La provincia de Santa Cruz de Tenerife es la zona de España, junto a la Costa del Sol, en la que más fugitivos de la Justicia de otros países son localizados y capturados para ponerlos a disposición de la Audiencia Nacional. Los encargados de esa labor son los integrantes del Grupo de Crimen Organizado de la Policía Nacional. Las características de las personas a las que buscan y sus entornos obligan a los agentes a ser imaginativos y creativos para poder acercarse a un objetivo e identificarlo de forma certera, a partir de los datos que las autoridades de otras naciones aportan sobre cada individuo. Esa información en pocos casos está actualizada ni resulta lo suficientemente concreta.

El escondite de los fugitivos

Cada uno de estos delincuentes «tiene un perfil diferente», manifiesta el inspector Joaquín Acevedo, jefe del Grupo de Crimen Organizado. Pero, de forma global, existen dos grupos generales de prófugos de la Justicia. El primero está conformado por «el perfil muy alto»; es decir, quienes cuentan con gran solvencia económica, estudios universitarios y los medios necesarios para ser autosuficientes en España. Se trata de hombres acusados de delitos económicos o fiscales. Algunos de los apresados en Tenerife son de origen italiano o ruso. En el segundo apartado se encuentran individuos jóvenes que han cometido actos de delincuencia común y que, incluso, para sobrevivir reciben ayuda de sus familiares.

El escondite de los fugitivos

Nueve en lo que va de año

El equipo que dirige Acevedo, y que hasta el pasado marzo estaba a cargo del inspector Víctor Massanet, ha detenido desde 2019 a 38 fugitivos llegados de otros países para asentarse en Tenerife o en algún otro punto de Canarias. Y eso a pesar de las limitaciones de la pandemia. Casi todos los interceptados son varones. En 2019 hubo 11 arrestos; en 2020, 18; y durante el primer semestre de este 2021, 9 apresados.

Recuerda Acevedo que la Policía Nacional tiene la competencia exclusiva en cooperación internacional para detención, entrega a cualquier juzgado central de instrucción de la Audiencia Nacional y extradición. Esa colaboración con los cuerpos de seguridad y las autoridades judiciales de otros países resulta fundamental en un territorio como el del Espacio Schengen, en el que cualquier ciudadano europeo se mueve de forma libre y sin estar sometido a control policial alguno.

El mando admite que «las Islas atraen a gente buena, pero también a personas muy malas» por la calidad de vida que existe en el Archipiélago. Y, al ser un importante destino turístico, hay colonias de ciudadanos de diferentes nacionalidades asentadas en determinados enclaves insulares, donde quienes desean esconderse pueden pasar desapercibidos durante mucho tiempo sin llamar la atención de las fuerzas de seguridad ni de los vecinos de los mencionados lugares, que se habitúan al trasiego constante de desconocidos. Como ejemplo, Acevedo expone que «un prófugo húngaro viene aquí y tiene el soporte de sus compatriotas, que le dan recursos y le hacen sentir cómodo».

La cobertura

En muchas ocasiones, ese delincuente se introduce en «grupos cerrados» de compatriotas, donde se generan vínculos delictivos, tanto en Canarias como en sus territorios de origen. Es decir, que con frecuencia quienes amparan a un fugitivo saben qué ha hecho y de quién escapa. Ante esa situación, «el objetivo» no utiliza su verdadera identidad ni acude a los servicios administrativos comunes. Es decir, que siempre que pueda se mantendrá en «su círculo de confianza y confort». A juicio de Acevedo, «eso dificulta nuestro trabajo», pues se trata de acceder a la dinámica de «pequeñas sociedades», donde impera la opacidad y el silencio hacia quienes no forman parte de tal comunidad.

Por eso, los agentes del Grupo de Crimen Organizado deben echar mano de la creatividad para buscar «vías que nos abran nuevas líneas de investigación» en cada caso. Los funcionarios de este grupo tienen claro que los prófugos de «perfil alto», si se ven amenazados, poseen capacidad para huir de la Isla. Por eso resulta tan importante para estos agentes que la identificación, localización y arresto se produzca, siempre que se pueda, «desde la barrera, sin exponernos demasiado». «El 90 por ciento de los casos suelen resolverse así, con una detención que el protagonista no se espera», aclara el inspector Acevedo.

Sirene o interpol

Sirene (Sistema de Información Complementaria a la Entrada Nacional) es el organismo encargado de tramitar los datos sobre cada delincuente en el marco del Espacio Schengen, del que, además de los países de la Unión Europea (UE), también forman parte Suiza, Liechtenstein, Noruega e Islandia.

Otra vía para comunicar la presencia en Canarias u otro punto de España de un individuo es Interpol. En ambos casos, cuando los agentes de un determinado país tienen indicios racionales de que su objetivo está en territorio español, introduce los datos en Sirene o Interpol. Esa información llega, en primer lugar, al Grupo de Fugitivos de la Brigada Central de Crimen Organizado de la Comisaría General de Policía Judicial en Madrid. Estos agentes efectúan un barrido general para intentar saber en qué comunidad o provincia puede hallarse. Y, si consiguen una localización más o menos precisa, ponen el caso en manos de cada Grupo de Crimen Organizado. Por eso es en Tenerife o Canarias donde se lleva a cabo el verdadero trabajo operativo para atrapar al prófugo.

«Por lo general, los datos que nos llegan son muy escuetos o no están actualizados», apunta Acevedo. Y eso complica la situación, «porque una detención requiere de garantías legales», que incluyen la realización de un número elevado de trámites para la comunicación efectiva con el abogado defensor, la Policía Científica, con los juzgados o, por poner un ejemplo extremo, el aviso a una protectora de animales para que cuide de la mascota del individuo. La actuación de la Brigada de Policía Científica se incluye «para garantizar la cadena de custodia», es decir, para verificar que el arrestado es en realidad la persona buscada, a quien se le hace una reseña para asegurar sus derechos.

72 horas

Cuando se trata de un fugitivo buscado dentro del Espacio Schengen, los policías nacionales disponen de 72 horas para ponerlo a disposición de los juzgados centrales de Instrucción de la Audiencia Nacional. Pero, en el caso de que su captura se haya planteado a través de Interpol, ese tiempo se reduce a 24 horas. Antes eran los propios agentes los que tenían que acompañar al arrestado a Madrid en un avión. Ahora las nuevas tecnologías facilitan mucho el trabajo y la puesta a disposición judicial se puede desarrollar a través de videoconferencia. De los detenidos en dos años, la mayoría son italianos o británicos, las dos comunidades foráneas con mayor presencia en el Archipiélago y en Tenerife. También han sido capturados diversos polacos y húngaros. En el caso de Polonia, las autoridades judiciales emiten órdenes europeas de detención y entrega por delitos menores o comunes, como contra la seguridad del tráfico o el robo de cable de cobre.

Sin integración alguna

También se ha apresado a diferentes alemanes, austríacos, franceses, belgas o rumanos. Desde el 2019 se ha atrapado, al menos, a tres rusos. La última detención efectuada por el Grupo de Crimen Organizado fue a un polaco que llevaba tres años en el país y «no sabía ni papa de español». Y lo mismo se puede decir de un germano que fue capturado tras 24 meses en España. «Sus grupos son tan cerrados, estables y de confort que no necesitan integrarse en la sociedad española», apunta Joaquín Acevedo.

Cuanto más tiempo se requiera para encontrar y apresar a un fugitivo, mayor tiene que ser la intensidad del trabajo policial y más elevada es la exposición de los agentes. Los trabajos más rápidos pueden durar varios días o una semana; los más complejos, hasta tres años. El Grupo de Crimen Organizado está integrado en la UDYCO de la Brigada Provincial de Policía Judicial, que es una unidad dirigida por el inspector jefe Francisco Moar.

El viaje del brasileño buscado por intento de homicidio

El interés y la curiosidad de los integrantes del Grupo de Crimen Organizado de la Policía Nacional también les lleva a cambiar la perspectiva. Si después de numerosas gestiones no hay elementos convincentes de que el objetivo pueda estar en Tenerife o en otra isla de Canarias, los agentes se plantean dónde está. Y, a partir de ese momento, realizan pesquisas para ver si se halla en otro país, tras haber pasado por el Archipiélago. Este fue el caso de un ciudadano brasileño que cometió una tentativa de homicidio con arma de fuego en Bélgica. Sobre el mismo se dictó una orden europea de detención y entrega. Los policías nacionales tuvieron constancia de que vivió en Tenerife durante varios meses. Pero en la investigación llegaron a un punto muerto. Al plantearse si podía encontrarse en otro lugar, los agentes averiguaron que apenas una semana antes del confinamiento por la pandemia cogió un vuelo a Bélgica. Y, poco después, supieron que se había asentado de nuevo en Brasil. Toda esa información fue facilitada a sus compañeros del Grupo de Fugitivos de la Brigada Central de Crimen Organizado. El inspector Joaquín Acevedo comenta que el porcentaje de localizaciones y detenciones es elevado. Salvo pocas excepciones, «si están en la lista y se hallan aquí, se les detiene». Los grupos de Crimen Organizado de Santa Cruz de Tenerife y Costa del Sol están considerados «de referencia» en la captura de prófugos de la Justicia de otros países. En el 2018, el 33% de las detenciones de toda España se hicieron en Tenerife u otras islas.