De arriba abajo, Anita, Elsida y Paula, tres de las mujeres que con su testimonio aportan luz en el documental Mujeres de sal, hombres de humo a la situación que padecieron en Canarias muchísimas mujeres cuyos esposos emigraron a Cuba y jamás volvieron, casi en la mayoría de los casos. Ellas rememoran lo que sus abuelas o madres les contaban, un legado que ha permanecido solapado bajo las historias de los hombres que emprendieron aquellos viajes. Por fin la voz es la de ellas

Fotograma de ‘Mujeres de sal, hombres de humo’ . | | LP/DLP

Cuando el abuelo de Rosa Elena Brito se marchó a Cuba en busca de prosperidad, como hicieron muchos otros hombres de las Islas Canarias desde finales del siglo XIX hasta las primeras décadas del pasado siglo XX, la abuela de esta «tuvo que trabajar secando carne, cosiendo y sembrando hortalizas para sacar a sus hijos adelante». La ausencia provocó un gran enfado en su abuela, la cual «siempre tuvo claro que nunca lo volvería a recibir. Los juicios y habladurías de los vecinos endurecieron su carácter, llegando a salir con piedras en el bolsillo para lanzárselas a quien se riera de sus hijos. Cuarenta y ocho años más tarde llegó el marido a Tenerife, donde ella vivía. La prensa fue a recibirlo al aeropuerto como el gran acontecimiento de emigrante retornado. Ella consideró humillante aquel reconocimiento. Al volverlo a ver, lo rechazó plenamente».

Tras la memoria de las viudas blancas

Esta historia que a sus 66 años rememora desde La Gomera y Tenerife Rosa Elena Brito en el documental Mujeres de sal, hombres de humo, de la grancanaria Iris Carballo Déniz, es uno de tantos relatos de Gran Canaria, La Gomera y Tenerife que la memoria y la sociedad machista han sepultado durante décadas obviando a aquellas mujeres que en años de migraciones se vieron abandonadas por sus esposos en Canarias, solas, señaladas y sin ayudas, viviendo las consecuencias emocionales, políticas y económicas de la emigración masculina.

Tras la memoria de las viudas blancas

Aquí debieron sacar adelante a su familia sospechando siempre las razones que estarían detrás del no retorno de sus maridos: quizá el abandono; puede que una naufragio; tal vez una nueva familia en el destino... Con esas dudas convivieron en silencio sin saber realmente la verdad.

Tras la memoria de las viudas blancas

Hoy, con el trabajo de Iris Carballo, por fin se le pone voz a aquellas mujeres isleñas, denominadas viudas blancas porque en su incertidumbre jamás pudieron vestir de negro ya que no sabían el destino de quien las dejó abandonadas y al cargo de sus descendientes.

El trabajo Mujeres de sal, hombres de humo, que se estrena en Tenerife el 24 junio (Multicines Tenerife); La Palma, 25, 26 y 27 de junio (Multicines Milenium, los Llanos de Aridane); Gran Canaria el 9 de julio (Teatro Juan Ramón Jiménez, Telde) y La Gomera, 6 de agosto (casa de la cultura Pedro García Cabrera, Vallehermoso), comenzó casi de casualidad.

Durante un viaje a Cuba, Iris se encuentra por azar con el nieto de un emigrante que había descubierto, tras la muerte de su abuelo, que éste había dejado otra familia en Gran Canaria de la que nunca había oído hablar. Ella inicia así una investigación en Canarias sobre aquellas mujeres y escudriñando esas memorias se propone dar a aquellas madres su propia voz en la historia, una voz que hasta ahora había permanecido en el silencio o encerradas en la intimidad familiar. Seguidamente, vuelve a Cuba para indagar sobre las causas del no retorno del emigrante a las islas, buscando respuestas a la pregunta más frecuente en la otra orilla: ¿Por qué no volvió? Toda una cadena de hechos que parecían no tener conexión, hace que Iris Carballo Déniz descubra que su propia historia encaja junto a las otras como una pieza más.

Invizibilizar la historia

«Tradicionalmente, los estudios sobre los fenómenos migratorios centran su análisis en el papel que juegan los varones en esta acción, dejando a la mujer totalmente invisibilizada y fuera del papel de la historia», explica Carballo Déniz. «Sin embargo, la emigración de los hombres dejaba profunda huella en el entorno en que se quedaban las mujeres. Ellos se marchaban tanto por motivos económicos como políticos y ellas quedaban ancladas emocional y socioeconómicamente a ese marido ausente buscando estrategias de supervivencia para sacar a la familia adelante atrapadas, también, «bajo la presión moral. A través de las micro-historias rescatadas mediante la historia oral, podemos observar las consecuencias que las migraciones provocan en el contexto familiar de origen», cuenta la joven».

Los estudios sobre el papel de la mujer en el fenómeno migratorio son bastante escasos, por lo que un continuo leer entre líneas facilitó el camino de Iris y su equipo –Luis Santana Déniz firma con ella el guion– a estos rescates orales y favorece el conocimiento y la investigación sobre los efectos que la emigración tuvo para la mujer canaria. Las dificultades para salir adelante aumentaban por todas partes, tanto si eras casada, soltera o viuda.

El valor de la investigación emprendida por Carballo es, precisamente, haber localizado a las y los descendientes de aquellas mujeres, como es el caso de Bernarda Pîtti Falcón, de 73 años, quien recuerda desde Arucas cómo su abuela «le pagó el pasaje a su abuelo para que pudiera marcharse a Cuba, dejando a su abuela con cinco hijas y un hijo. Cosía de noche, y por la mañana trabajaba en el servicio. Sus hijas trabajaban en casas de gente rica a cambio de comida, viéndose muchas veces acosadas por los varones de la casa que servían. El divorcio era ilegal y nunca pudo rehacer su vida aún gustándole otro hombre. Tampoco pudo vender ninguna propiedad sin permiso del marido ausente».

Mujeres de sal, hombres de humo recupera también la partida a Cuba del abuelo de Ana María Martínez Hernández, que hoy tiene 83 años y reside en La Orotava. Tras la marcha del hombre, su abuela se ve obligada «a trabajar en múltiples trabajos para sacar a sus dos hijos adelante, desde amortajadora, a matrona, responsable de una panadería y labradora. Los siete primeros años», recuerda en Mujeres de sal, hombres de humo, «recibe cartas de su marido, los ocho siguientes no. Con la ausencia de éste, ella va tornando su carácter cada vez más agrio. Quince años más tarde, su marido regresa. Ella lo acepta, aunque sus hijos no están muy conformes. Al poco se vuelve a quedar embarazada de otros dos hijos. Ella quería presumir de marido para que el barrio la viera con él, pero él no quería salir nunca».

La iniciativa Mujeres de Sal comenzó a desarrollarse como proyecto de investigación a finales del año 2015 y en su primera fase se centró en el rescate de historias en la isla de Gran Canaria, con el objetivo de dar voz a las mujeres que se quedaron en Canarias esperando por el emigrante que nunca regresó.

En esa primera fase se trabajó con tres asociaciones: el colectivo de narradores orales Los Labrantes de La Palabra, Centro de Mayores de Arucas y la Asociación de Mujeres Auaritas. Además se hizo también un trabajo de calle con personas vinculadas al tema.

«Desde el principio de este trabajo de investigación se priorizó el relato oral sobre la historia escrita, además se puso especial énfasis en descubrir los poemas, canciones, romances y otros tipos de expresiones culturales artísticas que surgieron de las vivencias de la emigración. Este dato», dice Iris Caraballo, «es de gran relevancia en este momento en el que el proyecto de investigación se ha convertido en proyecto audiovisual, ya que existe una gran cantidad de material tangible y contactos que expresan desde un lugar emocional y creativo la historia, dando lugar a la posibilidad de una creación audiovisual a la vez entretenida, inspiradora y educativa».

En el mes de marzo de 2016, el proceso de investigación continuó en la isla de Cuba, esta vez recogiendo los relatos de las causas del no retorno.

Dicho proyecto fue apoyado por la Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias. Durante el mes de estancia en Cuba, se entrevistaron a 50 descendientes de canarios y se realizaron diferentes actividades de reflexión y sensibilización sobre las consecuencias que tuvo la emigración para la mujer que quedó en Canarias a la espera del emigrante.

Las historias que recoge Iris Carballo en Mujeres de sal, hombres de humo son de ida y vuelta. Como es el caso de Eladio Pérez Oliva, de 55 años, que habla desde Cuba para este trabajo audiovisual. Cuando su abuelo fallece, Eladio comienza a investigar acerca de la familia de éste «y descubre que su abuelo dejó a su familia en Canarias y no volvió a mantener contacto con ellos». Eladio hoy en día realiza una profunda investigación para descubrir las raíces de sus antepasados y completar el árbol genealógico que siente que tiene que terminar como tarea espiritual siguiendo el legado de su abuelo antes de que esa sal y humo que dan título al documental disipen la verdad de su historia.