“La estabilidad del edificio insular es absoluta, por lo que no hay ningún fenómeno que permita asegurar que la isla de La Palma pueda tener una situación no deseable en cuanto a estabilidad geológica, según nos comunican los científicos”, subrayó este mediodía el director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), Miguel Ángel Morcuende.

Incidió en que La Palma es "una isla segura" y el 92% de su territorio no está afectado por la erupción volcánica, "por lo que la vida transcurre con normalidad en una isla en la que tenemos un volcán en un medio urbano, que es lo que nos hace mucho daño”. Como ejemplo de la normalidad puso que "el pescado que se faena es de la misma calidad que tenía con anterioridad a que erupcionara el volcán" el pasado 19 de septiembre.

Morcuende pidió prudencia y precisó que “hay muchas personas que dependen económicamente de la actividad turística y de otro tipo, por lo que un mal conocimiento de la situación, provoca que puedan entrar en problemas económicos y eso es injusto”.

Por otro lado, la distancia entre la nueva colada y el mar se mantiene en 200 metros y el frente del delta lávico continúa prácticamente inactivo, ha explicado este miércoles María José Blanco, responsable en Canarias del Grupo de Volcanología del Instituto Geográfico Nacional (IGN).

Por otro lado, Blanco indicó que sigue la emisión de grandes bloques arrastrados por la colada de magma registrada más al norte y añadió que la magnitud de la erupción en una escala de explosividad volcánica entre 0 y 8 sigue teniendo un valor estimado de 2.

Además, confirmó la reactivación de un nuevo flanco sureste del cono principal y no se descarta la aparición de otros nuevos, pero dentro del cono principal.

La estimación del volumen total de piroclastos de dispersión emitido hasta el pasado 10 de octubre es de entre 8 y 9 millones de metros cúbicos, calculó Blanco.

Hasta ayer la lava había destruido 640,27 hectáreas de terreno, 27,94 más que en la jornada anterior. La anchura máxima de la colada es de 1.700 metros, sobre todo por la aportación de la colada del noreste, que creció en 250 metros en relación al 11 de octubre.

Según el programa europeo Copérnicus, hay 1.408 construcciones afectadas por las coladas y 83 en riesgo. En total, 1.541.

Por su parte, el Catastro cifra en 937 las edificaciones afectadas, de las cuales 763 son viviendas, 89 de uso agrario, 45 industriales, 22 de ocio y hostelería y 18 de uso público y otros.