ha sido la predominante en prácticamente todo el globo.

En Sudáfrica, uno de los primeros países en detectar esta variante, ómicron pasó de cero a representar el 75% de los casos detectados en tan solo dos semanas. En Reino Unido, a principios de diciembre se estimaba que los casos de esta variante apenas suponían un 2% y a mediados de mes ya se superaban el 80%. En Estados Unidos, hace tan solo una semana ómicron era el 2,9% de los casos y ahora, según los últimos registros, ya supera el 70% de las infecciones detectadas.

¿Es más grave?

Parece que no. Aunque, ojo, los estudios realizados hasta la fecha solo analizan una fotografía de un determinado momento y lugar y todavía no está claro si estos resultados son extrapolables a cualquier contexto. Un estudio realizado en Escocia, por ejemplo, apunta a que las tasas de hospitalización de pacientes infectados con ómicron y vacunados con pauta completa son hasta dos tercios menores que entre los afectados por la variante delta. Un análisis del Imperial College, por el contrario, encuentra que el riesgo de hospitalización entre personas que ya habían pasado la enfermedad podría ser entre un 20% y un 40% menos que en otras variantes. En líneas generales, una investigación realizada en Sudáfrica apunta a que el riesgo de hospitalización con ómicron se reduce hasta un 80% en comparación con delta y el riesgo de desarrollar una enfermedad severa disminuye alrededor de un 30% respecto a otros linajes del virus.

Aunque estos datos puedan, a priori, parecer esperanzadores, todavía no está claro si estas buenas noticias son sinónimo de tranquilidad. Primero porque, según recoge Scientific American, los estudios publicados hasta la fecha se basan en análisis relativamente pequeños y, probablemente, no representativos. Y segundo, porque podrían arrojar una idea equivocada del peligro global de esta variante. «Incluso si el riesgo de enfermedad grave es bajo para un individuo, la rápida propagación de esta variante podría sobrecargar peligrosamente el sistema sanitario», esgrime el análisis. «Una pequeña fracción de un número muy grande sigue siendo un número grande», matiza, en la misma línea, un artículo de la revista científica Nature.

Todo apunta a que es una variante especialmente propensa a las reiteraciones

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¿Qué síntomas provoca?

Sobre el papel, todo apunta a que ómicron, como el resto de variantes, puede provocar desde infecciones asintomáticas hasta enfermedades graves. Los primeros estudios y observaciones sobre el terreno sobre el apuntan a que en la mayoría de los casos este linaje provoca síntomas menos severos que sus antecesores. Según datos publicados por la mayor aseguradora de Sudáfrica, por ejemplo, gran parte de los ciudadanos diagnosticados con ómicron desarrollaron síntomas leves como dolor de garganta, congestión nasal, tos seca y dolor muscular. Algunos estudios realizados hasta la fecha apuntan a que, en general, los pacientes vacunados que contraen el virus tienden a presentar síntomas como dolor de cabeza y fiebre, mientras que los no vacunados que se infectan suelen presentar más tos y dificultad para respirar, según recoge un análisis publicado en The New York Times.

Uno de los síntomas que parece haber cambiado respecto al coronavirus clásico es la pérdida del gusto y el olfato. Al menos así lo sugiere el análisis de un brote detectado en Oslo en el que solo un 23% de los afectados afirmó haber perdido el olfato y solo el 12% notó pérdidas de gusto. Estudios sobre las variantes anteriores calculaban que, de media, alrededor del 70% de los pacientes infectados por este virus presentaban alteraciones en estos sentidos.

Hasta la fecha la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha gestionado las denuncias de contagios por esta variante (ómicron) procedentes de 89 países de los cinco continentes.

¿Afecta a personas vacunadas y que ya han pasado el covid?

En parte, sí. Al menos según lo que apuntan los primeros estudios realizados sobre el tema y el análisis los brotes observados en las últimas semanas. Todo apunta, pues, a que ómicron es una variante especialmente propensa a las reinfecciones. Un ejemplo muy ilustrativo es la explosión de casos registrados en la Universidad de Cornell, donde en menos de una semana se registraron más de 1.000 positivos en un campus donde todos los alumnos estaban inmunizados. Un reciente estudio del Imperial College apunta a que el riesgo de reinfección de ómicron es 5,4 veces mayor que con delta. Y esto afecta tanto a personas que ya han pasado la enfermedad como a los vacunados. Eso sí, según argumentan varios trabajos, las dosis de refuerzo blindan entre el 55% y el 80% de los casos.

Otro detalle a tener en cuenta es que, según apuntan los primeros estudios, ómicron no solo es la variante que más rápido se ha expandido por el globo; también es la que se transmite más rápido de persona a persona. Varios análisis preliminares publicados en las últimas semanas apuntan a que en el caso de este linaje el tiempo entre la exposición al virus y la aparición de los síntomas es en ómicron inferior respecto a otras variantes. Si un infectado de la variante alpha incubaba el virus durante cinco días y un afectado por beta demoraba unos cuatro días, con ómicron parece que esta ventana se reduce a tan solo tres días. En la práctica, esto implica que cuanto más corto sea el periodo de incubación más rápido una persona empieza a ser contagiosa. Esta podría ser la clave de la expansión explosiva de esta variante.

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