Tenerife ha constatado varios brotes de traqueobronquitis infecciosa aguda canina, también conocida como tos de la perrera, debido a su vinculación con los lugares donde se juntan muchos perros. Esta enfermedad, que se asemeja a una gripe o un catarro de perros, se expande muy rápidamente y suele causar preocupación a sus propietarios, dado que provoca que el perro tosa frecuentemente de manera continua, pudiendo llegar a provocar vómitos. Por esta razón, a ojos de los dueños de los canes puede llegar a ser una patología «muy escandalosa», como señala la veterinaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Elena Carretón, quien asegura que, sin embargo, es una patología que se cura de manera natural, tiene tratamiento para los síntomas y se suele atravesar sin demasiadas complicaciones.

Los veterinarios de Tenerife aseguran haber hallado un aumento de casos de esta enfermedad, de origen bacteriano, vírico o ambos, en las últimas semanas. Los casos se concentran especialmente en la zona metropolitana de la isla, en Santa Cruz y La Laguna, pero debido a la facilidad de su transmisión, los profesionales solicitan que se tomen en cuenta medidas de prevención.

Se pueden tratar los síntomas de la patología o bien prescribir antibióticos

Los microorganismos que la provocan se transmiten fácilmente por el aire y las secreciones, por lo que el simple gesto de oler a otro perro en un acto de reconocimiento o acercarse a olfatear una farola en la que un can contagiado haya estornudado puede provocar que los patógenos se transmitan fácilmente. Además, como el tiempo de incubación es largo (de tres días a una semana), puede ocurrir que el caso cero se pierda y comience un brote, pues los perros podrán contagiar incluso cuando aún no han desarrollado síntomas, al igual que en el caso de la gripe o la Covid-19.

Viral y bacteriana

Existen múltiples agentes que pueden causar la enfermedad y normalmente aparecen a la vez. El patógeno más común es la bacteria Bordetella bronchiseptica (que se encuentra en el 78,7% de los casos, según un estudio realizado en Alemania). Cuando aparece como precursor de la patología es fácil tratar la enfermedad pues existen antibióticos muy eficaces contra ella. Sin embargo, «la mayoría de las veces», como señala María Luisa Fernández, presidenta del Colegio de Veterinarios de Santa Cruz de Tenerife, se presenta con un virus, que puede ser el de la parainfluenza canina (37,7% de los casos) o el coronavirus canino (9,8% de los casos).

Cuando la patología aparece como consecuencia de un virus, lo único que se puede hacer es esperar a que el perro supere la enfermedad de manera natural, «como ocurre con los humanos», indica Fernández. El tiempo hasta que el organismo crea los anticuerpos necesarios para combatir la infección suele ser de una semana y, según el perro y cómo lleve la enfermedad, el veterinario puede recomendar seguir una pauta terapéutica para aliviar los síntomas, como un jarabe, un expectorante o incluso, un analgésico.

La enfermedad se contagia por el aire o a través de las gotas por lo que se transmite fácilmente

Aunque es un patógeno muy contagioso hay perros adultos que han mostrado inmunidad a la reinfección, incluso cuando tienen una exposición constante. En este sentido, cuando el perro se enferma, el síntoma más común es la tos seca, pero también puede sentirse un poco «bajito de moral, pachucho y sufrir inflamación», como indica Carretón. En los casos más graves, los perros pueden desarrollar una bronquitis o incluso una neumonía. «Los que tienen más riesgo son los animales inmunodeprimidos, los más jóvenes o mayores, o los que tienen el morro chato (branquicéfalos), como los carlinos o los buldog francés», señala, por su parte, Fernández.

Común en refugios

La tos de la perrera se conoce con este nombre porque la infección se suele propagar rápidamente entre los perros en los cuartos cercanos de una perrera o refugio de animales. Y por eso, desde el Colegio de Veterinarios de Santa Cruz de Tenerife, recomiendan tomar medidas preventivas, especialmente si se acude regularmente a parques especializados o si durante las vacaciones de verano se pretende viajar con el animal o se prevé dejarlo en un centro de acogida temporal, hotel de perros u albergue. Es, además, una patología muy vinculada a las estaciones ya que en el comienzo del verano, con la llegada del buen tiempo y la mayor afluencia de perros a los parques caninos, suelen generarse brotes recurrentemente. «Esto ocurre menos durante el invierno, cuando los canes suelen estar más en casa».

Entre las medidas preventivas se encuentra la inoculación de alguna de las vacunas existentes en el mercado –de varios tipos y distinto nivel de eficacia– que permite evitar que los perros desarrollen la enfermedad y reduce mucho la posibilidad de contagio, aunque no evita que ocurra. «El porcentaje de eficacia en la prevención es bastante elevado», explica Carretón, quien señala que es una de las mejores soluciones para evitar sustos durante este verano. «Si tu perro no suele tener contacto con otros, no se va a infectar», indica la veterinaria, que sin embargo, señala que «no es la solución ideal» y aconseja no privar al animal de la posibilidad de socializar con otros perros. En todo caso, como argumenta Fernández, en caso de que el perro cuente con alguno de los síntomas de la tos de la perrera, lo más adecuado es tratar de aislarlo del resto de animales, al menos durante la semana que duran los síntomas, para evitar que la enfermedad se expanda.

Cabe recordar que, al igual que en los humanos, la vacuna no es un preventivo a prueba de fallas. Al igual que la gripe humana, incluso después de recibir la vacuna, un perro puede contraer cepas mutadas o desarrollar un caso menos grave. En todo caso, es muy eficaz para cortar la transmisión, pues «hace mucho más difícil que la enfermedad se reproduzca», insiste Fernández. Además, para que el perro adquiera la inmunidad necesaria para combatir la enfermedad, es necesario inocularla entre al menos 15 días y un mes antes. «Es en ese tiempo cuando se adquiere la inmunidad máxima», afirma la presidenta del Colegio de Veterinarios. Ese umbral también es el recomendado para prevenir el contagio en residencias caninas. En estos establecimientos se solicita que el perro cuente con las vacunas actualizadas, entre ellas la de la tos de perrera.