En poco más de un mes, los jóvenes de las Islas han demostrado que quieren sumar para acabar con esta crisis sanitaria sin precedentes que les ha tocado vivir. Pese a haber soportado injustos señalamientos de la sociedad, vivido los momentos claves en su etapa académica a través de una pantalla y tenido que demorar su ocio hasta nuevo aviso, los menores han sido los líderes de la vacunación en las


El 12 de julio la Consejería de Sanidad convertía a Canarias en la primera comunidad autónoma en incluir a los jóvenes de 12 a 15 años en su plan de vacunación, después de que los estudios científicos dieran el aval a la inoculación de las vacunas en estos menores. Ese mismo día, Sanidad empezaba a vacunar en un bloque a aquellos que se encontraran entre los 12 y los 19 años y sin cita en sus diversos puntos de vacunación. Apenas un mes y medio después, este grupo etario se ha convertido en el más cumplidor y convencido de todos.

El 67,76% de los jóvenes han recibido al menos una dosis de la vacuna de Pfizer o la de Moderna, mientras que otros grupos que comenzaron semanas antes su turno de vacunación, como el de 20 a 29 años o el de 30 a 39 años, aún se encuentran en porcentajes de inmunización del 57,23 y el 62,57%, respectivamente.

Se desconoce el por qué de esta movimiento masivo de los más jóvenes para recibir el pinchazo en los puntos masivos de vacunación del Archipiélago. Los expertos señalan que podría ser por la cercanía temporal de su última vacuna del calendario vacunal infantil, el que sean acompañados por sus padres así como la posible presión que estos ejercen. O simplemente puede ser que estén más concienciados que el resto de la población.

Seis jóvenes de Tenerife de distintas edades relatan sus experiencias para arrojar un poco de luz sobre esta situación. Los jóvenes muestran cómo ha sido para ellos vivir una pandemia en medio de una de las etapas más convulsas de su crecimiento personal, académico y social.

Todos afirman que el distanciamiento social ha hecho mella en sus círculo de amistades, están hartos de tener que cubrir sus bocas con mascarillas para protegerse y sueñan con volver a la normalidad, pero no la nueva, sino la de antes de la covid-19

Son así, conscientes de que la vacuna no va a solucionar todo, pero es dar un «pasito» más que, a su vez, les protege a ellos y a sus familias. Pese al hartazgo, ni se quitan la mascarilla ni dejan de respetar las distancias pues todos son conscientes de que el virus sigue entre nosotros y lo hará durante un tiempo más. Y lo seguirán haciendo el tiempo que haga falta y donde se requiera, aunque gracias a la ciencia tengan tan solo un año y medio después una vacuna efectiva. 

«Esto es una ayuda para que podamos volver a la normalidad de antes»

Omar Hernández

Omar Hernández

17 años

Si tenía que elegir alguna opción, Omar Hernández siempre ha sabido que la correcta era la de recibir el pinchazo. «Mejor ponerse la vacuna que no hacerlo, porque puede pasar cualquier cosa y no solo por tí, sino también por tu familia».

El joven de 17 años, natural de Santa Cruz, respeta a quienes deciden no ponerse la vacuna. «Cada uno es libre de hacer lo que quiera», señala. Pero no por ello continúa remarcando los beneficios que tiene la vacunación frente a los pocos perjuicios. «Todos mis compañeros se han vacunado, excepto una amiga», señala. A ella, que se muestra tan reacia a recibir ese pinchazo, le suelen recordar que la vacuna de la Covid-19 no desentraña peligro. «Nos ponemos nosotros de ejemplo, a ninguno nos ha pasado nada», indica. Como a otros jóvenes, la inoculación de la vacuna apenas les ha causado efectos secundarios. «Me dolió un poco el brazo, pero nada más», asegura el joven que esta semana ha recibido su segunda dosis. Hernández insiste en que «esto es una ayuda para que podamos volver a la normalidad de antes, no la nueva», y no esconde su hastío por llevar la mascarilla: «echo de menos poder ir por la calle y poder respirar sin tener un filtro». Sin embargo asume que para despojarse totalmente de ella aún queda un tiempo. 

«Es surrealista que la gente crea que es una conspiración»

Yaiza Suárez

Yaiza Suárez

18 años

De las situaciones que se han dado durante la pandemia, la más surrealista para Yaiza Suárez es que haya «gente que piense que las vacunas y la pandemia es una conspiración». Suárez se vacunó hace unas semanas y como mucha gente en Canarias, tuvo dudas.

«Veía las noticias sobre AstraZeneca y había gente de mi entorno que no acababa de confiar en ellas», admite. Sin embargo, una vez tuvo la oportunidad de recibir el pinchazo, sus dudas se disiparon. La «desesperación por salir de esto» finalmente le condujo hasta la Casa del Emprendedor, en Los Realejos, uno de esos días en los que pudo acudir sin cita previa. «Estuve una hora esperando al sol, pero estoy convencida de que esta es la única solución», remarca, aunque sabe que «esto no elimina al virus, sino que calma sus síntomas».

La pandemia ha obstaculizado sus relaciones sociales, le ha privado de acudir a eventos de ocio y ha sido el exponente principal de su formación en el último año y medio. Este año comenzará la universidad y solo espera que con la vacuna pronto se pueda regresar a la normalidad».

«La vacuna es un pasito para estar mejor, pero la pandemia no se acaba»

Ainara González

Ainara González

19 años

La pandemia le ha hurtado la posibilidad de disfrutar de la mayoría de edad como sí pudieron hacerlo sus padres. Ainara González cumplió 18 años estando confinada en su casa, en el municipio de Los Realejos. Hoy, con las dos dosis puestas de la vacuna contra el coronavirus sabe que «es un pasito para estar mejor», aunque es consciente de que ello no significa «que la pandemia se haya acabado».

Tras tener que poner todo su empeño para estudiar sin ayuda para la EBAU del año pasado, González ha optado por estudiar Farmacia y se ha encontrado con una universidad cambiante, con pocos alumnos y distanciamiento social. «Solo he visto las caras de 19 compañeros, y en la clase somos 120», señala. Para la realejera el comienzo de su etapa adulta está siendo «complicada». «Tengo ganas de que acabe todo esto ya, no he podido disfrutar de los 18 y me he quedado sin poder celebrar muchos de mis logros», relata refiriéndose a la imposibilidad de celebrar su graduación.

Asegura no entender «el pensamiento» de los negacionistas a la vacuna e insiste en que le parece «fatal» que siempre le achaquen el crecimiento de casos de coronavirus a los jóvenes. «He visto a personas mayores en el bar sin mascarilla y sin cumplir las medidas, y a ellos no se les achaca nada». 

«Con la vacuna me cuido a mí y a los de mi entorno» 

Sara García.

Sara García

14 años

Optimista por naturaleza, con tan solo 14 años Sara García muestra de lejos una gran resiliencia pese haberse tenido que acostumbrar a vivir en un mundo pandémico. Las medidas de seguridad en el aula, el confinamiento y las limitaciones sociales le han permitido saber, en esta época tan convulsa de su vida, quiénes eran sus amigas de verdad para poder rodearse de personas «menos tóxicas».

No esconde su desaliento porque la pandemia le haya privado de algunas de las actividades sociales que más le gustaría empezar a experimentar, como las discotecas, pero entiende que para que todo eso llegue y pueda dejar la mascarilla en casa, es necesario vacunarse. Tras inyectarse la segunda dosis de Pfizer esta misma semana –sin padecer un solo síntoma reseñable–, sabe que ha contribuido no solo a su propia protección si no también a la de las personas de su entorno más cercano.

«Es una protección más y aunque al principio no lo tenía demasiado claro, después quise hacerlo lo antes posible», remarca la joven. Además, rompe una lanza por su generación que considera que ha sido vapuleada especialmente durante esta última ola convirtiéndose de manera injustificada en el centro de todas las culpas por el aumento de contagios. 

«No es justo que se achaque siempre la culpa a los jóvenes»

Marcos Varela.

Marcos Varela

18 años

Las personas jóvenes han cargado desde el confinamiento de las culpas con respecto a la dispersión del virus, y a Marcos Varela, esta culpabilización sistemática le parece injusta. «En cuarentena los jóvenes eran los irresponsables, pero luego eran los mayores los que se saltaban el confinamiento para caminar o ver a sus familiares», recuerda, e insiste que en la última ola ha pasado exactamente lo mismo. «La gente no vacunada, que eran los menores de 40, son los que han tenido más casos porque no estaban vacunados, dado que los mayores también se reunían», asegura.

Varela decidió ponerse la vacuna por salud. Es asmático así que la protección del suero le confiere cierta tranquilidad en el caso de que acabara contagiándose. Varela también es crítico con el pensamiento negacionista, y considera que es un problema que esté generando un «efecto masa», dado que «se forman manifestaciones multitudinarias en Santa Cruz sin mascarilla ni medidas de precaución y luego acaban contagiados», señala, haciendo hincapié en que es un problema de salud pública. 

«Ahora que empiezo el instituto quería estar protegida»

Ada Herrera

Ada Herrera

13 años

Por las personas vulnerables de su familia, Ada Herrera siempre ha tenido mucho cuidado, evitando los entornos concurridos, limitando sus contactos y extremando la limpieza. De ahí que una de las cosas que más echa de menos un año después es poder salir libremente con sus amigas.

Herrera paso la cuarentena entre dos aguas, la casa de su padre y la de su madre. Aunque tuvo la oportunidad de salir y cambiar de aires durante los momentos más duros de la pandemia, asegura que perdió muchos hábitos como el de ir al cole, pese a que siguió levantándose como un reloj a las 7 de la mañana. Admite que le «costado un poco» adaptarse a la nueva realidad que ha precipitado el coronavirus, pero que finalmente lo ha hecho.

Ese ambiente de protección y cuidado del que toda la familia le hizo partícipe también le llevó a reflexionar sobre la necesidad imperiosa de aprovechar el único recurso que puede acabar con la pandemia. Cuando se abrió el turno para menores de hasta 12 años ni lo pensó. «Hay mucha gente de riesgo en casa y, ahora que empiezo el instituto, quería protegerme», explica. Eso sí, la vacuna no hará que deje de tomar precauciones porque es consciente de que aún queda tiempo en el que habrá que convivir con el virus.