Lo que iba a ser un viaje para aprender inglés se ha convertido en una aventura complicada de olvidar para cien jóvenes. Un hotel de Malta se ha convertido en una 'cárcel' para el tinerfeño Pablo Febles y sus compañeros, que permanecen aislados desde que hace diez días comenzaran los contagios.

Pablo Febles cumplirá 15 años el domingo y previsiblemente tendrá que pasar su cumpleaños lejos de casa. Este joven tinerfeño es el único canario en el grupo de estudiantes españoles que se encuentra confinado en un hotel de Malta por covid en condiciones insalubres. Unos 50 casos positivos en este grupo de estudiantes provocó que el lunes de la pasada semana tuvieran que ser confinados en el hotel en el que se hospedaban pero el trato que han recibido por parte del establecimiento está provocando la preocupación de sus familiares. Tras un primer avión fletado hace una semana, aún permanecen en Malta los alumnos positivos en covid, entre los que se encuentra Febles, por lo que la principal demanda de todos es la repatriación de estos menores. No obstante, la madre del tinerfeño, Marta Carrillo, informó ayer de que la Embajada de España en Malta comenzó a solicitar los datos de los menores para iniciar los trámites y que los menores puedan volver cuanto antes.

Los padres de Pablo contrataron este viaje a modo de regalo para su hijo. «Se ha portado muy bien a lo largo de este año, no se ha contagiado y sacó muy buenas notas, por lo que queríamos hacerle un regalo», relata Marta Carrillo, quien añade que primero pensaron en Irlanda o Reino Unido como destino del viaje pero desde la agencia de idiomas les recomendaron Malta como destino seguro. El viaje comenzó el pasado día 3, cuando desde España salió el grupo de unos cien alumnos de entre 12 y 17 años.

Una de las comidas que les dan a los jóvenes confinados.

Desde su llegada, Pablo ya hizo saber a sus padres que el hotel no tenía la calidad que les habían prometido pero como era suficiente para pasar el mes, no reclamaron. Este viaje incluía clases en un colegio maltés en el que, al igual que lo ocurrió en el hotel, los jóvenes españoles comenzaron a mezclarse con chicos de otras nacionalidades que también estaban en Malta para estudiar inglés, y con los que compartían algunas aulas cada día para recibir las lecciones.

Fue el pasado día 12 cuando saltaron las alarmas. Los padres recibieron un comunicado en el que se informaba que prácticamente la mitad del grupo de españoles había dado positivo en covid y que, como el resto del grupo había sido contacto estrecho, todos debían hacer cuarentena en el hotel hasta que la situación se resolviera. «La cuarentena en Malta es de 14 días, eso causó algo de revuelto entre las familias, pero lo entendimos», recuerda Marta Carrillo quien añade que ya entonces la agencia de idiomas informó de que su intención era que los jóvenes que habían dado negativo, y entre los que se encontraba el joven tinerfeño, volvieran a España de inmediato.

Mientras ese vuelo se organizaba comenzó un confinamiento muy duro para las menores puesto que los protocolos malteses prohíben a los ciudadanos tener cualquier tipo de contacto con personas que han dado positivo en covid por lo que los menores, encerrados en el hotel, han visto cómo sus habitaciones se quedaban sin limpiar día tras día y las raciones de comida son cada vez más escasas. Durante varios días Pablo permaneció en una habitación de unos 15 metros cuadrados junto a otros dos compañeros con los que tenía que compartir baño. Las jornadas entonces se hicieron bastante duras y, tal y como reconoce el joven, «pasábamos casi todo el día en la cama, viendo series o intentado hablar con nuestros padres por teléfono», porque no había espacio para hacer ninguna otra actividad. Precisamente la pasada semana las autoridades maltesas anunciaron que fletarían un avión para que los jóvenes que no tuvieran coronavirus pudieran regresar a sus casas. Para poder irse, tuvieron que realizarse test de antígenos y fue en ese momento cuando Pablo dio positivo, por lo que se quedó en tierra.

Desde entonces está solo en la habitación y afirma que su rutina ha mejorado en los últimos días. Es asintomático, así que físicamente se encuentra bien, y desde que está solo se ha organizado sus días para estar siempre activo. «Por la mañana no suelo hacer muchas cosas, veo series, intento hacer algo de ejercicio, hablo con mis compañeros de habitación a través de la terraza y últimamente leo mucho a través de internet todas las informaciones se publican de nuestro caso. También hablo mucho con mis padres y con mis amigos que están en España», relata el joven tinerfeño.

Después de más de ocho días desde que despegara el avión con los alumnos que dieron negativo en las pruebas, los padres de los que aún continúan en Malta –más de 50– sostienen que «están en situación de desamparo» porque «no les limpian las habitaciones ni les dan productos para que ellos mismos lo hagan, no recogen la basura que dejan en sus puertas, no les dan comida suficiente y no les hacen ningún caso».

Lo que sí han logrado las familias es unirse para solicitar el regreso de sus hijos a España. Carrillo explica que ya han enviado cartas a la Casa Real, al Gobierno de España y hasta al Fiscal de Menores para que les ayuden porque, tal y como recuerda, «hace unos meses, un grupo español de montañeros mayores de edad viajaron al extranjero, se contagiaron y el Gobierno los repatrió pero con estos niños no hacen nada, y eso que han ido a Malta para estudiar, no para ir de fiesta». La lucha de estos padres se centra ahora en conseguir fletar ese avión puesto que, aunque algunas familias han decidido viajar hasta Malta para hacerse cargo ellos mismos de sus hijos, Carrillo reconoce que en el caso de Canarias es más complicado puesto que solo el viaje de ida se prolongaría durante más de diez horas, y no vez en la Isla no sabe si podrá sacar a Pablo del hotel.

Tanto las familias como los menores destacan el trabajo y la actitud de los tres jóvenes monitores que se han hecho cargo de este grupo desde el inicio del viaje. Sin embargo, ya han empezado a contagiarse, por lo que en breve no podrán salir del hotel para hacer las gestiones de las que se vienen encargando desde hace días y entre las que se encuentra llevarles la comida que los chicos están teniendo que pedir a domicilio porque la que les está facilitando el hotel no es suficiente.