Gervasio Bonel Sanz ha viajado desde Lanzarote hasta la localidad zaragozana de Torrellas para conocer este lunes, 11 de octubre, el lugar donde se encuentran los restos de su abuelo, fusilado durante la Guerra Civil, y del que hasta hace unos días desconocía el lugar donde estaba enterrado.

El Ayuntamiento de Torrellas realizó los días del 23 al 26 del pasado mes de septiembre la apertura de la fosa común a fin de identificar los restos de ocho varones fusilados durante la contienda que la investigación de Julián Casanova, y su libro "El pasado oculto", situaba en el cementerio de esta localidad de la Comarca de Tarazona y el Moncayo.

Gervasio Bonel Sanz se ha sometido este lunes a la toma de muestras de ADN para confirmar que uno de los cadáveres que han yacido durante 85 años en esta fosa es el de su abuelo, el labrador de la vecina localidad de El Buste, de casi su mismo nombre: Gervasio Bonel Usón.

El hecho de compartir patronímico fue la chispa que, de una manera rocambolesa, ha conducido a este nieto hacia su abuelo. "Estaba buscando una referencia sobre mi trabajo en Internet y, de pronto, encontré un monolito en el que salía escrito mi nombre", ha explicado el nieto del represaliado.

Es el monumento que Torrellas levantó para homenajear a los vecinos de la comarca que fueron fusilados en esta población, en el que recuerda los nombres de todos ellos.

Gervasio Bonel Sanz, nacido en la localidad navarra de Cortes hace 57 años, se puso en contacto, tras ver la fotografía del monolito, con el Ayuntamiento de Torrellas donde se encontró con una pregunta totalmente inesperada: "¿Llama por la exhumación?". De este modo se enteró de que el municipio iba a proceder esos días a abrir la fosa común, a fin de identificar los restos de los fusilados y entregarlos a sus descendientes.

Se había encontrado, de repente, no solo con la tumba de su abuelo, sino con la posibilidad de poder darle un entierro. Una emoción que, ha recordado, "disimulé como pude en el trabajo, pero en cuanto llegué a casa, me eché a llorar". No podía olvidar que su progenitor, fallecido hace 25 años, "poco antes de su muerte me contaba que no había sabido nunca dónde estaba enterrado su padre".

"No pude volar en ese momento", ha especificado, pero se ha tomado unos días para pasar unas vacaciones en Cortes y viajar hasta Torrellas, donde este lunes se ha reunido con la alcaldesa, Pilar Pérez, y el concejal Vicente Ortega, quien primero le habló de su antepasado y con el que incluso ha descubierto tener algunos vínculos.

Bonel se ha encontrado también con familiares de El Buste, Fréscano y Borja y vecinos que le han podido acercar a la figura de su abuelo: "Un labrador, de izquierdas aunque poco dado a la política, pero sabía escribir a máquina, y por eso lo nombraron juez de paz en el pueblo", ha mencionado. Un puesto que, a ojos de los sublevados de 1936, lo convertía en una autoridad de la República, y por lo que fue fusilado.

Ahora esa máquina de escribir va a viajar con su nieto Gervasio a Lanzarote, donde vive desde hace 35 años, pero ha avisado al Ayuntamiento de Torrellas "para que me avisen cuando vayan a hacer el acto solemne de entrega de los restos, porque no pienso faltar".

Ha indicado que la familia no ha decidido todavía qué hará con su abuelo: "No sabemos si enterrarlo en El Buste o dejarlo aquí en Torrellas", pero ha dejado claro que "será algo digno, porque todas las personas merecen un respeto, no ser asesinados y enterrados como animales".

La apertura de la fosa común ha sido llevada a cabo por el Ayuntamiento de Torrellas --con la financiación de la Federación Española de Municipios y Provincias-- y la Asociación de Recuperación de Memoria Histórica de la localidad --gracias a la aportación de la Diputación de Zaragoza--.

Los trabajos de exhumación han sido realizados por la Sociedad Aranzadi, que se está ocupando igualmente de los análisis de ADN para la identificación de los restos.