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La Universidad reivindica el valor social de la ciencia

La institución recupera el acto de investidura de nuevos doctores y recuerda que «la investigación es la base del progreso»

Un momento del acto celebrado ayer en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna.

La rectora de la Universidad de La Laguna (ULL), Rosa Aguilar, celebró ayer el solemne acto de investidura de los nuevos doctores con los que cuenta la institución. Su intervención se centró en resaltar el valor que posee el doctorado no solo en el ámbito académico, sino también social: «Es una trayectoria intelectual y vital que puede abrir muchas puertas, y facilitará la contribución de personas sobradamente preparadas al desarrollo social a través de su labor científica. Porque, en última instancia, la investigación y sus resultados son la base que sustenta al progreso y al bienestar». Este acto se retomó ayer después de que el año pasado no pudiera celebrarse a causa de las condiciones sanitarias y de reducción de aforo derivadas de la pandemia. Por ello, en la ceremonia de hoy han sido investidas personas que se han doctorado tanto en el curso 2019/2020 como en el 2020/2021. En la ceremonia participaron 51 personas que subieron al escenario en compañía de sus respectivos padrinos para recibir su birrete de manos de la rectora. Este no es el número total de personas que han culminado el máximo grado académico en estos dos cursos, que ronda las 190, solamente son quienes han querido participar en el acto público.

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Rosa Aguilar aludió al simbolismo de la ceremonia, en el que participan los doctores recién investidos con sus tutores, lo cual simboliza «el trasvase de conocimientos entre maestros y discípulos que asegura la pervivencia de la academia y, además, ejemplifica la continuidad del trabajo científico. Porque quienes hasta no hace mucho eran pupilos, en el futuro serán maestros que se labrarán su propia trayectoria científica».

Muchas de las personas que culminan el doctorado ya están desarrollando una profesión y, por ello, lo han realizado por una cuestión de superación personal e intelectual. En cambio, otras lo han hecho con la aspiración de seguir desenvolviéndose en el mundo de la investigación y, eventualmente, adherirse a alguna institución científica o universitaria. A ese segundo perfil la rectora les agradeció su esfuerzo porque «ellos son el futuro de la universidad», y les recordó que la senda académica no es fácil, pues exige trabajo constante en diferentes ámbitos. «Sin embargo, obtener el doctorado ha demostrado dos cosas que les permite ser optimistas: primero, que tienen la capacidad para desarrollar este trabajo y, segundo, que poseen la vocación, algo fundamental porque no tendría sentido dedicar tanto esfuerzo a algo que no les apasiona».

Aguilar reivindicó la importancia de la ciencia, representada por los nuevos doctores, en unos momentos en los que la proliferación de pseudociencias y antiintelectualismo hacen necesario «contar con voces autorizadas y elocuentes para rebatir estos sinsentidos». Pero, además, la investigación es un activo productivo, dado que la así llamada «economía del conocimiento» es la que protagonizará el desarrollo de las últimas décadas y «supone una oportunidad para investigadores y tecnólogos, perfiles que, sin duda, proliferarán entre los doctores».

El catedrático de Ingeniería Eléctrica Ernesto Pereda fue el encargado de disertar acerca de su especialidad, la neurociencia de sistemas, como ejemplo de ámbito científico multidisciplinar del siglo XXI. Hizo un viaje por los inicios más remotos de esta disciplina, desde hace más de diez mil años, cuando tuvieron lugar las primeras trepanaciones de origen desconocido, pasando por el antiguo Egipto y los pensadores renacentistas hasta la actualidad. Recordó a Ramón y Cajal, considerado el padre de la neurociencia.

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