La autora sevillana afincada en Tenerife, Clara Isabel Rufino, publica su primera novela tras varios libros de poesía y se centra para ella en la historia de las mujeres. En ‘El vientre de Tara’ se entremezclan, con la prosa, sonetos que ponen voz al interior a la protagonista. «El lenguaje poético posee esa virtualidad de expresar lo inefable», relata la escritora, que el jueves presenta este nuevo libro en Tegueste. 

El vientre de Tara, la primera novela de Isabel Rufino Baquero, se presenta el jueves, a las 20:00 horas, en el Teatro Príncipe Felipe de Tegueste, dentro de los actos programados en el municipios como parte de la semana del Orgullo Lgtbiq+. La obra literaria, que ha visto la luz gracias a Escritura entre las Nubes, es un canto «rotundo» a la maternidad desde todos los puntos de vista, también, por supuesto, entras las personas del colectivo Lgtbiq+.

La autora Clara Isabel Rufino Baquero.

El vientre de Tara comienza con una cita sobre a la necesidad de «desaprender» para encontrarse… ¿Arrastramos todavía muchos «vicios» de la sociedad patriarcal?

Desgraciadamente, sí. Desde pequeños vamos aprendiendo y asumiendo, por impregnación, roles y patrones conductuales que van moldeando las decisiones en función a una serie de expectativas que los demás tienen sobre nosotros: sobre cómo ser felices, cómo relacionarnos o cómo reaccionar. En este sentido, en el libro se retrata con una claridad muy descriptiva los tres tipos de felicidad que existen para la joven, aunque uno de ellos ni lo conoce al principio de la narración. Las mujeres suelen ser víctimas de estas asunciones estériles y obedecemos con demasiada y preocupante frecuencia a esas expectativas de las que hablo.

Los tipos de felicidad a los que se refiere, y que analiza la protagonista, son vivir en pareja, desde el punto de vista tradicional; vivir con una soledad buscada y aceptada; y vivir en la «confiada entrega recíproca y horizontal de dos almas unidas por sus vivencias, y libremente escogidas con independencia de su sexo». En relación con esto, a lo largo de la narración aparecen distintos valores: el amor sin condiciones, la defensa de la libertad de los derechos de la mujer y la defensa del colectivo Lgtbiq+.

Lo que me empujó a esgrimir estos valores como pilares para mi novela fue una reflexión que me surge durante el confinamiento: el sufrimiento de personas que viven presas de sus propios aprendizajes socioafectivos, como el colectivo de personas Lgtbiq+ o las situaciones horrendas de maltrato que viven mujeres todavía en silencio, durante el confinamiento más evidentes y lacerantes. Con demasiada cotidianeidad vemos a estas mujeres negando su tortura por miedo o por vergüenza, o por la esperanza vana de convertirse ellas en sanadoras y redentoras de varones maltratadores que no tienen escrúpulos. Muchas están confinadas de por vida con ellos por voluntad. Y esto es lo que quiere tratar de hacer ver este libro, entre otras cuestiones.

El 11 de diciembre (de 1999) es la fecha, en la novela, en la que fallece en un accidente de tráfico la madre de Tara. Con este dato comienza la narración, ¿por qué eligió esa fecha?

Elegí comienzos de diciembre no porque tenga para mí un significado especial, sino porque lo tiene para la protagonista, Tara. Por esa época podaba las hortensias con su madre. Este arbusto está muy presente en el relato y forma parte inmarcesible de sus recuerdos con Julia, la madre. Además, la flor de mundo azul tiene un gran simbolismo: por un lado, tiene connotaciones de abundancia y de sentimientos como la gratitud o la lealtad. La gratitud es uno de los valores que vertebran la personalidad de todos los personajes femeninos de la novela. Por otro lado, sus connotaciones más oscuras, por crecer en lugares húmedos y umbríos, nos recuerdan la amargura que va llevando a Tara de la mano hasta su despertar y redescubrimiento, en definitiva, su proceso de desaprendizaje.

Con el fallecimiento repentino de la madre llega también el sentimiento de culpa de la protagonista. Un sentimiento que es irracional, pero que a ella la carcome y le impulsa a vivir de un modo determinado.

Este sentimiento de culpa no hace sino remarcar el rol de mujer complaciente con todos menos con ella misma. Se vuelca en criar a su hermana pequeña, ya que su padre no lo hará por ella y esto es cosa de mujeres. Por ese mismo motivo no logra terminar sus estudios y olvida cuáles eran sus sueños porque la culpa los eclipsa.

La maternidad es el tema que recorre de principio a fin toda la novela.

Rotundamente sí. La maternidad se siente en el libro desde todos los prismas posibles: el anhelo, el miedo atroz, la culpa, la frustración, la pérdida aciaga, la esperanza, la tolerancia, y, ¿cómo no, la alegría más absoluta tras el momento del parto.

En la novela se entremezclan sonetos de un modo muy acertado y original, como si fueran una voz que le llega desde el interior a la protagonista, de tal modo que están completamente ensambladas con la narración. ¿Cómo se le ocurrió este recurso?

Se me ocurrió porque una de mis pasiones es la lírica y, concretamente, el soneto es mi estrofa favorita. El mundo interior de la protagonista canta, llora, y a veces grita y sangra versos. Pienso que la prosa, en algunas ocasiones, puede ser un canal estrecho para parir emociones y que el lector las perciba tan hondamente como el escritor desea. El lenguaje poético posee esa virtualidad de expresar lo inefable. Las imágenes, las metáforas y personificaciones o aliteraciones, que no solo están presentes en los poemas, sino también a lo largo del relato, y condensan en sí mismas la capacidad de afección necesarias para que el contagio psíquico ocurra, y también la conexión inmediata con el lector.

En varias ocasiones, la historia de El vientre de Tara da un giro sorprendente, y esto aumenta la intriga. ¿Creó un esquema previo de la estructura o la historia se fue llevando?

Si bien tenía una idea previa en mi mente de cómo quería el argumento, hacia el final del relato me dejé llevar por mi propio instinto, tratando de ponerme en la piel de Tara y de los otros personajes clave.

¿Hay alguna otra anécdota o hecho que quiera comentar en relación a la novela?

Es mi primera novela, pero tengo la extraña sensación de conocer a Tara, a Julia, a Soraya, a Dácil y a Estela de toda la vida.