La ciencia canaria acaba de realizar un gran descubrimiento: las Islas están rodeadas por un cinturón de corales, densos bosques perennes en los que se refugian y proliferan un gran número de especies. Estos jardines de los fondos marinos canarios, descritos por sus descubridores como «de enorme belleza y riqueza natural», habían permanecido en la más absoluta penumbra para la ciencia... y a las puertas de la penumbra del océano. Se encuentran entre 50 y 120 metros, en las pendientes de la abrupta plataforma oceánica canaria o en fondos llanos a los que llega poca luz. Es una profundidad a la que solo se puede llegar con equipos de buceo muy especializados y bajo estrictas medidas de seguridad. Nadie había estudiado y descrito estos hábitats hasta que lo acaba de lograr un equipo de científicos y buceadores coordinados por la Consejería de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático del Gobierno de Canarias.

Los 15 miembros del equipo que trabaja para la empresa canaria Aquawork, contratada en 2019 por Transición Ecológica para esta investigación, no solo han hallado, fotografiado y filmado extensos ecosistemas creados por los corales alrededor del Archipiélago, con una enorme capacidad generadora de biodiversidad, sino que han demostrado que son comunes al resto de islas macaronésicas –Azores, Madeira, Cabo Verde–, que han sufrido daños por la acción humana y que su principal bioconstructor es una especie concreta: el coral negro Antipathella wollastoni. «Los resultados que acabamos de conocer de este proyecto son muy importantes», asegura José Antonio Valbuena, consejero de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático de Canarias. «Hemos conocido el decisivo papel que juega el coral negro en los mares canarios y su capacidad para crear un ecosistema. Vertebran la biodiversidad como lo hacen los pinares sobre tierra», añade.

La revista ‘Makaronesia’

El último número de la revista Makaronesia, que edita la Asociación de Amigos del Museo de Naturaleza y Arqueología de Tenerife (MUNA), acaba de adelantar algunos detalles de este hallazgo, en un artículo científico –Antipathella wollastoni, historia natural del principal bioconstructor mesofótico de la Macaronesia– firmado entre otros por el principal investigador de este proyecto: Óscar Ocaña, doctor en Biología, director del Museo del Mar de Ceuta y uno de los mayores expertos en corales del mundo. «La belleza de estos hábitats es notable. En algunos lugares, los corales negros forman plumeros preciosistas con ramificaciones que recuerdan a las coníferas [árboles picudos]. Las ramas se mecen plácidamente con las corrientes y su tonalidad de coloración habitual es ocre anaranjada e incluso rojiza, mientras los pólipos [terminaciones con formas tubulares] son blanquecinos. En lugares con gran densidad de colonias da la impresión de estar contemplando un bosque de coníferas nevado».

Se sabía que había corales en Canarias a más de 50 metros de profundidad, principalmente porque las redes de pesca a veces los arrancan y arrastran a la superficie. Los había descrito el propio Óscar Ocaña en sus investigaciones en la Universidad de La Laguna con el que fuera su profesor de tesis, uno de los biólogos marinos más reconocido de las Islas, Alberto Brito. Ambos editaron en 2004 el libro Corales de las Islas Canarias. Pero nunca se había realizado una exploración directa, bajando a las profundidades en las que se desarrollan y viéndolos y estudiándolos in situ.  «Es la mejor forma de investigar la naturaleza: observando directamente el medio, como defendía Alexander von Humboldt», puntualiza Óscar Ocaña. En el equipo, Ocaña es el responsable de la investigación y también forma parte del equipo de buceo. «Sentimos una enorme emoción los pocos minutos que pudimos estar en cada inmersión en esos bosques increíbles de corales. Fue maravilloso». Ocaña precisa que aunque se le conozca como coral negro, en realidad aparece en el fondo marino con diversos colores, incluso con tonalidades intensas. Se llama negro únicamente por el color del interior del esqueleto.

La fase final del proyecto

El proyecto enfila su última fase. Lo detalla el coordinador, el grancanario Rafa Herrero Massieu (Las Palmas de Gran Canaria, 1960), buceador profesional y director de la empresa Aquawork, especializada en investigaciones y documentales submarinos. «En este momento estamos redactando las conclusiones finales. Pero ya podemos anunciar que hemos descubierto y descrito esos cinturones de coral macaronésicos. Además, estamos preparando un documental de unos 25 minutos en el que mostramos las primeras imágenes de estos ecosistemas impresionantes en toda su dimensión», señala Rafa Herrero. «Algo está latiendo en el océano Atlántico. Allí donde la luz se desvanece crecen animales que se asemejan a plantas, bosques ocultos de corales que reciben alimentos de las corrientes. Seres únicos e irrepetibles, historias milenarias...», se lee en los subtítulos del trailer del documental mientras las imágenes exhiben el colorido de estos jardines.

En octubre de 2019, la Consejería de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático anuncia la segunda fase de un proyecto para conocer el estado de conservación y la diversidad de las comunidades profundas de coral. Es un estudio pionero del paisaje marino canario, fundamental para definir las especies que caracterizan las comunidades, comprender su evolución y conocer los lugares donde pueden desarrollarse», explicó entonces el consejero José Antonio Valbuena. El proyecto, cofinanciado por el Programa europeo Feder Canarias 2014-2020, también sirve para comprender el funcionamiento de los corales y los factores que le afectan y ponen en riesgo a través de estudios de oceanografía biológica y física y química. Se titula: Estudio ecológico descriptivo de corales mesofóticos (entre los 50 y los 150 metros de profundidad) en el medio circalitoral: establecimiento de estaciones de monitoreo ambiental en relación al cambio global.

El coral negro Antipathella wollastoni es la especie protagonista de estos bosques marinos canarios. «Es el principal generador de estos hábitats y el que atrae a colonias de otras especies a su alrededor», matiza Óscar Ocaña. Pero también se han encontrado otros corales, al menos dos especies más de corales negros (pendientes de clasificar) y una de coral naranja (Dendrophyllia ramea), de un intenso brillo. Como aporta el investigador, hay además otros cuatro grandes grupos que pueblan estos ecosistemas: esponjas, ascidias –animales con formas tubulares–, algas calcáreas y briozoos –pequeños animales que parecen corales con tentáculos en forma de corona o herradura–. Los corales marinos son animales coloniales formados por cientos o miles de individuos llamados zooides y que pueden alcanzar grandes dimensiones. Los anillos hallados alrededor de Canarias están construidos por un tipo de coral, el negro, que «pertenece a un género escaso en el planeta», según apunta el artículo de la revista Makaronesia.

Hasta los 91 metros

El equipo de buzos alcanzó los 91 metros de profundidad en sus inmersiones, realizadas principalmente en La Palma, Lanzarote y el Archipiélago de Chinijo. «Nunca se había hecho hasta ahora en Canarias ni en España. Realmente se ha hecho en pocos sitios del mundo». Esto explica Rafa Herrero sobre las enormes complicaciones para sacar adelante la investigación. Añade que para acceder a esas profundidades es necesaria una formación específica y unos equipos muy técnicos, con circuitos cerrados de aire. «Son equipos que, mediante mezclas de gases, te permiten acceder a esas profundidades». Aparte de por ser pionero, el principal obstáculo fue la limitación de tiempo. «A 90 metros, lo máximo que podemos estar en cada inmersión con una cierta seguridad es cinco minutos. Y para estar cinco minutos hay que hacer una inmersión de al menos dos horas. Por eso nos hemos centrado tanto en fotos y vídeos, en aprovechar al máximo cada segundo mientras recorríamos estos bosques de coral», aclara el director de la empresa canaria.

Los dos grupos del equipo

Los 15 profesionales con los que contó Aquawork para este proyecto están divididos en dos grupos: el equipo de campo, compuesto por entre 5 y 7 buzos, se sumergió y recogió información –mediante fotografías, vídeos o con la recolección de muestras– para que luego las analizara el equipo de gabinete, formado por siete científicos. En este último grupo están los especialistas en los diferentes grupos marinos: peces, corales, esponjas, algas, equinodermos –erizos, estrellas de mar– o crustáceos –principalmente cangrejos–, además de un especialista en tratamientos de muestras biológicas.

Aparte de la descripción completa de estos bosques submarinos y las especies que lo pueblan, así como del documental, el proyecto también ha incluido la colocación de dos estaciones ambientales submarinas para un seguimiento permanente de las condiciones de estos y otros ecosistemas en los fondos. Se han colocado en dos extremos términos de las aguas canarias donde se realizaron la mayoría de las inmersiones: frente a las costas de Puerto del Carmen (Lanzarote) y Fuencaliente (La Palma). Leopoldo Moro, del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, aclara que estas estaciones permitirán que la investigación «vaya más allá del descubrimiento realizado». «No es solo describir las especies y los paisajes, sino estudiar las condiciones que presentan estos ecosistemas y hacer un seguimiento por si se detectan variaciones que puedan alterarlas».

Es precisamente el seguimiento a las condiciones en las que se desarrollan estas selvas submarinas uno de los objetivos de la investigación, pues «permite prever cuál puede ser su comportamiento en el futuro, sobre todo si esas condiciones sufren alteraciones», explica Leopoldo Moro. Los corales negros y naranjas, así como el resto de organismos, han demostrado una gran capacidad para adaptarse a un ambiente al que apenas llega la luz del sol. El propio Antipathella wollastoni de los anillos de coral canarios, protagonista de este hábitat, es descrito en el artículo científico de Makaronesia como «una especie muy versátil desde el punto desde el punto de vista ecológico, con gran capacidad para colonizar variados ambientes y crear hábitats propios».