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La UVigo despeja el camino para las futuras misiones a Marte en busca de signos de vida

Delante, la investigadora viguesa Carolina Gil, en el campus y en el fondo el selfie del rover Curiosity en el cráter Gale de Marte

Las misiones enviadas a Marte han descubierto indicios de que el planeta pudo albergar vida. Y los futuros rovers que explorarán su superficie en los próximos años centrarán sus esfuerzos en descubrir signos de ella, tanto en el pasado como en el presente.

La investigadora Carolina Gil busca qué arcillas pueden ser las mejores candidatas para albergar compuestos orgánicos | Realizará simulaciones geoquímicas en el Centro de Astrobiología CSIC-INTA de Madrid


Las esmécticas, unas arcillas capaces de preservar compuestos orgánicos en su estructura y que también se encuentran en la Tierra, pueden tener la clave para estos hallazgos. De ahí que la investigadora de la UVigo Carolina Gil Lozano se haya propuesto determinar cuáles pueden ser las mejores candidatas y así facilitar la labor de los sucesores de Curiosity en futuras expediciones como la europea ExoMars.

“Las esmécticas tienen un alto interés astrobiológico porque son muy abundantes en la actualidad y también lo eran en el Marte primitivo, cuando se supone que había agua líquida y el planeta era habitable. Además estos minerales en la Tierra son los que contienen más carbono orgánico asociado. Hasta ahora, las misiones se centraban en reconstruir el pasado climático, una de las grandes incógnitas de Marte. Pero ahora están más enfocadas a la búsqueda de vida e intentar determinar qué minerales pueden ser más prometedores para albergar compuestos orgánicos puede aumentar las posibilidades de éxito de los rovers”, explica.

El proyecto ‘Buscando señales orgánicas en Marte’ cuenta con casi 65.000 euros de financiación del Plan Nacional de I+D hasta 2023 dentro de la convocatoria para jóvenes investigadores sin vinculación permanente.

Carolina Gil recreará los ambientes marcianos en el laboratorio y llevará a cabo parte de sus experimentos en el Centro de Astrobiología CSIC-Inta de Madrid, donde realizó su primera estancia postdoctoral. También cuenta con la colaboración de dos expertos franceses del Laboratorio de Planetología y Geodinámica, un centro mixto de la Universidad de Nantes y el CNRS en el que desarrolló durante los últimos dos años estudios sobre la reconstrucción del clima de Marte a partir de los minerales alterados observados en la actualidad.

“Cuento con una red de colaboradores rica y multidisciplinar. Anne Gaudin es experta en arcillas y en procesos de alteración en la superficie de Marte y Nicolas Mangold participa en muchas misiones, lo que facilitará que si mis resultados son buenos se puedan transferir rápido. Toda la información obtenida será depositada en bases de datos libres”, destaca Gil, cuyo equipo de trabajo más directo lo integran los profesores Luis Gago Duport y Paula Diz, ambos de la UVigo, y la investigadora gallega del CAB Victoria Muñoz.

La parte experimental del proyecto, que realizará en el CAB y en Vigo, pasa por el estudio de diferentes esmécticas a las que se incorporará un compuesto orgánico para estudiar sus capacidades de preservarlo en distintas condiciones.

Por un lado, Gil recreará en las cámaras de simulación del CBA la atmósfera y la dañina radiación ultravioleta que existe actualmente en Marte. Para ello combinará distintas técnicas a diferentes revoluciones.

Y, por otro, estudiará las capacidades de preservación de los mismos minerales en condiciones húmedas. “Utilizaremos oxidantes que sabemos que están presentes a día de hoy para estudiar cómo le pudieron afectar a esas arcillas en el Marte primitivo, cuando era más húmedo, y si pudieron eliminar la materia orgánica en los primeros centímetros”, explica.

A partir de los datos experimentales obtenidos en ambos ensayos, la experta utilizará modelos numéricos para determinar qué esmécticas son las mejores candidatas para contener compuestos orgánicos hoy en día.

“Podremos saber cómo se formaron esas arcillas en el pasado y qué minerales pueden estar asociados a ellas en la actualidad. Porque en el terreno las esmécticas no se encuentran puras, lo que dificulta la labor de los rovers. Por eso haremos análogos de concentraciones diferentes de minerales y los volveremos a medir con instrumentos parecidos a los que llevan estos vehículos”, detalla.

Las exploraciones marcianas han revelado la existencia de compuestos orgánicos ricos en cloro, azufre y nitrógeno. Gil utilizará la glicina, un aminoácido cuya degradación ya está muy estudiada en condiciones marcianas y en el espacio: “Mi proyecto se centra más en evaluar las matrices minerales que en utilizar muchos compuestos. Pero puede que también emplee algún biomarcador que solo pueda estar formado por la vida y no por reacciones abióticas. Pero desde luego, la existencia de compuestos orgánicos ya es un buen indicador de que pudo haber vida”.

También se plantea incluir algún experimento que le permita profundizar en el terreno. “Los evaluadores del proyecto me trasladaron que el estudio estaba muy enfocado a la parte superficial y no en el subsuelo, que está más protegido de las condiciones dañinas. Pero también es cierto que todos los hallazgos que han tenido lugar hasta ahora han sido en la superficie. Sin embargo, el rover de ExoMars [cuyo lanzamiento está previsto para 2022] recogerá testigos de hasta dos metros de profundidad”, comenta.

Los resultados también podrían ser aplicados a la remediación medioambiental en la Tierra, puesto que las propiedades de estas arcillas les permiten retener contaminantes orgánicos. Y Carolina Gil confía además en que supongan “una pequeña semilla” para que la Universidad de Vigo gane cada vez mayor visibilidad en el campo de la geología planetaria.

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