Seguramente, alguna noche como la de ayer 31 de octubre habrán celebrado la fiesta de Halloween (justo antes de hoy, Día de Todos los Santos). Hoy en día se reconoce la fiesta por los dulces, los niños, los disfraces y todas esas historias de miedo que se cuentan. En realidad, su origen pagano se remonta a las tierras de Irlanda con la celebración del fin de la cosecha que coincidía con el solsticio de otoño y el inicio del año nuevo celta. Entonces se creía que, durante la noche, los espíritus de los muertos podían caminar entre los vivos y solo se podían ahuyentar llevando puesta una máscara. Lo que seguramente no sepan los lectores, es que esta fiesta se ha extendido al espacio. ¿No se lo creen? En los años de historia de esta sección, encontramos artículos sobre objetos astronómicos con fuertes similitudes a personajes de historias de terror, ya sea por su aspecto o comportamiento.

Empezamos en lo más profundo del Universo, donde podemos encontrar (o no) objetos como la invisible materia oscura o los endemoniados agujeros negros ocultos en la oscuridad al acecho para devorar planetas o estrellas despistadas. Allí, también podemos encontrar las grandes galaxias caníbales que crecen “comiéndose” sus galaxias satélites. Este apetito también lo comparten las galaxias satélite que atraen e hincan el diente a otras galaxias más pequeñas próximas a ellas.

terrorífico perfil de la Nebulosa de la Cabeza de Bruja o NGC1909n (i) y el Sol disfrazado de gigante calabaza gracias a la combinación de imágenes de sus regiones activas tomadas en 2014 en el ultravioleta. NASA/STScI Digitized Sky Survey/Noel Carboni - NASA/GSFC/SDO

Dentro de esas galaxias y otras no tan “agresivas”, encontramos mayoritariamente estrellas y nubes de gas. Entre ellas distinguimos a las nebulosas como las más “saladas” y con ganas de disfrazarse. Estas inmensas nubes de gas y polvo son iluminadas por estrellas centrales muy calientes que pueden tomar formas caprichosas dignas de una historia de terror. Un ejemplo es la nebulosa Cabeza de Fantasma (o NGC2080), que se encuentra en la Gran Nube de Magallanes y nos invoca la imagen de los fantasmas clásicos ocultos bajo una sábana. También hay otras nebulosas que no emiten luz propia, sino que reflejan la luz de estrellas brillantes que tienen cerca. En este caso, tenemos como ejemplos la fantástica nebulosa Cabeza de Bruja (o NGC1909) y el Murciélago Espacial (o NGC1788). La primera, sospechosamente iluminada por la supergigante azul Rígel en la cercana constelación de Orión, nos emula a una bruja con su sombrero puntiagudo mirando atentamente a la sospechosa estrella. La segunda, situada en un rincón oscuro de esta misma constelación, debe su forma a los vientos y la luz de las brillantes estrellas de Orión.

Las estrellas pueden ser protagonistas de otros efectos no asociados con la luz y sí con su comportamiento. En varias ocasiones hemos mencionado estrellas que conviven cerca girando una alrededor de la otra. En ocasiones, la distancia de seguridad entre ellas se rompe y una de ellas empieza a robar material de la otra y lo usa como combustible. Este comportamiento vampírico permite extender su longeva vida a expensas de la energía vital de su compañera. Así mismo, existen otras estrellas “no muertas” que deambulan por el universo: las estrellas zombies. Estas estrellas, conocidas como supernovas Iax, son un tipo poco frecuente de supernova (se conocen alrededor de treinta ejemplos hoy en día). Estas se consideraban, originalmente, primas débiles de las supernovas más comunes de tipo Ia donde explotaba una enana blanca. Las supernovas Iax, a diferencia de las supernovas Ia donde la estrella se destruye, suelen dejar atrás una enana blanca maltrecha y magullada que los investigadores llaman “estrella zombie”.

Por suerte, la estrella más cercana a nosotros, el Sol, solo se disfraza en algunas ocasiones. La más reciente fue en 2014 cuando se disfrazó de Jack O’Lantern (o Jack el de la linterna). Su parecido a una gigantesca calabaza fue el resultado de una combinación de imágenes obtenidas en el espectro ultravioleta durante el máximo de uno de sus ciclos solares. En las imágenes se distinguen las zonas más brillantes a consecuencia de la intensa y compleja actividad solar donde se emite más luz y energía. Con este disfraz tan representativo de Halloween, parece que nos hace la pregunta: ¿Truco o Trato? Yo elijo trato, ya que aunque muchos de estos fenómenos parecen terroríficos, mi curiosidad por descubrir los misterios del Universo supera mi miedo

Nancy Elías de la Rosa E. D.

Nancy Elías de la Rosa es originaria de Güímar, Tenerife. Licenciada en Física por la Universidad de La Laguna, se doctoró en Astrofísica con una tesis cotutelada por la Universidad de La Laguna y la Universidad de Padua, Italia. Su carrera científica prosiguió con estancias en Alemania, Estados Unidos y Barcelona, siempre estudiando explosiones estelares de varios tipos. Ahora trabaja en el INAF-Observatorio Astronómico de Padua (Italia) y es científico visitante en el Instituto de Ciencias del Espacio en Barcelona.

*Sección coordinada por Adriana de Lorenzo-Cáceres Rodríguez