Dos forenses del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife consideran que la mujer que presuntamente fue asesinada por su hijo en el interior de su vivienda en el municipio palmero de Los Llanos de Aridane falleció a causa de los múltiples golpes que sufrió en diferentes partes del cuerpo en diversas fechas. Así lo plantearon ayer los médicos Ángel Luis Pérez y Armenia Yanes, que declararon en el juicio con Tribunal de Jurado que se desarrolla en la Sección II de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.

Ambos forenses señalaron que la víctima presentaba un surco propio de un «estrangulamiento a lazo», es decir, realizado por una tercera persona mediante un cable o una cuerda. Dicha lesión se produjo cuando Eduvigis Patricia aún estaba viva. Pero esa no fue la causa de su fallecimiento, pues no se detectaron signos de asfixia suficientes como para atribuir la muerte a dicha acción. El motivo de la muerte violento fue el cuadro de golpes sufrido a lo largo de varias jornadas, a raíz del maltrato habitual que presuntamente el acusado, Germán Ortega, ocasionó a su progenitora en las últimas semanas de su vida. Entre otras cosas, la afectada tenía costillas fracturadas por tres sitios. Los forenses indicaron que tales lesiones en las costillas afectaron a los pulmones de la afectada y eso suponía que cada vez que tosía le dolía mucho y en varios lugares. Además, el personal del Instituto de Medicina Legal concluyó que las citadas contusiones no son compatibles con haberse producido una sola vez por una caída.

Los médicos citados confirmaron al fiscal delegado de Violencia de Género, José Luis Sánchez-Jáuregui, que Eduvigis tenía hematomas de diferentes datas (fechas) en la cara, la cabeza, una muñeca, la pierna derecha, a la altura de los riñones y en las costillas, tanto bajo una axila como en la parte inferior del homoplato.

Además, detectaron que la mujer tenía el intestino delgado completamente vacío, lo que entraña que pudo estar unas 48 horas sin comer nada.

En las uñas de la mujer también apareció ADN de su hijo, que fue recogido por agentes del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil que se desplazó a Los Llanos de Aridane desde Tenerife. Hasta que dichos agentes no acudieron a dicha localidad palmera y realizaron la inspección de la vivienda o la recogida de muestras no se pudo llevar a cabo el levantamiento del cuerpo de Eduvigis Patricia. Sin embargo, en opinión del fiscal, dicha circunstancia no puede hacer pensar que la víctima tuviera opción alguna de poderse defender de las numerosas agresiones físicas que le produjo su hijo. Sánchez-Jáuregui señaló que la mujer medía 1,54 metros y pesaba apenas 45 kilos.

Durante la declaración ante el Tribunal del Jurado, Germán Ortega manifestó que la relación con su madre era buena cuando había consumido estupefacientes, pero muy mala si no tenía suficiente dinero para comprar la droga que necesitaba, por lo que debía pedírselo a la víctima y ahí empezaban las discusiones entre ambos.

Sobre el hecho de que la acompañaba a una entidad bancaria cuando iba a cobrar las dos pensiones, el acusado reconoció que lo hacía, pero porque se lo pedía su progenitora, que, según él, tenía miedo de ir sola.

El representante del Ministerio Público recordó que el despilfarro de dinero por la compra de droga era tan elevado que, a pesar del dinero ingresado por la madre, a veces les tenían que llevar comida o ir a comer a Cáritas. En opinión de José Luis Sánchez-Jáuregui, el presente caso es el de «la muñeca rota», en la que el niño, a pesar de que le gusta y la quiere, la golpea hasta que la rompe y después llora. Advirtió de que en el juicio ha sido la primera vez que Ortega Botín reconoce los hechos, puesto que hasta el momento siempre había negado que cometiera el asesinato.

Al representante del Ministerio Público le resulta curioso que el acusado diga que no entienda cómo acabó con la vida de su madre. Para el fiscal, la entranguló, le rompió costillas por delante y por detrás, mientras que después la trasladó desde el lugar en que la mató y la colocó en la cama, donde fue hallada por la Guardia Civil.

A modo de resumen, Sánchez-Jáuregui indicó que la víctima tuvo pérdida de sangre, que se detectó en varias partes del domicilio, y hemorragias internas, por lo que sí sabía lo que podía ocurrir. Además, lo acusó de intentar limpiar el escenario donde ocurrió la muerte y de intentar tirar a un contenedor de basura próximo varios efectos que le podían implicar en la muerte violenta. Frente a lo que considera, el fiscal dijo que no tenía una drogodependencia tan grave como para perder la capacidad de entender o la voluntad de actuar a la hora de acabar con la vida de su progenitora. Además, señaló que en los días en que estuvo en los calabozos no sufrió síndrome de abstinencia, según el tetimonio de los guardias civiles.

El fiscal delegado de Violencia de Género, José Luis Sánchez-Jáuregui, consideró que en este asunto no cabe aplicar la agravante de género (es decir, que Germán Ortega mató a la víctima por ser mujer), puesto que Eduvigis «no murió por ser mujer, sino por ser madre». Este fue el único aspecto en el que el representante del Ministerio Público discrepó de la abogada del Instituto Canario de Igualdad (ICI). A juicio de Sánchez-Jáuregui, «se golpea y maltrata a padres y madres por igual» por parte de sus hijos. Para el fiscal, el problema es que muchas madres «acaban cargando» con el cuidado de sus hijos. Jáuregui rebajó su petición de condena, que pasó de 27 años de cárcel a 22; pues consideró cualificada la atenuante parcial de drogadicción.

La letrada del ICI sí incluyó la agravante de género en sus conclusiones, pues «la agredió por ser mujer» y aclaró que «las madres que no perdonamos todos somos juzgadas por la sociedad». «Germán era un hombre machista, cuando su madre no le daba dinero, la agredía y la mató porque se sentía superior», dijo la abogada de la acusación popular. Pidió para él 28 años de cárcel.

La letrada de la Defensa incidió ayer en que si el acusado no hubiera sido drogodependiente desde los 15 años, no hubiera agredido a su madre hasta matarla, ya que necesitaba su dinero para comprar estupefacientes.