El arquitecto Ricardo García Molina señala que una manera de exponer cómo va a quedar el complejo a los impulsores de la iniciativa consiste en utilizar unas 400 cajas de cartón con la que se crean los diferentes espacios en los que van a vivir.
En base a su experiencia, las personas interesadas en este tipo de edificios pueden tener desde 40 a más de 80 años. Como es evidente, un requisito fundamental para implicarse en una iniciativa así es que «les guste convivir con otras personas y ser responsables de su propio envejecimiento».
En estos momentos, García Molina trabaja para la cooperativa El Ciempiés, en la isla de Gran Canaria, en la que ahora participan quince familias y buscan llegar a veinticinco. Para lograr su objetivo, ya han adquirido un solar en el municipio de Arucas. Los apartamentos pueden tener 50 o 55 metros cuadrados, pero la mayor parte del espacio se dedicará a zonas comunes, en las que existirán espacios libres, huertos, lavandería, gimnasio, comedor, cocina, salón, un taller con herramientas o un trastero compartido, entre otras cosas.
Para este profesional grancanario, «de esta manera se aprovechan mejor los metros cuadrados» de un terreno. Al igual que Teresa Trujillo, comenta que este modelo «no es un modelo de inversión inmobiliaria, puesto que los espacios no se pueden comprar o alquilar».
Para este arquitecto, a la hora de afrontar estos proyectos, se puede optar tanto por la nueva construcción como por intentar adaptar un inmueble.
